Salí al jardín de mi casa. Era una mañana de domingo con un sol que se asomaba después de varios días nublados. Las flores del jardín se asomaban como viendo el paso del sol por los cielos. De pronto advertí que no sólo las flores estaban disfrutando del día, sino también todo aquel pequeño mundo que pasa inadvertido para todos, ¡claro! a menos que pongamos mucha atención y apreciemos toda esa belleza que hay oculta en un jardín.
Cerca de donde vivo corre un pequeño riachuelo, alimentado por aguas de lluvia y el flujo de una presa ubicada a unos kilómetros. Dicha agua se utiliza para el riego de sembradíos y para ganado de las cercanías.
Buscando un poco más entre las plantas de mi jardín, percibí una pequeña amiga de 8 patas: una araña de jardín muy bella y curiosa por sus tonos que la ayudan a pasar desapercibida, a menos que uno esté prestando atención a los detalles del entorno.
No sólo la pequeña fauna brilla por sus colores. Las mismas flores resaltan mostrando sus tonos intensos mientras se escucha al fondo los pajarillos cantando.
Gradualmente algunos pétalos se abren cada vez más conforme el sol se hace más intenso.
Los arbustos son abundantes en esta época y resistentes a los fríos que poco a poco han venido castigando la zona.
Estas pequeñas joyas naturales son las que disfruto mientras tomo la cámara y capturo esos momentos en los que la naturaleza misma se hace presente y embellece todo sin que nosotros nos percatemos en nuestro día a día.