El cortejo fúnebre marcha por la calle principal del pueblo, el sol inclemente no es capaz de apartar a los participantes del funeral que con la cabeza mirando el reseco suelo y con caras salpicadas de saladas lagrimas son el reflejo de un corazón dolido.
En su mayoría son niños que aprovechando el día de asueto escolar comparten la pérdida de un amigo inseparable de muchos años.
Al frente, Douglas sostiene el cajón, con los ojos enrojecidos desafiando las miradas de muchos que desde puertas y ventanas intentan explicarse las razones que han llevado a sus hijos a tan singular evento.
Recuerda el niño, que Bobby llegó al pueblo hacía 6 años, cuando él apenas comenzaba a ir a la escuelita de la maestra Antonia.
Fuente de la imagen
Lucía cansado, fatigado y hambriento; la piel como ventosa rodeada sus costillas.
Tal vez había caminado muchos kilómetros, pasando semanas enteras de hambre.
Al igual que todo forastero no fue bien visto por la mayoría, por lo que su instinto lo llevó a buscar refugio donde presentía podían quererlo.
Así fue que ante las protesta de algunos, Antonia, le dio cobijo y cuidados para que en poco tiempo recuperar ganas y kilos, comenzando a hacerse notar entre ellos.
Compartían sus dulces con ese amigo desinteresado que a cambio participaba en sus juegos dándoles un toque especial.
Fuente de la imagen
Muchos piensan por su físico, ahora inmóvil, que es el resultado de la unión de algún alemán con criolla o viceversa.
Lo cierto es que lentamente fue aceptado en la sociedad pueblerina gracias a su carácter apacible y a su disposición instantánea.
Dejó de ser el protegido de Antonia para ser el amigo de muchos, incluso del avaro de Giuseppe, quien le brindaba las comidas nocturnas casi todos los días.
Muchos le debían favores pero solo pocos adultos aceptaban marchar con ellos hasta su última morada.
Ni siquiera el padre de Eva, a quien Bobby había salvado de morir, al darle muerte a una peligrosa y venenosa serpiente que casi la muerde en el fondo de su casa.
Para Douglas, promotor del cortejo, es una obligación moral, darle el último adiós al amigo, brindarle esas lágrimas que no pueden pagar tantas horas juntos.
Lo mismo piensan todos los que le acompañan, sobre todo Daniel, a quien Bobby le sirvió por semanas de guardián, ante la repentina convalecencia de su padre, porque si alguna tarea sabía cumplir ese criollo-alemán, era esa.
Y en un pueblo perdido donde los mayores peligros los desencadena la naturaleza no estaba demás alguien que se encargara de la seguridad.
Siempre habrá un recuerdo para él. Y las flores recogidas en los huertos familiares, que reposan en su tumba, al fondo del cementerio, lo demuestran.
En perfecta fila india, como cumpliendo un ceremonial establecido, se retiran a sus casas, donde comentan los progenitores.
-Dígame eso, ocurrírsele a los niños hacerle una ceremonia fúnebre a un perro.
Fuente de la imagen
Hermoso cuento Joseph! Saludos!
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Muy bueno y bonito...no esperaba ese final..siempre excelente...todo un Maestro.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
This post has received a 0.70 % upvote from @booster thanks to: @joseph1956.
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit
Thank you @joseph1956 for promoting this post together with https://steemit.com/budget/@jerrybanfield/introducing-steem-budget-proposals
Downvoting a post can decrease pending rewards and make it less visible. Common reasons:
Submit