La naturaleza está siendo abolida. La antropología recibe golpe tras golpe. La biología es atacada por bolas de demolición, y la robótica se encumbra como nueva diosa.
Estamos en una época de transición. Nos encontramos ante el fin de lo humano y el inicio de una nueva era digital. Lo posnatural.
Para ello, ya estamos siendo reprogramados.
El lavado de cerebro está siendo efectivo. Los pensamientos y emociones humanas, sustituidos por un eficaz código fuente. Este, vendrá regurgitado por los infames ideólogos de Silicon Valley, purgados de impurezas y listos para el consumo masivo.
La ideología de género, con su negación de las evidencias, es el más claro exponente de esta tendencia.
Mediante la abolición del sentido común, y la criminalización de todo, la sociedad se vuelve dócil ante un sistema de control y vigilancia. Estamos acostumbrados a que lean nuestro correo; espíen nuestras redes y monitoreen las conversaciones. La era digital ha castrado los derechos humanos, y vamos a la era del control.
Biometría para controlar las caras de los ciudadanos. Reconocimiento facial.Dispoitivos como Alexa aficionados a espiar conversaciones, y las nuevas propuestas de Google van más lejos en esta dirección.
La ideología de género, hace su función en esto de convertirnos en robots y cargarse la biología. Para ello, lanza propaganda antifamiliar, insistiendo a las mujeres a salir fuera y que desertar de la idea de tener una familia. Lo tradicional está mal visto. Y en algunos ámbitos, el propio sexo trata de ser asimilado a la práctica de violación.
Es sorprendente la docilidad humana ante políticas que suponen su exterminio.
Progresivamente, se va normalizando la idea del hombre máquina. A través del cine, con los medios de propaganda de Hollywood, esta idea va tomando fuerza. En los últimos tiempos, vemos la informática sirviendo de complemento a las debilidades humanas.
Google y Facebook quieren un mundo más vacío. Quieren más espacio libre de seres humanos, sustituidos por dispositivos que colonicen la tierra. Conseguirán así su utopía, un monopolio tecnológico de seres programables. Es sorprendente lo callada que anda la gente. Lo pasivo que está el acomodado cuando sabe que se avecina su destrucción.