Curriculum: papel con puntos en común con la literatura de autores noveles, sobre todo el hecho de no ser leídos por nadie.
2-Imperio fotocopiado donde la mentira lleva corona.
Cúspide: punto más elevado sobre el cual asentarse. Alcanzarla resulta peligroso, pues el hecho de estar sentado sobre techos puntiagudos, pincha, hiere y desgasta nuestras frágiles carnes.
Cúter: instrumento afilado capaz de realizar daños similares a una navaja, pero de notable inferioridad a la hora de imponer respeto.
Cutre: sabor a España. Color cañí.
D:
Daga: instrumento de ejecución preferido por psicópatas y frikis.
Darwinismo social: aplicación de las leyes selváticas a la complejidad de las sociedades humanas. Es por ello que sus defensores, lo son a su vez del libre mercado.
Debate: espacio en donde uno no escucha las mentiras del rival por estar muy ocupado defendiendo las propias.
Debilidad: cualidad a priori negativa, pero útil en caso de ser simulada y tener intención de derribar las guardias enemigas.
Decepción: enfermedad que en el más común de los casos, aparece en el mismo momento de nacer.
Decidir: derecho presente en todos: el mismo es ejercido en especial sobre las vidas ajenas.
Decisivo: momento en que todo nos lo jugamos, instante en que los dados comienzan a rodar. Preludio temporal del arrepentimiento.
Las presiones anteriores, provocan que el hombre mediocre prefiera tener bien cubiertas sus espaldas, cargando así los momentos decisivos a lomos de alguien más fuerte. Gracias a esto, nuestro mediocre amigo podrá dar coba a su crítica, voraz y deslenguada, lanzando envenenadas acusaciones ante los errores que, de seguro, no habrían sido cometidos de estar el al frente.
Declaración: bien sea ante tu amada o el Ministerio de Hacienda, parrafada repleta de incontables mentiras.
Deforme: 1-sujeto cuya compañía gustan los feos, pues ven así menguar sus defectos y la vida les mira más sonriente.
2-Persona cuyos sufrimientos le envían en línea recta por los caminos del arte.
Deformidad: ruina y miseria presente en algún rincón del cuerpo; anomalía protectora de la felicidad; indulto genético que libera del tedioso compromiso de fingirse bello.
Defunción: mal que expolia un par de tardes en nuestras nada intensas vidas. Por culpa de la misma, debemos presentarnos el día A en el tanatorio y el día B para el entierro, todo por culpa sujeto que nos resultaba cuanto menos indiferente.