Un ex-amigo caminaba por la calle. Llovía.
Así, sus lágrimas no se exhibían.
Un nuevo amor corría por el campo. Resplandecía el sol.
Así, su sonrisa se confundía con sus ojos guiñados.
Un amor acostumbrado cruzaba un bosque. Había sombra a ratos.
Así, su frente fruncida poco se notaba.
Varios amigos se reunían en una esquina. Era de noche.
Así, su alegría se mezclaba sin reservas.
Mi amor despertaba a mi lado. Era día de San Valentín.
Así, sus palabras de siempre se multiplicaban.
—Jorge Pinkus, “Reflexiones desde mi Silla”