Bajo las sombras. [Capítulo 2]

in spanish •  7 years ago  (edited)

Dilio, era el nombre que eligió su madre para él. Fué producto de la noche más apasionada que tuvo en su vida. En ese entonces, ella era una estudiante de idiomas y estaba de pasantías en Italia, Quién iba a ser su padre era un pintor bohemio muy de moda en ese entonces por sus frescos contemporáneos. Ella había ido una noche a una galería de arte; él, exponía sus obras. Ella estaba disfrutando particularmente de un cuadro que le llamó mucho la atención, él se acercó y le dijo que estaba de suerte, pues la mujer más hermosa que había visto, veía con gusto el cuadro más hermoso que el había pintado, ella lo miró, y al instante supo que iban a pasar el resto de su vida juntos.

Era 17 de noviembre, Dilio estaba cumpliendo 19 años, es estudiante de física pura. Tiene tanto carisma como inteligencia, elocuencia, y es muy atractivo, un buen cuerpo, musculatora definida, es integrante del equipo de natación de la universidad. Sus ojos eran muy oscuros, tan oscuros que te perdías si tratabas de ver su alma en ellos, pero eso no era para inquietarse, pues su perfecta sonrisa era lo que llamaba la atención.

Era el culpable del tráfico de suspiros y bajos deseos de las chicas en la universidad. Su pelo era negro, con un peinado perfecto, cada hebra de cabello en su lugar. Dificílmente, Dilio pasaba desapercibido, su belleza, su estilo, su actitud extrovertida, lo hacían ver como la reencarnación de Adonis.

Aunque Dilio era una persona muy enérgica y que parecía inagotable, no dejaba de ser persona, y a veces era agobiante ser siempre el centro de atención para muchos, y aunque había perfeccionado el alejar su mente en otras cosas dejando solo una sonrisa haciendo guardia frente a los demás, le gustaba el hecho de tener tiempo para estar con él mismo, alejarse un poco de todo es algo que también disfrutaba.

Cuando no había nadie a su alrededor, seguía siendo el mismo, pero un poco mejor, pues no tenía que prestar atención a nadie, no tenía que escuchar a nadie, podía tener la mente en cualquier sitio o en cualquier cosa mientras su sonrisa estaba descansando.

Su madre le había organizado una pequeña fiesta de cumpleaños junto a sus mejores amigos y era de lo que más se hablaba en la universidad. El hecho de pensar cómo sería la fiesta era emocionante y agotador a la vez. Quizás por eso, después de clases decidió quedarse un poco más en la universidad mientras los demás se iban.

Mientras los pasillos quedaban vacíos, Dilio saludaba y se despedía de las personas que abandonaban el lugar. Caminaba por los alrededores y estando solo se dió cuenta de lo agradable que eran las áreas verdes de la universidad, los grandes árboles, la brisa era vigorizante y tranquila.

Caminaba solo disfrutando su paseo, observaba como pocas personas también se quedaban un rato más, tomando un respiro antes de seguir con las rutinas y jornadas del día. Le habría encantado tener en ese momento un libro que leer, uno de buenas historias, clásicas o mitológicas, uno que hablara de Aquiles y su talón, de Dorian y su retrato, la paradójica hoja de tilo en la espalda de Sigfrido, ese tipo de historias que hacen relevancia a la mortalidad del ser por encima de cualquier cosa.

Su caminata lo llevó hasta la facultad de química de la universidad, en ella había un pequeño jardín con un robusto árbol de tejo, que para Dilio parecía un buen lugar de descanso, se acercó poniendo un poco de entusiasmo a cada paso, y al llegar, justo detrás del enorme tronco y bajo las sombras estaba un chico que giró su cabeza con brusquedad ante la presencia de un intruso a lo que parecía su refugio. Entonces allí, como un encantador forastero, haciendo lo mejor que sabe hacer, Dilio sonrió. Y tras un corto tiempo sin palabras, en el infinito que abarca y se extiende en tan solo un segundo, rompió el silencio para decir, -Hola.

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Fuente

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Buena historia, recuerdo... Jejeje