Al llegar a estas alturas de la novela “El enigma de Baphomet” en que Martín el templario hace un recorrido con el Arcipreste de Hita y llegan a Puerto de Béjar, el último pueblo de la provincia de Salamanca lindando con Cáceres, no puedo por menos que recordar algunos episodios de mi infancia y juventud por esas latitudes y a la vez autoanalizar un porqué. ¿Por qué amo la música clásica?
Hoy me toca recordar antes de seguir colgando entregas de mi novela.
Muchas veces me he preguntado ese porqué y creo que hay una razón poderosa.
Los curas de mi colegio organizaban en el verano, un campamento en las montañas de Puerto de Béjar. Creo que esos campamentos, con la búsqueda del tesoro por las montañas, concurso en el que lo encontrara obtenía el tesoro que eran 100 pesetas- una fortuna.- Aquella piscina que no tenía filtros porque el agua del manantial fluía constante y se estaba renovando siempre como si de un río se tratara. Las lecturas vespertinas a la sombra de los castaños, los partidos de fútbol al lado de la ermita de Santa Bárbara, entre el campamento y el pueblo. El campeonato de ajedrez que era el que más me gustaba, y sobre todo los fuegos de campamento después de cenar a la luz de la luna bajo el cielo estrellado y nítido. Pero algo que casi nos pasaba desapercibido es que el director, Don Estanislao Calvo Ariño por las mañanas, nos despertaba con música. Dormíamos en literas distribuidas en tres pabellones en forma de U; y en medio la cancha de baloncesto.
Miis colegas del instituto de Astorga estaba la mayoría en campamentos de la OJE. Yo tuve la suerte de no levantarme al toque de corneta premilitar sino con sinfonías de Beethoven. Las escuchábamos todos, andando de puntillas para no molestar al compañero mientras nos vestíamos y nos aseábamos en el cuarto de lavabos. Era una ley que regía desde el primer día en que nos leían las normas de convivencia y de compañerismo.
Casi todos podíamos tararear las partes más sobresalientes de las nueve sinfonías de Beethoven de tanto oírlas, pero a mí me quedó grabada en el cerebro la sexta, la Pastoral, que podía tararearla desde el principio hasta el final.
La sexta sinfonía de Beethoven la oí por primera vez saludando al sol naciente que ya entraba en los pabellones cuando nos levantábamos. El curso siguiente en clase de música, como ejercicio de clave de Fa, con el método LAZ de solfeo, nos encontramos con una lección en clave de fa, que era un fragmento del tiempo cuarto: Laaaa, fa. Do la……fa. Do fa la do la síBemol….. Sol sí sol, lo la fa…. la sol , re mi, dodo faaaaaaaa. Etc. etc. y luego el fragmento rápido: la si la sol fa mi fa sol la si do si la si la sol fa mi fa do re mi fa sol…. etc… La estoy oyendo entre los trinos de los pájaros en los inmensos castaños del campamento….
Pero lo más apasionante del campamento y sus alrededores de la montaña preciosa era la búsqueda del tesoro. En 59 años ha cambiado algo, pero muy poco tanto el paisaje como el aspecto de los pueblos, Puerto de Béjar y Cantagallo. Esta tapia está igual.
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Debajo de una de esas piedras encontré yo uno de los tesoros: una cajita de lata de pastillas "Laxen Busto" vacía de pastillas pero con un billete de cien pesetas. Recuerdo que aquel año llegó la coca-cola y fue la primera vez que la probé y nos costaba 3 pesetas, igual que los refrescos de naranja y limón FRU-FRU.
La puerta de entrada al campamento la han cambiado. En mi infancia era esta que se ve a la izquierda cerrada y deteriorada.
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La ermita de Santa Bárbara donde íbamos a misa el domingo está exactamente igual, menos mal que no la han convertido en una discoteca, porque… capaz… Detrás de la ermita sigue la explanada de tierra, sin césped, que hacía de campo de fútbol.
Los dos poyos a ambos lados de la puerta, son los mismos de hace 59 años.
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Me gusta, ¡que interesante! a mi no me llevaban de campamento, pero desde pequeña si escucho música clásica y entiendo su pasión al igual que la mía. En mi caso fue la orquesta, una de las mejores cosas que me ha ocurrido en la vida. Es una bendición.. Saludos @zarahigonzalez
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Sí, ambos tuvimos suerte.
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Me gusta la música clásica, aunque a veces me ven raro porque lo digo, asi que prefiero no decirlo y escuchar tranquilo sin molestar a nadie.
A veces la coloco para leer.
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Muy bien
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