Desde hace algún tiempo un amigo aficionado a la lectura me había sugerido leer a Vargas Llosa, de hecho decía que era un sacrilegio que no lo hubiera hecho aún. La insistencia fue tal que me prestó un ejemplar de La Civilización del Espectáculo, y debo admitir que me encantó y me hizo sentir superficial y culta solo en apariencia; eso fue ya algunos meses atrás y el destino, o las fallas de internet, como prefieran llamarlo, me llevaron a conocer la escritura de ficción de este autor con Las Travesuras de la Niña Mala.
De entrada, me sorprendió el cambio con la prosa de ficción a la más técnica que había leído antes, el uso de coloquialismos es casi abrumador, pero luego que te acostumbras, te adentras realmente en el Perú de los años 50. Por supuesto, hay palabras que deberían ser copyright de Vargas Llosa como hablar de cosas atávicas.
En síntesis, esta novela nos narra la historia de Ricardo, un peruano que vive en París y sus amores esporádicos y tóxicos con una mujer que cambia de identidad como de accesorios, la Niña Mala. Ella viene y va cambiando de status y nacionalidad pero de alguna forma siempre regresando al Niño Bueno, Ricardo. En el trasfondo vemos la evolución, o más bien involución, política del Perú desde los años 50, así como avistamientos a la vida social de París, Londres y hasta Japón. Un romance que no puede ser bueno para nadie pero que nos atrapa como lectores.
Si no les molestan los SPOILERS no sigan leyendo, si no, no digan que no lo advertí.
Nuestro protagonista, Ricardo, es solo un típico niño de clase media de Lima, al inicio del relato, amigos, escuela, y por supuesto, el amor de verano; pero en este amor vendrá el karma de su vida, Lily, una chilenita que junto a su hermana Lucy ponen patas arriba a la sociedad miraflorina. Todo parece ir muy bien ¿verdad? Pues resulta que en una de esas fastuosas fiestas de quince años, sale a la luz que Lily no era ninguna chilena, era una peruana más que pretendía ocultar su humilde origen.
Lily es dejada atrás pero nunca olvidada, mientras Ricardo se hace con una carrera de traductor y cumple su gran anhelo de mudarse a París, donde comienza sus andanzas como empleado a destajo de la Unesco, entretanto se reencuentra con un amigo de la infancia Paúl, quien nos introduce en la movida guerrillera socialista de la juventud peruana. Esto me sorprendió sobremanera, para comenzar no sabía que tal movimiento peruano alguna vez existió y por otro, viéndolo desde el presente, me parece inverosímil que alguien alguna vez haya creído que Fidel y Cuba eran un buen ejemplo a seguir. En fin, entre los muchos “reclutas” que pasan por París como escala antes de ir a su entrenamiento a La Habana, tenemos a la camarada Arlette, sospechosamente desinteresada por la revolución y con unos ojos miel que Ricardo identificaría en cualquier sitio como los de Lily. Así es ha renacido con otra identidad. La Niña Mala se marcha a Cuba dejando a nuestro protagonista con el corazón roto.
Descubrimos su siguiente identidad cuando regresa a París como la flamante Mrs Arnoux, de alguna forma logra convencer a un desafortunado ejecutivo de la Unesco de casarse con ella, ahora es una socialité y comienza a probar las mieles de la alta sociedad. Es con esta identidad en que comenzamos a comprender el poco amor propio que tiene Ricardo, ella, casada, lo desprecia, se burla de él, pero aún así comparte su cama con indiferencia, hasta que de pronto un día, desaparece, dejando desolados tanto al marido como al NIño Bueno, la respetable Mrs Arnoux, no tuvo reparo en vaciar la cuenta de su marido e ir en búsqueda de un mejor postor.
Ahora nos presentan el Londres de los Beatles, y la liberación de sexual de la mano de otro de los compatriotas de Ricardo, un artista llamado Juan que es un hombre de su época hasta el punto que muere de una enfermedad apenas conocida llamada Sida, allí iba nuestro niño bueno a pasar temporadas, y como ya es su suerte, se encuentra con una nueva interpretación de la Niña Mala, resulta que ahora era una verdadera esposa florero Mrs Richardson, lo que ella siempre quiso, mucho mucho dinero pero olvidó pedir libertad. El esposo celopata no evitó que Ricardo volviera a arrastrarse e incluso llegó a considerarse mudarse a Londres para ser su amante. Sin embargo, el karma llegó y Mr Richardson descubrió que nuestra protagonista, había estado casada previamente en París, así que la mandó de patitas en la calle y sin una libra.
En el intervalo de esta nueva desaparición, un nuevo amigo es presentado, que como podemos predecir de un modo u otro nos llevará de nuevo a la Niña Mala, Salomón Toledano, intérprete por excelencia. Este personaje me dejó una de mis citas favoritas "No es culpa de Francia si seguimos siendo un par de extranjeros, querido. Es culpa nuestra. Una vocación, un destino. Como nuestra profesión de intérpretes, otra manera de ser siempre un extranjero, de estar sin estar, de ser pero no ser.". Este profesional fantasma nos lleva a las misteriosas tierras de Japón, donde ella, ahora Kuriko, es la amante-esclava-empleada de un poderoso hombre de negocios bastante turbios; hasta allí llega nuestro hombre sin dignidad a postrarse ante ella, y todo parece ir bien, incluso parece mostrarse cariñosa e ignorar a su “protector”, pero el golpe de gracia vendrá con un encuentro apasionado planeado para que Fukuda lo observe, y los posteriores insultos de la Niña mala.
Aquí, parece que Ricardo al fin va a quererse un poquito y poner fin al tema, vuelve a París, se llena de trabajo, su técnica para olvidarla, e ignora sus múltiples llamadas, hasta entabla amistad con los nuevos vecinos de su edificio; pero, y con él siempre hay uno, un buen día decide contestarle…
...y se encuentran en un café, a ella por fin le ha llegado lo que se merece, se encuentra enferma, sin un centavo, cuenta una historia fantástica sobre tráfico de sustancias, África, cárceles y violaciones. Lo cierto es que fue muy maltratada y parece por fin apreciar en algo a Ricardo, éste, masoquista como siempre, la instala en su casa, le paga los gastos médicas y hasta la clínica psiquiátrica, es en ese lugar que se descubre el alcance de las atrocidades de Fukuda hacia la Niña Mala. En fin, se recupera y hasta se casan, para obtener la nacionalidad francesa, que creían; ella busca trabaja y salvo unas cuantas desapariciones que casi le cuestan la vida a Ricardito, la historia parece dirigirse a un final feliz. El autor es tan amable que nos da a conocer el origen de Otilia, sí, ese era su nombre, y de su padre una especie de brujo de los rompeolas.
¿De verdad se creen que la Niña mala se iba a conformar con una vida burguesa de poca monta? Por supuesto que no, un día hace sus maletas y se va, por lo menos esta vez se despide. Ricardo sigue con lo que le queda de vida y trabajo (ya pisa los 50), y contra todo pronóstico comienza a salir con una treintañera algo hippie, Marcela, que lo arrastra a Madrid con la excusa de ajustarse al presupuesto. Una relación saludable, normal, armónica ¿linda forma de llegar a la vejez verdad? Pues resulta que no, Marcela, se enamora de un colega a la vez que la Niña Mala reaparece. Tras fingir orgullo por un rato, Ricardo accede a escucharla, le han detectado cáncer, extirpado las mamas y diagnosticado poco tiempo de vida. Menos de lo que se merece, si me lo preguntan; viene a hacer las paces y pasar sus últimos días con su “maridito”. Como ustedes y yo sabemos, ese hombre no puede contra Otilia y se fueron a vivir a la costa francesa, donde ella sobrevivió poco más de un mes.
Este final me hizo enojar al comienzo pero luego me di cuenta que, por cómo estaban construidos los personajes, no podían más que terminar juntos. A su vez, dije que había encontrado a una tipa más desgraciada que Jenny de Forrest Jump, y ahí noté muchos paralelismos entre Jenny y la Niña Mala, van, viven la vida loca y luego vuelven con el bobito que nunca les dice que no, solo después de sufrir y ser diagnosticadas con una enfermedad terminal. ¿Acaso Vargas Llosa se inspiró un poco en esta historia?
P.d. No sé si me extendí demasiado o me pasé con los spoilers. ¡Diganme su opinión!
Buen post @kalexandra... te sigo, para seguir leyendo tus escritos. Saludos
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¡@kalexandra! Muy bueno el contenido, sigue asi!
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