Me encanta esta carta. Me sentí identificada en todo sentido, sería las palabras exactas que me diría a mi misma porque ciertamente fui por mucho tiempo el bicho raro de la escuela y de todas partes.
Con apenas 6 años me senté a analizar libros de gran complejidad y los discutía con una profesora amiga de mi mamá, que impartía literatura en el liceo. Y pues, fue lo más cercana a una mejor amiga, con una enorme diferencia de edad, yo de 6 años y ella de 40 años.
Así fue como me coloqué encima el sello de rareza.