Yo no me quiero morir.
Por lo menos hoy no.
Quiero mirar de nuevo
la sombra que los árboles dan
a las dos de la tarde.
Quiero respirar siempre
el aroma que deja la lluvia
y lo amoroso que se vierte
y el clima que da vida.
Refugiarme una, dos, tres horas
En la sabana que da una mujer.
En lo térmico de sus olas
y del hilo que brotamos; tejer.
Mirar horas y horas como mi madre
me da de comer. O a mi padre
reír y echar de sus brazos
el temor y la muerte
y que se llene de hijos hasta
volver a nacer.
Pero si el día se acaba.
Y los árboles en huelga
dejaran de dar sombra
o se cansaran al ser vistos.
O si la lluvia perdiera su gracia
Y el aroma renegara de si.
Y el frio pudiera con el clima
Y lo obligara a no salir.
Y si el tiempo se volviera ciego,
Y la mujer refunfuñara del amor.
Que se hiciera sola y se negara.
Y que no le gustara tejer.
O que a mi madre
Se le acabaran las recetas.
Y mi padre cansado
No volviera a nacer.
Miraría serenamente a la vida
Y aletargado, me podría a escribir:
“Cuando cogiste el gusto
que yo no escribiera amor,
si no cartas de defunción"