Saludos amigos steemianos, luego de un receso motivado que en el sector donde vivo se vio afectado por una falla del servicio de internet, el cual luego de 50 días aproximadamente la compañía cantv se dignó a reparar.
Este receso me sirvió para catar nuevas ideas, por ello quiero presentarles el Estado más dulce de Venezuela y el mundo, mi tierra natal, mi amado Estado Yaracuy, como lo recita el poeta José Parra:
“Su luz su magia, su verdor asombra
Y a orillas de las puma que la bañan,
De su seno de miel surge la caña
Para endulzar los labios de quienes la nombran”
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Ese poema está en la entrada a mi querido estado y cada vez que lo visito me deleito leyéndolo como si fuera la primera vez, así venga dormido en el bus en el carro, parece que allí tengo algo que me avisa que estamos cerca porque siempre despierto y los leo con mucho deleite.
Exactamente mis primeros pininos los di en la capital, en la ciudad de San Felipe (Capital del Estado), y debo contarles que es una tierra de mitos y leyendas, muchas de ellas se han hecho muy famosas al paso del tiempo, siéndola más nombrada la de la Reyna María Lionza, sin embargo se dice que luego del terremoto de 1812 se dieron lugar a muchas de ellas acá les cuento esta que publica el cronista: Domingo Aponte:
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Se dice que al mediodía de ese 26 de Marzo, llegó a San Felipe un anciano de luenga barba, de manos callosas, calzado con sandalias y vestido con una casaca larga y raída; se apoyaba en un cayado y en el cuello traía una campanita que sonaba frenéticamente al caminar: Era un leproso.
A su paso, se apartaban todos por temor a la terrible y contagiosa enfermedad. Todos le lanzaban piedras y restos de vegetales putrefactos. El pobre hombre los apostrofaba diciéndoles: “Rezad, rezad, almas viles que hoy perseguís a los profetas; almas de maldad, nido de víboras, volved los ojos al Señor y escuchad mi voz que es la voz del Señor y es la voz de los de abajo”.Los soldados lo hacían huir hiriéndolo con sus lanzas, mientras la multitud le perseguía y le lanzaba objetos.
Nadie se condolió de aquel pobre infeliz. Tan sólo una niña de 10 años de edad que se dedicaba a vender huevos llamada Blasina, quien le ofreció una cestita de huevos. Ella era una muchacha alegre y despierta y de nobles sentimientos con la inocencia de una niña de su edad y sin malicia. El anciano la miró a los ojos y le dijo: “Únicamente tú en esta villa ha oído la voz del alto cielo. Yo soy aquel profeta que no conoció la muerte… Yo soy el Señor de la Justicia y la Ecuanimidad. Ora y confía que nada padeceréis tú ni los tuyos. Y como señal del cielo, tus ojos serán tornados de negros en azules. Una luz partió de los ojos del profeta, y sobre las pupilas de la niña se esparció desde entonces el color de los cielos”.
El extraño visitante dijo a Blasina: “Ve a tu casa y a los tuyos reúne, y con ellos reza la oración del Santo Juez para que invisibles quedéis cuando por aquí pasen los demonios de la destrucción. Ora y confía, que nada padeceréis ni tú ni los tuyos”. Blasina se vuelve a su casa ubicada en la calle 8 con tercera avenida en donde se reúne con su familia y cuenta lo sucedido, los cuales conmovidos por la historia hicieron caso a las recomendaciones dadas.
El anciano siguió su rumbo y por donde pasaba continuo la gente huyéndole, insultándole, vociferando humillaciones, siendo el blanco de todo el que lo veía pasar, y éste les insistía que se arrepientan para que sean salvados, pero ninguno le hizo caso alguno, continuó su recorrido hasta llegar a un sector llamado las Tapias, lugar donde una familia le brindo su hospitalidad, le dieron de comer al pobre anciano quien también les advirtió a ellos la desgracia que iba a sobrevenir a San Felipe, las personas incrédulas pero sin embargo hicieron caso de sus advertencias y recomendaciones, parece que las personas de buen corazón por muy imposible de lo que pudiera pasar, les hacía sentir que les decía la verdad y de allí tomar las debidas precauciones, además se dice que el anciano dejo algo como unos sellos que cubrió dichos hogares.
Pasadas las horas el anciano prácticamente desaparece quien lo había visto por donde se fue al señalar ya ni se veía, prácticamente fue un misterio de cómo pudo perderse de la vista de todos ellos de una forma impresionante, hasta que luego se sintió una fuerte sacudida que no dio tiempo a nada, la tierra se estremeció tan fuerte que los habitantes pensaron en que llegaba su fin, sin embargo al culminar todos se encontraban bien al salir del hogar se dieron cuenta que todo estaba desbastado y que solo su casa se encontraba totalmente intacta y al dirigirse asan Felipe de igual forma una sola casa estaba intacta entre toda devastación, esa era la casa de blasina quien vivió para contar esta historia.
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