La última vez les mostré un lugar hermoso de Venezuela llamado Calderas. Hoy les traigo la segunda parte del viaje, un pueblo a 30 minutos aproximadamente de Calderas llamado Altamira de Cáceres en el estado Barinas. Este pueblo fue el primero que se fundó en Barinas (1577) y conserva mucho la arquitectura de esa época. Muy poca gente sabe de este sitio y eso lo hace aún más encantador.
Este pueblito parece sacado de una postal. Tiene una plaza Bolívar central, rodeada de casitas multicolores con techos de teja, con gente buena, tranquila y amable y una temperatura perfecta producto de su ubicación a 900 m. sobre el nivel del mar. Los paisajes montañosos que lo rodean son excepcionales y abundan cascadas, pozos y ríos, que vierten sus aguas en el caudaloso río Santo Domingo. La iglesia es pequeña y sencilla pero muy linda.
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La naturaleza virgen invita a explorarla. Para ello contactamos a la gente de “Grados” que se especializa en turismo de aventura, entre ellos el canyonning o cascadismo. Yo nunca había oído hablar de eso, así que hice mi investigación por internet y le informé a mi familia que se preparara porque íbamos a hacerlo. Ellos ya saben que no tienen alternativa y me acompañan en todas mis locuras. Entre ellos suelen bromear sobre la próxima aventura que se me pueda ocurrir y que ellos tendrán que experimentar. Temen, por ejemplo, que un día se me ocurra lanzar a la familia con un traje alado (wingfly) desde la cima de cualquier montaña. En fin, leí sobre el cascadismo y escogí esta forma de explorar la zona pues ya habíamos hecho rafting en 2 oportunidades. La experiencia fue demasiado divertida y hermosa. Nos quedamos en el campamento de “Grados”. Para llegar al campamento hay que bajar millones de escaleras, muchas simplemente escaños naturales, lo cual es muy divertido excepto el día que llegas y el que te vas con tus maletas. Es atendido por Gregorio Montilla y su familia, quienes te atienden en la posada y se encargan de todo lo concerniente al cascadismo. Este lo hicimos el segundo día. Luego de un trayecto a pie desde el pueblo y luego por un sendero de bajo nivel de dificultad, llegamos a la primera cascada. Allí nos dieron un entrenamiento básico sobre rapel y adivinen quien fue la primera en lanzarse... Es muy emocionante pues a la aventura del rapel se le añade el descenso sobre la cascada y la eventual caída al pozo. Todos lo hicimos sin mayores dificultades y continuamos el descenso. En ocasiones había que lanzarse sin arnés, en caída libre al pozo. Esa sensación de vacío siempre me ha atraído. El chapuzón final en el pozo y el ascenso triunfante desde sus profundidades no tiene precio. Así fuimos de cascada en cascada hasta quedar exhaustos pero felices.
No pudimos sacar fotos durante el cascadismo pues la familia entera estaba participando en la aventura. Les coloco una foto de una de las cascadas que hicimos tomada de la web
El último día hicimos una excursión a la Cascada El Silencio. Tras una caminata de aproximadamente 45 minutos llegamos a esta maravilla
Aquí termina nuestra vivencia en Altamira de Cáceres y Calderas, una zona poco explorada y por demás encantadora en el piedemonte Andino venezolano. Cuando mi país recupere la libertad, los invito a no perderse ninguno de estos parajes.
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