Probablemente todavía ninguno olvidó el temerario robo que, nombrado como "La Salidera", ocupara tanto a los comentarios e imaginación de nuestra gente. Causó conmoción, y pocos incidentes en nuestra historia pudieron cautivar tanto la imaginación como esta noticia debido a su nivel de misterio, y el de coraje, energía y ambición requeridas para cometer un asalto de tales características.
Quizá resulte significativo al lector el poder acceder por primera vez al relato de estos sucesos. Reporte incompleto dirá alguno, pero verídico al detalle; y con un cuidado especial para no destapar datos demasiado incriminadores, eso sí. Si esta serie de escritos no aclara absolutamente todos las áreas hasta ahora oscuras, por lo menos colaborará con nuevas precisiones y rectificaciones o conectará puntos inconexos, que no habían podido hacer antes la serie de "noticias" (que me atrevo a calificar de rumores), con información y puntos a veces contradictorios, que por otros medios y/o personas teníamos que informarnos en su momento.
El incidente tuvo lugar en lo que llamábamos “Casa Azul”, banco del distrito sur de la organización N. Ubicada en el barrio del Libertador, en la segunda cuadra después del cruce de la avenida K con Circunvalación, alejándose del centro de nuestra ciudad, Capital de esta jurisdicción.
Pero “casa”, no es más que un coloquial. En realidad se trata de un departamento de un complejo edilicio cuyo entorno paso a describir:
El barrio ocupa alrededor de ciento cuarenta y cuatro hectáreas. Una sucesión de manzanas cuadradas, divididas en cuatro cuadros perfectos por medio de callejas internas que convergen en una minirotonda. Los estacionamientos están colocados a cuarenta y cinco grados y circundan cada cuarto de manzana. Cada cuarto tiene dos edificaciones de cuatro plantas, monolíticas en vista; y de no ser por el esfuerzo que al principio se tomaron para distinguir cada unidad departamental con colores distintos en sus paredes exteriores, sería difícil, mirándolos desde fuera, saber dónde comienza y termina cada departamento. Estos pares separados están dispuestos paralelos a las calles, perpendiculares entre sí, y alineados hacia los bordes; formando un parque arbolado en el corazón de la manzana, con los edificios como cerco contra las calles de la ciudad.
Cada edificación (también llamada bloque o tira), de aproximadamente setenta y dos metros por ocho, está dividida en tres grupos de ocho departamentos, dos por planta, con el área de escaleras y acceso doble desde calle en el centro de cada grupo. Por lo que se ven tres puertas en cada pared más larga de cada tira.
Tenían alrededor cincuenta años al momento del incidente y, por lo tanto, el comentario común del estado general de todos los edificios era y es “se caen a pedazos”. Literalmente, quien no haya hecho reparaciones, tiene revoque cayéndose, la pintura no se adhiere bien, hay pérdidas en todas las cañerías, por todas partes, etcétera. Hubo épocas en donde la cultura reinante hizo consorcios útiles e hicieron todo tipo de reparaciones, pero “tela vieja parche nuevo”, las obras no duraron demasiado, y la buena voluntad de los habitantes se encuentra con la realidad.
Porque la realidad era que no habían sido hechos para durar. Originalmente fueron construidos como viviendas de tránsito, edificaciones provisorias para el traslado de gente de bajos de recursos a barrios suburbanos, con menor densidad habitacional y mayor calidad, esa fue la promesa. Pero no todas las obras terminaron a tiempo y si algunos se fueron, otros ocuparon el lugar de ellos, siempre esperando alguna solución gubernamental que nunca era suficiente. En fin, el aspecto de estos barrios hubiera sido decadente si no fuera por la creatividad de la gente que lo convertía en pintoresco. Los parques internos de la manzana se convertían en una atracción rara para la gente de ciudad que los fines de semana rondaba por allí para encontrar todo tipo de artículos, espectáculos callejeros y otros intereses varios.
Fue en uno de estos departamentos donde sucedió el incidente. Un departamento en planta baja, con las paredes internas del hall pintadas de un azul fuerte (de ahí el nombre “Casa Azul”). Una unidad utilizada como banco del barrio. Allí la organización presta y guarda dinero y artículos de valor a la gente del barrio. Básicamente, todos entienden el beneficio de este negocio y a nadie le conviene interrumpirlo; en esa época especialmente, cuando todo parecía estar en auge y sin problemas. Sucede tal vez, que también por este ánimo general, un golpe de estas características haya dejado tal impacto.
Fue entonces en la tarde del penúltimo día de febrero, cerca del horario de cierre cuando se produjo la famosa “Salidera”.