Donde sea que una luz se apague, una más brillante nacerá. Donde sea que la oscuridad llegué, habrá alguien que logre detener su marcha.
Las decaídas caras de miles y el dolor que conllevan, no será eterno, siempre habrá alguien que luche por ellos, que defienda a los que no pueden defenderse, aunque al fin y al cabo, esos que llaman Heroes, no se diferencian muchos de los que defienden con fervor y pasión.
Este es el relato de un hombre de gran corazón, las características típicas de cualquier héroe, como es natural, comenzaremos por su triste y duro origen.
Oriundo de una pequeña ciudad alejada de su capital, donde las mafias y empoderados grupos controlaban todo cuánto podían, la justicia no recaía en las dictámen de un jurado, si no más bien en los bolsillos de unos cuantos, los negocios pequeños eran aplastados y empujados violentamente a la inevitable banca rota.
Las calles eran desoladas por las tardes, mientras las noches eran escenarios recurrentes de encuentros mortales, entre líderes de estas mafias.
Su padre, un imponente hombre, rondeando los dos metros de altura, mirada cálida y ojos risueños pintados de castaño claro, un rostro parejo más que sincero, lleno de energía y pasión.
Era un contador ferviente amante de los números y de las experiencias nuevas, vivía en una pequeña habitación en un piso compartido. Su carrera universitaria no rindió los frutos que el esperaba, arrinconado en la miseria, tuvo que emplearse en pequeños trabajos de medio tiempo.
Descendiente de una familia de empoderados jefes de haciendas, ahora considerado una desgracia para la familia, aún así logro salir adelante a paso corto.
Su madre, una bella mujer de cabellos castaños, cejas pobladas y una mirada inocente Pero profunda, nació en Cuna de una familia de clase media, pero muy trabajadora, llevada del campo donde vivía de joven a esta ciudad llamada gourbenk, apodada nefastamente como hogar de ratas y escorpiones por los extranjeros.
La cariñosa dama, era vistosa en su caminar, atraía la atención de pervertidos y nobles, todos por igual.
Amante de los libros, educada por su madre la cual era una bibliotecaria de renombre, entre las 2 devoraban libros con una pasión que ardía como fuego del ave fénix.
A pesar de tales diferencias sus vidas estaban entrelazadas, vinculadas desde que nacieron, como si de la vieja leyenda del lazo rojo que une el alma de las parejas por toda la eternidad, a pesar de la distancia y el olvido.
Sus miradas se entrecruzaron en un momento tan agónico para la dama, un par de mugrosos peones de algún grupo de mala muerte, la perseguían con intenciones lascivas y malvadas.
El en aquel tiempo joven contador, se encontraba caminando todo cabizbajo reflexionando, sobre si toda esa vida monótona era todo lo que le esperaba, hasta el fin de sus días.
Pasos apresurados se escucharon, muy atento alzó su cabeza y observo a la pobre chica huyendo de aquellos peones, sin pensarlo dos veces, luego de ver su rostro rojo del cansancio y del pánico, y lágrimas bajando por su mejilla. Se lanzó a ayudarla, no había una razón en concreto, nunca había visto a aquella chica, pero eso no fue excusa para no ayudarla.
Apunto de agarrar a aquella indefensa chica con su maloliente mano, uno de los maleantes, ni si quiera alcanzó a ver de dónde venía el golpe que lo empujo violentamente, el joven contador con una mirada llena de justicia, se lanzó encima de uno de los peones, cegado por una irá en creciente ascenso, comenzó a golpearlo en el rostro, sin descanso.
El otro peón, sin titubear, gritando insultos acompañados de saliva, agarró un pedazo de madera viejo que estaba tirado en el suelo, y golpeó con desmedida fuerza la espalda del contador, sufrió un intenso dolor, soltando al otro peón que yacía inconsciente por tal magnitud de los golpes.
El contador se levantó adolorido, mientras las secuelas del golpe palpitaban en su espalda, gritando primitivamente el peón se acercó nuevamente a el, esperando colocarle otro Golpe con el palo, con mucha fuerza impulsando el mango del palo, impactó en la cabeza del contador con la suficiente fuerza como para romperse en su cabeza, sin embargo la adrenalina que recorría el cuerpo del contador le permitió resistir sin tambalearse, agarró al peón por el cuello y le asestó un puñetazo que lo sumió en un instante a un estado moribundo.
Parte2 muy pronto.
Fuente imagen:https://www.google.com.ec/amp/s/cienciaficcionecuador.wordpress.com/2015/12/27/ya-nadie-cree-en-superheroes/amp/
Me gusto la parte 1, vamos por mas. Saludos!
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Muchas gracias, quiero hacer un cuento largo, y enserio este tipo de comentarios me alegra el día.
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