Recientemente he escuchado en repetidas ocasiones a personas coincidir en una suposición educativa basada en la imitación a los progenitores, del tipo:
-Si un padre lee, el hijo lee; si un padre está todo el día con el móvil, el hijo hará lo mismo.
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Con respecto a eso, tengo que decir que no estoy del todo de acuerdo, dando para ello dos argumentos:
-Me gusta la lectura, me fascina, pero nadie me obligó nunca a leer un libro y no solía verlo en casa.
-Hay una vieja historia, que cuenta que un padre alcohólico tenía dos hijos gemelos. Con los años uno de ellos fue alcohólico como el padre, y el otro no. Cuando le preguntaban por su situación, su respuesta era:
-Es lo que aprendí de mi padre, a ser alcohólico.
-Es lo que aprendí de mi padre, a no ser alcohólico.
Sobre cuál es la teoría educativa correcta, no la sé, principalmente creo en una educación personalizada, que a cada niño hay que educarle según su identidad, forma de ser, personalidad, como quiera llamarse; no todos somos iguales y por tanto no debe existir un patrón de actuación preestablecido.
Hay algo que sí aprendí por observación de mi padre: a ser constante y responsable.