En mayo del año 2017, las protestas generalizadas en Venezuela aumentaban en cantidad e intensidad a diario, la represión también se hacía más fuerte, protegernos y ayudarnos entre todos era una premisa para quienes decidimos de manera consiente o no luchar en contra del régimen dictatorial, era una escena muy desigual, personas inocentes, sin ningún tipo de preparación en lo que a defensa o estrategia se refiere, contra la fuerza armada del país, quienes atacaban con armas de fuego, bombas lacrimógenas y perdigones.
Me dirigí con un amigo a uno de los grupos que se exponía más para la fecha, no estaba allí con la intención de participar, llegue a llevarles algo de apoyo, como máscaras antigases, lentes protectores, guantes, eran accesorios muy necesarios para enfrentarnos a quienes nos atacaban, allí conocí a Manuel, otra de las victimas que luego llore con mucho dolor, recuerdo cuando me dijo que salía a defender a su país por su hija, para que ella pudiera disfrutar de la libertad y tener mejores oportunidades en el futuro. Estábamos protegidos por varias barricadas (escombros, alambres, vidrios, troncos de árboles dispuestos para trancar el acceso fácil a las vías de transporte terrestre) manteníamos una distancia que se suponía segura, en fracciones de minutos vimos como quienes se enfrentaban cara a cara con las fuerzas armadas corrían hacia nosotros y a gritos nos pedían que nos resguardáramos, después de esto solo se podían escuchar las motocicletas que se movían a mayor velocidad de quienes intentábamos huir. Por instinto pensé en correr a mi carro, creí que llegaría a tiempo para lograr encenderlo y escapar, en el trayecto, alguien abrió una puerta y nos empujó dentro de una urbanización mientras nos pedía que buscáramos un escondite rápido, cada vez se escuchaban más cerca los disparos, golpes fuertes, vidrios rotos, los gritos infundían terror, todo paso demasiado rápido, mientras permanecíamos escondidos, con la respiración acelerada, en un segundo, las puertas de las casas y rejas de acceso estaban cerradas, todos desaparecieron.
Por un corto tiempo se escuchaba a lo lejos como la guardia propinaba golpes y daños a la propiedad privada con el fin de entrar y encontrar a quienes estábamos dentro, no existe mayor temor que el saber que bajo esas circunstancias, no hay nada que te proteja, que las leyes no existen y la justicia menos, que las pruebas de tortura y detenciones a inocentes ya eran conocidas muchos de nosotros, solo pensaba como salir de allí sin ser vista. Al poco tiempo alguien salió de una de las casas para verificar si la guardia nacional ya se había retirado de la zona, salimos del escondite con cuidado, sigilosos y agachados, logramos que alguien abriera una de las rejas y corrimos, al llegar al carro, mi amigo abrió la puerta, estaba oscuro, solo me percate de lo que había pasado cuando vi el asiento del carro lleno de vidrios partidos, mire a mi amigo con cara de interrogación y él solo me dijo súbete tenemos que irnos, me quede paralizada por un segundo, cuando volví a escuchar las motocicletas y los gritos que me decían: apúrate viene la guardia nos van agarrar.
Me senté sobre los vidrios, cerré la puerta y arrancamos, el manejaba rápido, intentaron perseguirnos, logramos escapar por vías alternas, en las principales nos podían detener y hacernos quien sabe que, quizás hoy no estaría escribiendo esto, estuvimos callados todo el trayecto, era de noche, la brisa movía las astillas, podía sentir como caían en mi piel, mientras intentaba protegerme los ojos y ayudar a mi amigo a manejar por la escasa visibilidad. El tiempo me pareció eterno para llegar a casa, aún estaba en shock, llegamos, respire profundo, me baje del carro, encendí las luces de la casa para observar mejor el verdadero daño, rompieron todos los vidrios del carro, usando las culatas de las escopetas, lo hicieron con alevosía, con maldad, con odio, con ira, tenía varias cortadas pequeñas en mi cara y brazos.
Recuerdo que pensaba en quienes no podrían contar su historia, en quienes hasta la fecha habían sido asesinados, o estaban detenidos siendo inocentes, me sentí afortunada de llagar a salvo, de haber podido escapar, esto es solo una parte de las vivencias que tengo para compartir, fueron cinco meses de enfrentamientos, quizás se pregunten porque escribo sobre esto, alguien tiene que hacerlo, quiero que el mundo conozca la verdad, como a quienes hemos intentado luchar en contra de estos genocidas nos han perseguido. Me duele mucho cuando alguien opina que somos cobardes, no tienen idea de todo lo que hemos hecho, de todo lo que hemos arriesgado, de todo lo que hemos perdido, de todo lo que nos han robado, tiempo después mi amigo quien me acompañaba ese día, huyó a otro país para resguardarse, muchos de los que lucharon hombro a hombro conmigo en esos tiempos no están en Venezuela y otros ya no están en este mundo.