PASIÓN POR LA BICI -- DOS TRENES Y UNA BICI --

in spanish •  7 years ago  (edited)
Aunque tuvimos que planificar esta aventura para un día domingo y así poder beneficiarnos con el privilegio que existe de que los domingos se puede subir la bici al Metro de Caracas, ésta no es una aventura de “Un domingo cualquiera”. Ésta es una aventura R.O.M Rueda o Muere. Los invito a que me acompañen en esta excitante rodada, foto tras foto, relato tras relato. Les aseguro es un encanto.

-¡Chamo! Vámonos este domingo a una rodada exploratoria por un sitio que me dijeron. –Propone Nixon con mucho entusiasmo al grupo. Por supuesto, él sabía a quién le estaba haciendo la propuesta y sabía que el entusiasmo con el que le íbamos a responder afirmativamente sería igual al de él.

-¡Dale pues!
-¡Vamos, Vamos!
-¡Yo voy!

Todos respondimos afirmativamente sin siquiera preguntar para dónde íbamos ni cómo era ese asunto que proponía. Sólo después de haber confirmado nuestra firme disposición de participación fue que Oswaldo (Oz) preguntó.

-Ajá. ¿Y pa dónde es eso?
-No sé. –Responde Nixon.- Es una vaina que me dijeron que y que hay un parque de un tren por allá por Los Teques, montaña pa dentro. Yo quiero hacer un recorrido exploratorio a ver si después lanzamos una rodada con un grupo grande.
-Ajá, ¿Pero ya sabes dónde queda? ¿Has ido? Insiste Oz
-No chico. Por GPS y Google Map nos guiamos y encontramos esa vaina. ¡Vámonos y ya está! Tiene que ser en domingo pa poder subir a Los Teques en el Metro y allá rodamos hasta el parque. ¡Llevemos todo preparado, comida y agua para un día entero de recorrido! Aunque por allá hay de todo.

-¡PLOMO! -Respondemos todos confirmando nuestra intención.

Nadie sabía para dónde íbamos, sólo que sería una aventura a un parque en una montaña. Pero yo, que todo lo estudio, sabía que el único tren que pasaba por Los Teques era uno llamado El Tren del Encanto y que son los vestigios en ruinas del muy antiguo Gran Ferrocarril de Venezuela, construido desde 1887 y que iba desde Caño Amarillo en Caracas, hasta Valencia, estado Carabobo. El mayor usuario de ese tren fue el Presidente Gómez, ya que le gustaba mucho estar entre Caracas, La Victoria y Maracay. Ese tren lo han intentado recuperar infinidad de veces, adjudicándole innumerables presupuestos que fueron cobrados y luego pasaron a la gaveta del olvido. Según cuentan, el paseo era bellísimo. Los paisajes, la vegetación, los túneles y los puentes, recuerdo mucho que se contaba que a mediados de 1950, por ahí, ese tren fue asaltado por unos guerrilleros y mataron a un poco de gente. Tal parece que desde ese entonces, ese tren, más nunca volvió a funcionar y quedó en el abandono.

-Nixon. Esa vaina se llama el tren del encanto. –Le digo.
-Ése, ese mismo es. Así fue que me dijeron que se llamaba esa vaina. Allí y que hay un parque y uno entra y hace el recorrido. El Parque del Tren del Encanto. Pa allá es pa donde vamos.

Listo. Todo quedó acordado. Punto de encuentro para nuestra entrada al Metro en Caracas, hora y asistentes.

Llegado el domingo acordado, muy temprano, tipo 5:00 am comienzan a llegar los mensajes por el celular. Una sola palabra: “Activo”. Ésa es la clave para indicar que estamos listos, que nadie se quedó dormido ni se echó para atrás. Cada uno sale rodando en su bici desde su casa para encontrarnos y viajar en Metro juntos hasta los Teques. La gente nos ve con asombro cuando entramos caminando pero con la bici hasta los vagones y se asombras más todavía cuando ven que los operarios del Metro nos facilitan el paso abriendo las puertas al lado de los torniquetes. La gente pone cara de “¡¿Pero bueno y entonces?! ¿¡Quéjeso!? Y arrugan todo jajajaja. Nosotros seguimos caminando serenos esquivando miradas y murmuraciones. Pero luego, al estar ya montados en el vagón, comienzan las preguntas y al ver que los ciclistas somos personas, alegres, siempre felices y bien dispuestos a lo que salga, comienzan a conversar con nosotros y a preguntar de todo. Allí les cambia la cara y hasta se hacen amigo de uno y nos sonríen deseándonos suerte en el recorrido. Así somos la gente de por estos lados. Llegamos a Los Teques y comenzamos a rodar. Todos en grupo detrás de Nixon. Supuestamente él va muy bien informado y cada 200 metros para a revisar el GPS del teléfono.

-Ya va que por aquí no hay señal. Sigamos más adelante. Por aquí debe ser.

Todos les seguimos muy animados. A algunos ya nos comienza a dar hambre. Los ciclistas comemos mucho. Nuestro cuerpo quema muchas calorías constantemente. Es un metabolismo de atleta de alto rendimiento. Así que algunos paramos a comer mientras Nixon y Oz continúan fajado con sus teléfonos tratando de encontrar el bendito parque. Preguntan a la gente y nadie sabe nada jajaja.

-Bueno vale, ¡sigamos por acá! Seguro que lo encontramos.

Recorremos las avenidas de la ciudad buscando ir bordeando la montaña con la esperanza de encontrar la entrada de parque, pero nada de nada, hasta que encontramos un caminito de cemento que se separa de la avenida y se mete incrustándose en la montaña.

-Por aquí, por aquí. - Grita Oz. – Por aquí tiene que ser esa vaina. ¡Vamos pa´llá!

Todos seguimos rodando por ese caminito hasta encontrarnos con una especie de cueva que entraba a la montaña, toda cubierta de humedad y musgo, parecía una quebrada de aguas negras. Paramos. El tronco de un árbol caído truncaba el camino. El agua que de allí salía no tenía buen aspecto y el túnel que se veía la final era lúgubre de película de terror.

-¿Tas loco? ¿Cómo nos vamos a meter por esa vaina? Gritaban algunos
-Por ahí lo que nos pueden salir es un poco de malandros. ¡Es no es la entrada de un parque!
-¡Tú lo que estás es fumao!
Jajajaja arrancamos a reír todos. Algunos nerviosos pero todos ya con la adrenalina recorriendo la sangre.
-Yo voy. – Les dije con decisión. - ¿Qué coño va pasar allí? No ven que no hay nadie. ¿Quién te va a hacer qué? ¡Rueda o Muere vale!

Todos con un temor de ese que llaman culillo veían que yo iba avanzando y pasé por debajo del tronco, avancé unos metros, paré y volteé a verlos.

-Bueno dale. Verdad que ahí no hay nadie. ¿Qué nos va a pasar? –Dijo Franco dando ánimos a los demás.

Nos fuimos metiendo de uno en uno hacia la lúgubre entrada. La cueva de Drácula parecía esa vaina. Jajajaja. No tenía mal olor, así que no eran aguas negras, además, ¿De dónde iban a salir aguas negras si por allí no había casas y era la parte elevada de ese camino?. Más bien parecía un nivel freático de un manantial.


-Bueno, ésta no es la entrada de un parque. Pero qué carajo, vamos a echarle bolas.-Dijo Nixon que venía con su hijo detrás de él y no decía ni una palabra, sólo iba con los ojos pelaos y no se despegaba del grupo.

Reynaldo comenzó a sacar linternas de todas partes, una en el casco, otra en el manubrio, el celular en la mano. Aquello era la boca del lobo. Y quién sabía a dónde coño íbamos a salir después de atravesar el túnel. Gritadera, silbidos y jodedera mientras atravesábamos ese oscurísimo pasaje.

-¡Marico cállate! ¿No ves que si hay unos malandros nos van a escuchar? Dijo uno en medio del túnel.
-¿Qué malandro un coño? No ves que a esos bichos les da miedo meterse pa ´cá. ¡¡Sigue rodando!!

Risas nerviosas y la luz al final del túnel. Los durmientes y los rieles se empiezan a sentir debajo de nuestras ruedas.

-¡Marico por aquí sí es! Aquí están los rieles del tren. -Dice Reinaldo apuntando con una de sus linternas el piso y dejando ver las vías del tren.

El famoso Tren del encanto. Todos apresuramos el ritmo para llegar hasta el otro lado y terminar de salir de esa oscuridad, con la curiosidad de ver lo que nos esperaba al otro lado del túnel. Una vez salimos del túnel, todos quedamos maravillados pero igualmente perdidos. Con los ojos más abiertos que lo normal estábamos admirando lo mágico del lugar, lo virgen de esa naturaleza. Tal parecía que por allí no había pasado un alma en años.

-Ajá, ¿Y el parque? – Lancé la pregunta al aire y todos echamos a reír.

Aquello era monte y culebra y más nada. Hasta las vías del tren se desparecían en el tupido monte. No había camino, no había rastro de alguna vía o indicio de que desde allí se llegara a alguna parte. Monte, monte y más monte.

Nixon, que fue el promotor de la incursión, se pone a hablar con Oz que es el más experto en exploratorios y ha rodado bici por toda Venezuela.

-¿Qué dices Oz? ¿Le echamos bolas?
-Yo le echo. – Dice Oz – La vaina es si los demás también le van a echar. No hay camino, esa es la otra. Habría que ir contra el monte dando tumbos sobre los durmientes y eso es burda de fuerte. Hay que echarle piernas. Yo lo hago. Mi pregunta es si los demás lo hacen. Una vez que arranquemos, no hay vuelta atrás. El camino es largo y debemos llegar hasta casi la Victoria. Son como 50 kilómetros.
-Vamos vale. Yo voy.- Le dije.- Yo no me voy a echar para atrás
-Sí, el problema es que no hay camino y el monte está muy alto y cubre todo, inclusive las vías del tren. Tendríamos que ir a ciegas brincando sobre los durmientes y guiándonos por los rieles. –Dijo Franco – 50 Kilómetros así no es nada fácil, pero yo le echo. ¡Vamos!

Todos nos quedamos viendo nuestras caras en silencio como por tres minutos, subimos a nuestras bicis y con la consigna R.O.M en nuestras mentes, nos lanzamos monte adentro, hacia lo desconocido. Ni la menor idea de hacía dónde nos dirigíamos. Si veníamos al tren del encanto y ya habíamos encontrado las vías, íbamos por buen camino, ¿Hacia dónde? No sabemos, pero vamos. Mientras nos mantuviéramos sobre las vías del tren, saltando los durmientes, a algún lado llegaremos. Era una labor difícil, los durmientes sobresalían unos 10 centímetros sobre la tierra y los rieles otros 10 centímetros más, el monte, llegaba hasta más elevado que nuestra cabeza. No veíamos por dónde rodábamos y si no le agarrábamos el ritmo al salto entre durmientes, la bici se clavaba en seco contra uno de ellos quedando frenada del todo y nos caíamos. En la siguiente foto, una caída en cámara lenta sobre la cama de Heidi jajaja pura paja. Quedé frenado en seco contra un durmiente, perdí el equilibrio y en cámara lenta me fui de lado sobre el pajonal.

Un fenómeno que ocurre a los ciclistas es la elevada secreción de adrenalina. El efecto en nuestra actitud es muy fuera de lo normal. Te puedes caer sobre rocas, dar vueltas destartaladamente, golpearte por todos lados y no causa dolor ni asombro, mucho menos miedo. Mientras te caes vas riendo, cuando estás en el piso estás riendo y luego no te puedes levantar por la risa. Cuando tus amigos vienen a ayudar, si se contagian de la risa, tampoco pueden ayudar. Sólo pensarlo y escribirlo ya me causa risa jajajaja. Hay que saber medirse porque también hace que uno sea más arriesgado y atrevido y en rodadas extremas como éstas, en el medio de la nada y sin acceso de nada, un accidente sería algo más complicado que en otras circunstancias.


-Son como 7 (siete) túneles y 5 (cinco) puentes, según me contaron –Dice Nixon mientras paran para ayudarme a levantarme.
-Coño debe ser fino. En uno de esos túneles fue le ataque guerrillero de los años 50. Vamos a ver cuál será. –Comentó uno del grupo.

Continuamos rodando por espacio de 20 minutos cuando ya vimos el siguiente túnel. Nuestro ánimo iba mejorando. No sabíamos dónde estábamos, a dónde íbamos pero los indicios que las vías y el túnel nos daban eran buenos.

Paramos a la salida del túnel para hacer observaciones y especulaciones.

-Éste es chamo. Aquí es donde mataron al poco e gente. Mira, ahí dice el número del túnel. –Decía Reinaldo mientras señalaba unas inscripciones que decía el número del túnel grabado en el dintel.
-Naaaah aquí no fue. ¿No ves que estamos todavía muy cerca de Los Teques. Fue más adelante. Le respondía otro del grupo.
-Vamos a seguir rodando chamo. - Interrumpió Oz.- La vaina es lejos y todavía falta que jode.

Subimos todos a las bicis y continuamos. Ahora en un ambiente un poco diferente al anterior. El monte era menos espeso sobre los rieles y la vegetación más boscosa, más verde. Parecía que íbamos dejando ese pajonal atrás en el camino. Pues no. No fue así. El monte se hizo más espeso y cerrado, los durmientes desaparecían a nuestra vista. Continuábamos en nuestros esfuerzos por seguir avanzando. Era más verde, sí, pero más cerrado también. Al pasar una pequeña curva se abrió un poco el camino y de repente nos encontramos con el primer puente. Una vieja estructura de acero y madera que aunque bastante raída por el tiempo, todavía se mostraba firme y en pie. Frenamos todos al llegar al mismo. Nadie cruzaba y todos nos hacíamos la misma pregunta.

-¿Ajá? ¿Y ahora cómo vamos a cruzar esa vaina? –Preguntó el hijo de Nixon que venía ya cansado de tanto monte y golpes sobre los durmientes.
-Bueno chamo, cada quien agarra su bici sobre el hombro y pasa caminando. - Respondió Oz.
-¿En serio? –Remilgaba cruzando los brazos, el hijo de Nixon.

Otros ni se acercaban a ver el puente. Luego me enteré que sufrían de vértigo y el sólo pensar en tener que cruzar por allí con las bicis cargadas y haciendo equilibrio de durmiente en durmiente, les daba de todo. De lejitos lo veían y se acercaban despacio a ver quién se iba a atrever a cruzar de primero. Oz, Franco, Nixon y yo nos adelantamos a cruzar. Luego nos devolvimos a ayudar a Reinaldo que venía más asustado que palo de gallinero, por no decir la otra palabra jajaja.

-Chamo, es que esta vaina a mí me da burda de culillo. –Decía Reinaldo mientras caminaba tembloroso y Franco y yo le ayudábamos.
Aunque él me decía que yo no le estaba ayudando nada sino lo contrario, que le daba más miedo verme caminar y hasta correr y saltar de durmiente en durmiente.
-Chamo, Julio. Ponte pa´llá afuera mientras yo cruzo, ya me tienes cag…. –Decía Reinaldo que estaba como palo ´e gallinero con risa nerviosa y agachándose para no perder el equilibrio mientras Oz nos tomaba fotos.

A medida que avanzábamos, la vegetación se iba abriendo poco a poco, ya alcanzábamos a ver paisajes abiertos cuando pasábamos por los salientes de las montañas pero igualmente, al adentrarnos en las partes internas de la misma, se hacía boscosa y sombría. El camino era muy variado entre bosques silvestres, monte cerrado y árido seco. Ya comenzaban a verse tramos con un muy angosto sendero al lado de las vías del tren en los que podíamos rodar con menor dificultad sin brincar de durmiente en durmiente. El impacto de los brincos comenzaba a ocasionar dolor en las muñecas, las manos y hasta en todo el cuerpo. Los puentes y los túneles se hacían más frecuentes y se acortaba el tiempo entre uno y otro. Ya íbamos agarrando costumbre de la vegetación y el tipo de camino. Nos hacíamos expertos. La velocidad le agregaba emoción al recorrido. Los recónditos paisajes nos sorprendían luego de cada curva, los túneles y los puentes eran impactantes, nos trasladaban a tiempos remotos, a los tiempos cuando fueron construidos. Nos sentíamos viajeros del tiempo explorando en locaciones abandonadas, pasajes fantasmas donde la Naturaleza pareciera que nos observara con singular curiosidad y discreto sigilo. Viajeros de otros planetas en incursión de exploración donde todo nos parecía fascinante e inédito, como si fuésemos los primeros en pasar por allí después de siglos de abandono total. Perdidos ya no sólo en el lugar, sino en el tiempo. Digo perdidos porque llevábamos horas rodando sin saber hacia dónde nos dirigíamos, ni dónde estábamos. Con destino incierto seguíamos las vías del tren, el Tren del Encanto. R.O.M.

No hace falta decir que en cada túnel se hacían las mismas afirmaciones.

-Chamo, aquí sí fue donde los guerrilleros mataron el poco de gente
-No chico, ¿tú estás loco? Aquí no debe haber sido, seguro fue en el anterior
-Pana es que este túnel es burda de creepy. Aquí fue la vaina
-Naaaaa jajajaja ustedes se están fumando una vaina rara. Vamos a seguir.

Hablaban todos en desorden mientras otros aprovechaban la parada para hacer pipí o tomar agua. La vía del tren seguía bordeando la montaña. Cada saliente era un paisaje hacia un muy lejano horizonte desde un altísimo acantilado de muy peligrosa pendiente. Tremendo barranco pues, como decimos acá.

-Chamo, el que se caiga por aquí pa´bajo se jodió. -Decía Oz de manera jocosa.- Le lanzamos una crucecita y seguimos. ¿Quién coño lo va a ir a buscar pa´lla abajo?
-Jajajaja
Muchos nos reíamos, otros nos veían con cara seria dejando ver que estaban como palo ´e gallinero.
-Jajajajaja.
Eso nos ocasionaba aun más risas. De repente, cruzamos hacia una entrante siguiendo las vías adentrando a un pequeñito bosque que difícilmente dejaba ver uno de los puentes. Era el puente sobre el acantilado más grande. El hueco hacia abajo era hondo que jode. Todos paramos y los que sufrían de vértigo casi arrugan.
-Chamo. ¿Otro más? -Decía Reinaldo con voz asustadiza y entrecortada- Y éste si está peligroso de verdad. ¡Qué bolas!
-Jajajaja -Oz, Franco y yo nos reíamos adelantándonos a cruzar.
Nixon estaba en mute, ya que su hijo estaba a punto de arrugar.
-Hubiera sabido que esta vaina era sí y no vengo. –Decía un poco molesto- Me hubiera quedao en la casa viendo televisión.
-¡No chico! ¿Tas loco? ¡No digas eso! Ya vamos a llegar
-¿Llegar? ¿A dónde? Cada vez vamos más lejos y luego hay que regresarnos por este mismo camino. Nooo jodaaa… Si ni siquiera sabemos pa’donde vamos. No jodaaa
-¡Pero no le pares chamo! –Replicaba Franco tratando de darle ánimo- Esto es tremenda experiencia. Te quedas en tu casa y estuvieras ladillao, rascándote las bolas, en cambio aquí estás viendo y haciendo algo que nadie más hace.
Cuando yo pude ver bien lo alto de ese puente, me dije: “Aquí es” ese era el lugar para hacer algo que es costumbre en mí con cada viaje que hago. Con mucha emoción corrí hacia el centro del puente mientras Reinaldo y Jeferson gritaban.
-¿Chamo estás loco? Deja de correr por esa vaina. Mira que si te caes ahí sí que te jodiste pal coño.
Reinaldo con risa nerviosa caminando agachado casi gateando. Franco le pasó su bici por el puente y Jeferson con cara de culo esperaba el chance de cruzar lo más rápido posible para pasar el susto rápido. Ése sí que estaba cag…. jajajaja
Oz ya había cruzado y nos esperaba al otro lado recostado de su bici diciendo.
-¡Apúrense pues! ¿Cuál es la pensadera? Mientras más lo piensen, más culillo les va a dar.
Atrás quedaba un grupo de cinco, con Nixon y su hijo, agarrando ánimos y fuerzas de donde ya no tenían. Entonces, en el centro del puente, me acerqué a la orilla y aproveché la oportunidad para hacer lo que siempre hago. Tomar una foto al borde de un puente.

Esperamos hasta haber pasado ya todo el grupo por el puente y continuamos el camino. Según la cuenta serían ya dos túneles más y llegábamos, pero aún la distancia era incierta. Al frente de nosotros se abría un camino al borde del acantilado con todo el monte quemado y un senderito de treinta centímetros de ancho por toda la orilla del barranco y al lado de las vías del tren. Ya no había monte ni durmientes con los que luchar en contra. Ojos bien abiertos y manubrio bien agarrado para aplicar la máxima velocidad posible. Ya queríamos llegar, a donde sea que fuésemos a llegar, pero la curiosidad nos comía y el hambre comenzaba a jugar papel determinante en nuestro desempeño, por lo menos en el mío, que como muchísimo jajaja. Efectivamente, pasamos dos túneles más. Ya los comentarios de que en ese era el que habían matado al gentío se hacían menores, aunque no ausentes jajajaja. El clima y la vegetación comenzaban a cambiar. Cada vez eran un poco más áridos en los salientes y el aire se hacía diferente. Aunque eso no quiera decir que estamos llegando, por lo menos dice que ya habíamos adelantado tanto que no estábamos cerca de donde comenzamos, además, todavía no sabíamos a dónde íbamos a llegar, ni dónde estábamos. Los únicos indicadores de…. pffff jajaja de nada, las vías de un abandonado tren y más nada, eso era todo lo que podíamos contar jajajaja seguir rodando especulando de que llegaríamos a la ciudad de la Victoria y allí poder comer, descasar y retomar el camino de regreso por la carretera vieja. El cuento del Parque del Encanto era sólo eso, un cuento encantado.
Luego de pasar los dos túneles, se abría el camino en una montaña quemada y el pequeñito sendero a su lado como ya lo había mencionado. Los paisajes ya no parecían repetidos, sabíamos que no estábamos dando vueltas en círculos porque continuábamos por los rieles. Luego de una curva vemos algo diferente a todo lo que habíamos encontrado. No sabíamos qué era, la vegetación lo cubría mucho. Paramos. Ya no se veían barrancos y el terreno comenzaba a hacerse amplio, muy cubierto de monte, pero más amplio. Aquello que vimos y que nos hizo parar a investigar resultó siendo un viejo vagón de tren que estaba abandonado. Por fin encontramos algo además de monte. Había postes y acometidas eléctricas que hacía cambiar de territorio fantasma a algo diferente.

-¿Viste? – dice Nixon- Ya vamos a llegar a una estación.
-Pues así parece. Esto no llegó solo aquí y ese poste eléctrico dice que debemos estar cerca.-Respondió Oz
Bajamos por un momento a tomar agua, unas fotos y curiosear ese antiguo vagón al lado del camino. El mismo no se encontraba sobre las vías. Estaba a un lado, dejado de una manera botada por así decirlo.

Estuvimos allí por unos minutos, hablando, especulando de todo lo que veíamos y estimando a qué nivel de la carretera estaríamos, a dónde llegaríamos y cuánto faltaría. Muchos pensábamos que llegaríamos a la Victoria, a la carretera vieja. Ya deberíamos estar cerca de allí. Ciertamente que ya deberíamos estar más cercanos a nuestro punto de llegada que a nuestro punto de partida. Mucha era la distancia ya recorrida.

-Bueno… ¡Vamos a seguir! Ya quiero llegar, sea donde sea que lleguemos. La travesía ha sido muy buena hasta ahora y quiero ver qué otras cosas vamos a conseguir más adelante.-Les dije con ánimo de seguir adelante.

Continuamos. El camino era diferente al anterior, por lo amplio, igualmente con mucha vegetación cerrada, cosa que nos hacía volver a la antigua modalidad de rodar sobre los durmientes y contra el monte alto y cerrado. Íbamos nuevamente como adentrándonos hacia la montaña. Las vías del tren se hacía más deterioradas y los durmientes destruidos y muy irregulares. Afortunadamente ese tramo duró poco y fue el último. ¡Al fin llegamos! Una sensación extraña nos invadía a todos. Era difícil de ubicar o identificar. No se sabe si era de alegría, satisfacción o desaire por todo lo pasado y el recorrido tan fuerte. Ciertamente el recorrido, a pesar de haber sido una total aventura única, lo forzado de la misma hacían tomarle con menosprecio. Sí, está bien, lo logré, pero el coñ*#%& de su…... Ese recorrido es de locos y aun habiendo llegado no nos causaba la gran satisfacción, digo una satisfacción total, plena de logro y éxito jajaja. ¿Pero por qué? Habíamos llegado, logramos lo que queríamos o ¿No? Bueno al lugar al que llegamos daría un poco la explicación de esa extraña y controversial sensación. Yo estaba feliz, con mucha hambre pero feliz por haber pasado y visto todo lo que pasamos y vivimos.
Estas fotos dicen un poco acerca de lo que ocasiona lo controversial del asunto. Llegamos, sí. ¿Pero a dónde? Llegamos a un callejón sin salida lleno de las ruinas de lo que había sido un repetido intento de recuperación de un sueño olvidado que pertenecía a algún ser olvidado en la historia de esos mismos repetidos intentos de recuperar aquello. Recordé el nombre de la canción de la tierra del olvido y las frases: “Esto es tierra de nadie” y “Esto no tiene dueño” Eso es lo que causaba cierta frustración al verlo, ya que en realidad era un ambicioso proyecto que habría sido un bonito paseo a través de las montañas en un pintoresco tren de antaño. Algo turístico y con mucho atractivo. El lugar intentó ser un llegadero con restaurante, estancias, terrazas y jardines, pero nunca llegó a nada. Pfffff cuando las cosas no tienen dueño… :(
Comimos… ¡por fin! Jajajaja nos sentamos a la sombra de unos inmensos árboles que abundan en el lugar, cada quien había llevado su propia comida y bebida. Nos relajamos un rato hablando y especulando del lugar. Cada uno exponía su ideal de proyecto para un lugar como ese. Lo remoto del lugar y lo inaccesible a través de cualquier otra vía dificultaba encontrar alguna propuesta factible o muy atractiva, era algo así como el hotel de la película El Resplandor, un paraje en el medio de la nada totalmente aislado de todo y sin vías de comunicación ni escape. Puuuffff nada que ver allí. Aquello es selva adentro arrinconado en un nicho de un muy perdido bosque. El paseo en tren es el gran atractivo del complejo pero nunca ha habido alguien verdaderamente interesado o que le duela el proyecto y se involucre haciéndolo su sueño. Bueh… Terminaron las especulaciones y comenzamos en una exploración individual que arrojó como conclusión que no había salida hacia adelante. El único camino a salir de allí era por donde llegamos. Las vías del tren se adentraban en una selva tan alta y tupida que hacía imposible el paso por allí. No había manera de seguir, había que regresar por dónde vinimos.

Nos despedimos de este selvático lugar haciendo unas últimas fotos. Disfrutando de ese pequeño pueblo fantasma, en algunas estancias así se sentía. Había unos cuartos como sótanos en ruina debajo de la terraza donde daba mala vibra entrar. Nos asomábamos desde la entradita y todos acordamos que no nos sentíamos bien entrando allí. Nadie quiso, ni yo que suelo ser osado. ¿Para qué? Estaba muy lejos de casa, con un camino que ya conocíamos bastante rudo para recorrer. No tenía nada que buscar en ese lúgubre sitio.

Foto de despedida desde el balcón de la casa club. Lugar que proyectaba tener restaurante, café, cocinas abiertas y estancias con chimeneas con una vista hacia el bosque en el cual se encontraba incrustado. El camino de regreso es largo y rudo y ya veníamos cansados y algo estropeados. Pero la adrenalina todavía corre por las venas y completar el recorrido hace una nueva aventura por realizar. Además, si no nos apurábamos no llegaríamos a tiempo para tomar el Metro de regreso en los Teques y tendríamos que recorrer un largo trecho de regreso a Caracas. Emprendimos el retorno. Con mayor ánimo del que pensábamos podríamos tener. En esta ocasión no realizamos paradas para ver los lugares, ya los habíamos visto. ¡A rodar!

Sorpresivamente, a un tercio del camino, Oz, que iba adelante y se había desprendido del grupo, se topó con un viejito en el camino quien a la orilla de las vías, en un bajo, tenía una granjita y un ranchito. Cuando llegamos, lo encontramos hablando con él. El señor era andrajoso, lleno de tierra de la granja, con una barba larga y descuidada y muchos harapos lo cubrían desde la cabeza a los pies y no se le entendía mucho lo que hablaba. Todos nos extrañamos mucho, incluyendo a Oz que fue el primero que se topó con este personaje.

-¿De dónde salió este viejito? Si nosotros pasamos por el mismo camino de ida y no había nada de esto, ni él, ni el rancho, ni la granjita. No había otro camino, eran las mismas vías del tren por donde fuimos. –Preguntaba Franco bastante confundido
-¿De dónde vienen ustedes? –Preguntó el viejito con una voz enredada y tenue.
-Vinimos desde los Teques, fuimos hasta la estación del tren y ahora venimos de regreso hacia los Teques. –Respondió Oz
-Mmmmm ¿Y cuándo pasaron que yo no los vi?
-Pues temprano por la mañana y nosotros tampoco lo vimos. –siguió Oz
-¿En bicicleta? Qué raro que no les hicieron nada… -dijo el viejito- Por aquí asaltan a todo el que pasa y más adelante es peor todavía. No se vayan por allí. Métanse por este caminito para arriba por la montaña que allí mismito salen a la carretera y se van por allí hasta los Teques.






Oz, Nixon y yo hicimos un pequeño exploratorio a pie por el caminito que nos indicaba el viejito para ver las condiciones del mismo y si era posible pasar por allí con las bicicletas mientras el grupo se quedaba al pie de la montaña esperando, alejados del viejito porque ninguno quería acercársele. Ya de regreso…

-Así es muchachos, ¡Vámonos por aquí! Allí mismo está la carretera vieja y hay unas casitas y todo. Subir con las bicis será fácil y está muy cerca. –Le informamos al grupo.

Todos nos extrañábamos aun más. ¿De dónde había salido ese misterioso lugar con ese más misterioso personaje? La cara de Franco era todo un drama de intriga con los hombros encogidos nos miraba a todos como preguntando con la mirada y se volteó a hablar con el viejito.


-¿Pero de verdad asaltan mucho? –Le preguntó Franco
-Sí.-dijo el viejito- No perdonan a nadie y más adelante es peor. No se vayan por allí, salgan por donde les digo. ¿Ustedes no tienen miedo?
-No. Nosotros andamos en grupo. ¿Pero usted? ¿Usted no tiene miedo? Usted anda solo.

Y el viejito respondió

-Cuando estaba vivo sí. –Con una sonrisa medio macabra que apenas dejaba ver su espesa y enmarañada barba.

Todos nos vimos las caras con los ojos pelaos como un cuchicuchi y sin decir ni una palabra salimos volando de ese lugar vía la montaña para acortar camino por la carretera.

-¡Apúrate marico, no te pares ni voltees! ¡Sigue sigue! –decía Oz con risa nerviosa y voz temblorosa mientras pedaleaba montaña arriba sin parar ni voltear.
-¡Pedalea guevón! ¡No se paren! ¡No se paren!
-¡No se queden atrás! –Gritaba Franco mientras no paraba de pedalear.

En apenas tres minutos ya nos encontrábamos a la orilla de una calle asfaltada en una urbanización de orilla de carretera. Ninguno lo podía creer. ¿Cómo es posible todo aquello? Sin saber dónde estábamos, nos íbamos por la única alternativa que veíamos. Perdidos por completo, pero sólo había un camino. Pronto encontramos unos señores en una esquina y les dijimos que queríamos llegar a los Teques. Nos indicaron por dónde tomar y eso hicimos. En sólo 30 minutos, no sin antes parar en el primer sitio que vimos que vendían cervezas para tomar una y reponer energías además de refrescarnos, ya estábamos entrando a la estación del Metro en los Teques, faltando escasos 5 minutos para que venciera la hora de admitir bicicletas a bordo de este tren, uno de los dos protagonistas de este relato de DOS TRENES Y UNA BICI.

Ya en el metro, sólo era cuestión de una hora para estar de regreso en Caracas, donde cada uno iría bajando en la estación más cercana a su casa.

De izquierda a derecha: Nixon, Rosmery, Oz (en el cuarto de máquinas), @norecuerdosunombre, Franco, Luis Edgardo, Jeferson, Julio (en las calderas), El hijo de Nixon, Reinaldo.

NOTA: La fotos, los relatos, los inolvidables recuerdos, la satisfacción y la imborrable sonrisa que me quedó de este paseo, son míos. Toda la naturaleza en estas fotos no le pertenece a nadie, pero nosotros sí a ella.

R.O.M.



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Jajaja, Qué hermoso artículo Julio, las fotos estupendas y el relato muy ameno, siempre que escribes me sumerges en tus experiencias.

Oye impresionante el recorrido. Muy divertidas las fotos :) @juliomendoza01. 100% Apoyo.

jajajaja tremenda experiencia!
Sabes? He estado pensando en comprarme una bicicleta... Quien sabe, puede que tambien tenga yo hermosos recuerdos (hasta las caidas serán hermosas jajaja)
Gracias por compartirlo, muy bonito.

De verdad mis respeto hermano, motivador tu espiritu aventurero tienes una buena percepcion de la vida ya que te gusta ir a conocer nuevos horizontes, nuevos retos...de verdad felicidades por tu post (y)

De verdad que tuve que tomarme mi tiempo para leerlo, pero valió la pena me encanta tu pasion :) Saludos

Gracias por leerlo. Esa es mi pasión de la cual necesito me hagan una recitación jajajaja ¿Conoces a alguien que sepa hacer poemas? ;)

A veces escribo poemas, pero son mas dedicados al área de la comedia, aunque podría intentar algo nuevo.

jajajaja ACTIVO ACTIVO, mas nada!! jajajaj Tremenda historia hermano, se nota que le colocaste, esas aventuras son un tripeo, uno comienza con animo full, después llega el hambre y te echa broma, pero después que comes y llegas al objetivo Full energía de nuevo. Uno goza un mundo como ciclista y con los panas del grupo ni se diga, jajaja lo del viejo fue un Beta! jajajaj Sape gato! y la curdita No pude faltar jajajaja. Y yo no sabia lo del metro, quede impresionado! que bueno enserio... si sabia que en ccs trancan ciertas Av los domingos para los ciclistas. Saludos!

wow el espíritu aventurero y la pasión por el ciclismo extremo... usted es muy valiente... la experiencia y el mensaje que nos transmite es algo de verdad calidad. motivador, sigue así colega.

Excelente proyecto hermano.

Voy a repostear para leer con más calma, pero TREMENDA AVENTURA lanzarse para el Tren del Encanto en bici.

Que impresionante historia. Eso del señor con la barba da miedo, a mi me sucede eso no se si correr o me orino jajaja ese señor ¿no sera un doncito que los trolleo? jajajaja. Oye 30 minutos de pedaleo para mi es bastante fuerte y agotadora claro tu estaras acostumbrado ya.

Tu fotos son siempre originales ademas de variadas amigo :) esas visitas que haces a esos sitios son estimulantes y relajantes a la vez para el alma.

Hola @juliomendoza01. Gracias por haberme llevado de paseo por sitios tan magníficos. Son ustedes todos unos temerarios. La cuestión del viejo loco me dejó con los ojos pelaos; todavía me queda la duda si de pana vivieron eso o tu lo metiste extra para echarnos un susto a tus lectores jajaja.
Bueno, no soy de mucho ejercicio, paso el día entre libros y música, pero con este relato me provocó buscarme una bicicleta y hacer algo de R.O.M. jajaja.
Gracias por compartir Julio, de pana gracias. Sigue haciendo contenido similar. Saludos desde la comunidad de @reveur.

una maravillosa aventura..! Me enamoras!

<3 <3 <3 jajajaja qué bueno que te ha gustado.

Que lindo esa experiencia y mas poder realizar compartiendo y en union!

Me pareció muy chistoso en el texto muchas expresiones durante los dialogos hahaha!

¡Namaste!

Qué bueno que te gustó. Eso me inspira a seguir creando y desarrollando. ¡Namaste!

Qué aventura tan brutaaaal, me gustó demasiado jajaja, la verdad no me esperaba esta parte del viejito: "Cuando estaba vivo sí". WTF? Jajajajaja qué loco de pana, a pesar de todo el esfuerzo seguro valió la pena totalmente esa experiencia.

Gracias por compartir este tipo de contenido, tu forma de narrarlo es estupenda y aparte de que es sumamente interesante, sigue así.
Considero que tu publicación merece más votos, pero bueno seguro muchas personas realmente no lo leyeron, de lo que se pierden :(. Repito, brutal <3. Saludos :).

Gracias bro... Qué bueno que te gustó. Yo voy a seguir teniendo y escribiendo aventuras como estas. Activo siempre. Saludos

R.O.M: Rueda o Muere :)

Excelente experiencia @ juliomendoza01
Vivir desde lo que nos apasiona es realmente vida, no hay duda de ello.
Abrazos y más éxitos!

Así es. La vida es para vivirla.

Me encanta esa ruta. Aunque en bici debe ser aún mejor.

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wAOOOO!!

Brutal, yo quiero hacer esa ruta! Quiero hacer esa rutaaaaaaaaaaa..