Las tristezas de un llanero. ¡Ah cosa grande sucede
en el preciso momento
en que llegan las tristezas
al corazón de un llanero,
y en sus desesperaciones
no encuentra veloz consuelo!
Las penas muy pocas veces
pueden llegar a su pecho,
y de la única manera
es cantando a cuatro vientos
con su cuatro melodioso,
-solidario compañero-
y en su caballo incansable
toma rumbo a los esteros
donde se anima con garzas
y gallitos laguneros.
Unas coplas lo reaniman
y el olvido es muy ligero
porque sabe que merece
el cariño más sincero,
y en el danzar de las palmas
van saliéndole mil versos.
Un llanero dura poco
con un guayabo cerrero
y vuelve después sanito
trochando por el sendero,
y pensando en otro amor
que al corazón le dé alientos.
Contemplando ya en la tarde
el paisaje sabanero,
encuentra la carne asada
del delicioso ternero
que le tienen preparado
sus atentos compañeros
porque a un llanero jamás
lo matará el sufrimiento,
y si muere es porque ese hombre
¡dejó un día de ser llanero!