Qué hermoso es poder ver la alegría de los niños, verlos correr todo el día, entre risas, los juguetes, es lindo. Ser padre o madre, abuelo o abuela, poder ver a los niños crecer saludable, y saber que son el futuro de las nuevas generaciones y la razón de nuestro existir.
Qué lindo es la inocencia de los niños, de sus almas que imaginan mil historias cuando tienen un juguete en sus manos, sus inventos y creación en los juegos; el mismo que alza el vuelo a la gloria.
Qué divino son los sueños de niñez, sentirse libre y lleno de aliento por cada camino imaginario de cuentos y relatos. Se desborda la felicidad con aromas de misterio cuando se explora la vida y se observa el silencio.
Qué bella es la emoción cuando los niños tienen en la mano una hoja de papel, lleno de rallas que parecen inverno, así como cuando la pisan porque llegan del tiempo. Los abuelos narran historias como galope de caballo que dan a la vida, a la victoria. Que entretenido es verlos.
Qué precioso es ver a los niños cuando son los arquitectos de la vida, los campeones de las batallas, los superhéroes del destino del planeta, entre cohetes volando el patio, los soldados y los juegos de pelotas. El Caballo de madera que era de papá, el jinete con su espada para salvar a la princesa, y saltando en la cama dando piruetas o rayando la pared.
Los futuros del mundo, desmelenados de infancia, cuidemos a los niños para que puedan crecer.
… Qué grandes están mis niños, hoy día del niño.
Escrito por Jhon A. Romero.-