En algún momento de mi vida llegué a leer un proverbio que decía: "La expectación pospuesta enferma al corazón". Es una manera muy fina de plasmar una realidad: las cosas o acontecimientos que ocurren de la manera en que uno no espera muchas veces afectan tanto, como si se tratara de una enfermedad del corazón.
Lo cierto es que, como sucede en muchos casos, hay cosas que uno se cansa de escuchar o leer desde pequeño, pero solo cuando la experiencia toca a la puerta de uno, es posible entender, a veces a costa de mucho dolor, lo que tanto escuchabamos y repetiamos aunque nunca entendieramos del todo.
Sentado en mi habitación, frente al computador, escribiendo estas lineas llenas de sentimiento y luego de una caminata nocturna, revivo algunas experiencias recientes que me llenaron de mucha felicidad, momentos que me hicieron sentir vivo... Quiero decir, me enamoré. Sin embargo, es dificil comprender como ese sentimiento se tambalea cual torre de naipes frente a una ligera brisa.
¿En qué momento se enamora uno? Yo no lo sé, a veces el amor parece un virus, y no porque sea malo, sino que muchas veces no nos damos cuenta de lo que sentimos hasta que lo sentimos.
Digo lo anterior porque no recuerdo en qué punto de mi vida comencé a enamorarme de quien hoy día aún aprecio con todo lo que me da el corazón. Creo que todo empezó cuando esperaba sus mensajes, cuando no me importaba caminar kilometros (fuera de día o fuera de noche) para llegar a su casa, cuando su compañía comenzó a ser lo único que anhelaba y lo único que hacía mejor mi día. Sí, en ese momento me enamoré, y cual ser enamorado, desde ese mismo momento, comencé a entregar todo de mi, porque la manera en que cambiaba mi amargura en felicidad me hizo sentir que él valia todo y por ende, merecía todo.
A veces uno lee lo bonito que te hace sentir una persona y en su mente trata de recrear al hombre o la mujer perfecta, quizá en belleza, pero no, en mi caso puedo decir que él es un chico de apacible caracter, que sabe escuchar, con una pizca de timidez y muchos ánimos de bromear.
Esas características fueron el anzuelo perfecto que mordió mi corazón, mi noble, sí, no miento al decir que es noble mi corazón. Desde ese momento mi amor se transformó en mensajes de buenos días y buenas noches, en largos minutos de espera hasta que fuera su momento de salir de clases, en constantes visitas, largas conversaciones llenas de buenos consejos, momentos de risas, momentos de salir a compartir una sencilla comidad, largas caminatas de noche y en muchas otras cosas que ocuparían diversas lineas en este escrito.
Pero como bien hace ver un famoso dicho, el tiempo siempre será el mejor juez ya que solo él puede decirnos la verdad y mostrarla. En mi caso no fui la excepción ya que, aunque han sido tanto los momentos que me han mantenido atado a él, el paso del tiempo ha hecho crecer en mi una decepción ¿decepción? No sé si llamarlo decepción.
En todo este tiempo hemos vivido experiencias maravillosas, experiencias en las cuáles me ha mostrado su cariño, me ha mostrado su preocupación, ha abierto su corazón así como las puertas de su hogar, pero... sí, siempre hay un pero. Descubrir que su corazón se inclina más hacia alguien que poco le da, y me refiero a los sentimientos, que a las claras solo pretende pasar momentos y no una vida entera, que un eventual "emoji" de corazón de esa otra persona sea capaz de nublar lo que con tanto esfuerzo me he esmerado en hacer... simplemente es... es... ¿cómo llamarlo?
Tal como he dicho, no sé si llamarlo decepción, porque su cariño no ha menguado, las experiencias nos han unido cada vez más, sencillamente a veces pienso que estas no son lo suficientemente fuertes como para hacerle ver lo intenso y sincero de lo que siento. No me atrevo a llamarlo decepción, porque siento que eso implicaría decir que él es una decepción, cuando prometí jamás decir lo contrario a un "te amo".
A veces pienso que es mejor no insistir en una batalla que mi mente me repite constantemente que no puedo ganar, pero sencillamente vivo esa experiencia en la que sientes que debes darlo todo sin importar los resultados, porque no pierdo la esperanza de que pueda entender en algún momento lo que mi corazón le regala.
¿tú lo llamarías decepción?