Pocas cosas producen tanta alegria en el seno familiar como lo hacen los niños, especialmente si son nuestros hijos.
Estar rodeado de niños, o compartir con ellos algunos ratos al día, nos permite ver lo sencilla que puede ser la vida. Ellos son grandes maestros, que nos brindan día a día lecciones importanísimas como por ejemplo que una sonrisa puede alegrar el día de otra persona, que las cosas en la vida no son para nada complicadas, que los complicados somos nosotros.
Yo aun no tengo la dicha de ser madre, pero en mi país, Venezuela, la sabiduría popular reza que "a quien Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos". No se que tan cierto sea, pero en vida tengo tres hermosos sobrinos. Rodrigo de 16 años, Cesar de 10 y Valeria de 7, quien es ademas la consentida de la casa. En la siguiente foto se darán cuanta que son hermosos y por que los quiero tanto.
De mis sobrinos, solo puedo decir cosas maravillosas (como toda tia orgullosa). Son niños ejemplares. Disfruto mucho cuando pasan tiempo conmigo, observando sus diferencias en la manera de comportarse. Cada uno de ellos tiene una forma particular de captar mi atención y me hacen reir con sus ocurrencias. Los tres son hermanos, y como tal, en ocasiones tienen sus diferencias y eso puede generar riñas y malos entendidos, pero siempre terminan solucionandolo.
Cada vez que me visitan, trato de captar una imagen de esos momentos porque por lo general estamos tan sumergidos en nuestra rutina diaria que no valoramos el paso del tiempo en su justa medida, y cuando vemos cuanto han crecido los niños es que decimos: "como pasa el tiempo"
Ya para despedirme por hoy, les comparto otra de las "fotos sorpresa" de mis sobrinos, en una de sus visitas a mi casa
Espero que les haya gustado este pedacito de mi circulo familiar, de mi historia, de mi ser.