Cuando conocí lo que era el Islam (10)steemCreated with Sketch.

in spanish •  8 years ago  (edited)

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Yamal nos había dicho que esperáramos allí, porque él tenía que hacer una visita rápida, pero no nos dijo a quién. Yo le hice una foto a mi amigo mientras esperábamos.
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Yo curioseé los arcos de al lado. En las fotos parece más exótico y exquisito, pero en la realidad las paredes estaban deterioradas. En el pasado debió de ser un palacio importante. A otro lado una mezquita para uso exclusivo de los habitantes de la casa con una rejas en medio como si fuera un sepulcro. Ya le preguntaríamos a Yamal cuando termináramos la visita.

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Después de un rato apareció Yamal con ua hombre ataviado como si fuera un monje medieval o algo semejante, con capucha, chilaba, un manteo y los pies descalzos, con babuchas de punta, como en los cuentos de las “Mil y una noches”. Yo fui a iba a acercarme para presentarnos como amigos de Yamal, pero Yamal se apartó haciéndole una leve reverencia con la mano derecha en el pecho; y el paisano aquel, ni nos miró siquiera. Recitó un “Bis mi láh” muy rápido.

La situación era enojosa porque Yamal no nos decía nada, solo nos miraba de reojo y nos hizo una seña para que los siguiéramos. Yo aproveché para hacerle esta foto.

Daba la impresión de estar teatralizando un misterio. No sabíamos si era el Ulema o quién caray era aquel paisano. Y Yamal no nos decía, nada.

Yo salté porque la situación era enojosa e insostenible. Le dije en castellano a ver “ quién coños era aquel paisano y a dónde nos conducía”. Supuse que el paisano no entenderá el español y cuál no fue mi sorpresa que se dio la vuelta y me miró con los ojos en blanco agachando la cabeza y soltó otro “Bis mi Lah”.

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Yamal se vio un poco violento, y bajando también la cabeza me hizo un gesto con la mano derecha sugiriéndome “calma”. Yo me fijé en el hombre y le vi la chilaba blanca llena de lamparones como de no haberla lavado desde el primer día que se la colocó encima, pero con un silencio y respeto, abrió la primera puerta como si fuéramos a entrar en un recinto sagrado, y nos vimos en un pasillo oscuro que atravesamos hasta la siguiente puerta con otro “Bis Mi LaH” al cruzarla. Cada vez que cruzaba una puerta echaba su jaculatoria.

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Hasta que después de cuatro puertas ya llamó a la última y salió el Ulema a recibirnos, ante el que se retiró el que era un pobre criado suyo, y que nosotros lo habíamos tomado por el mismo Ulema.

El Ulema hablaba español perfectamente, sin casi acento extranjero. Conocía España y la Historia de España a la perfección. Y había estudiado en Granada en la Facultad de Derecho, pero por algún detalle dedujimos que no había acabado la carrera. Lo que se había presentado como misterioso resultó ser un hombre campechano que decía “caramba” cada cinco frases y se reía a carcajadas arremangándose las grandes mangas de su vieja chillaba que cubría una camisa de la que asomaba el cuello desgastado y un nudo de corbata verde. Por debajo de la chilaba unos pantalones marrones de los que se veía el dobladillo de rayas.

Después de las salutaciones cordiales y como si fueran amistosas nos ofreció dos sillones enfrente del suyo al otro lado de la mesa. Ya sabía que éramos profesores españoles y algo de nuestra vida en Málaga, que estudiábamos árabe, pero suponemos que Yamal o cualquier otro emisario le había comunicado previamente que nos íbamos a convertir al Islam. Por eso entró de lleno.

Estuvimos más de dos horas de conversación. Yamal aguantó todo el tiempo en una esquina de pie. Nos llamó la atención que ni siquiera le hubiera ofrecido asiento que hubieran traído de dentro. Estuvo escuchando sin decir ni palabra; y otros dos hombres con chilaba marrón y con capuchas que les cubrían la cara, lo más parecidos a frailes de la orden de San Francisco, que una vez que habíamos entrado en tema vinieron a escoltar al Ulema durante toda la conversación uno a su derecha y otro a su izquierda, con la cabeza mirando al suelo sin apenas moverse en todo el rato.

Empecé yo diciéndole que podíamos hablar de Teología, porque la conversión al Islam no estaba tan cerca, por lo menos para mí.

Mi amigo se reservaba las opiniones y sobre todo callaba cuando yo arremetía contra algunas suras del Corán, que tenía abierto encima de la mesa, porque no sabíamos por dónde iba a salir aquello.

Cuando yo le argumentaba, se dirigía a mi amigo con gestos de complicidad en sus contraargumentos, por ejemplo cuando decía que el Antiguo Testamento de nuestra Biblia era sanguinario y violento y que el Islam era una religión de paz, sobre todo de paz era su continua cantinela. Mi amigo no lo contradecía en nada, por eso el Ulema lo tomó como más fácil y amigable o a mí me tomó como arisco algo malévolo o, quién sabe, quizá poseído por Iblis (el demonio). Pero yo no era áspero en mis análisis sino todo lo contrario. Eso si, contundente al analizar algunas suras. Mañana las escribo y resumo el resto de nuestra charla. (Continuará )

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Me tienes intrigado XD

Me quedé con ganas de leer más :)
Estaré pendiente por la segunda parte.
Buen post.

Tengo que ir recordando detalles. Fueron días tan intensos, tan movidos y con tantos viajes que me cuesta reconstruirlo cronológicamente. Y muchos detalles se olvidan después de tantos años.