La historia de quien no soy. Reto 12 Votos. Semana 7.

Vine al mundo en el año 2.596 de la era cartemolurda, ensamblado con lo mejor de esa decadente época. Me fue implantado un ojo espectral, llamado ojo-dío en honor a su creador Dado Dío, precursor de la ciencia ojo-espectral, un novísimo avance, con el cual ganó notoriedad y mucho poder.

La característica distintiva del ojo-dío es que permite ver cada época de la humanidad en el pasado, para estudiar las mejores y peores cosas hechas por el hombre y tener una fuente fidedigna de la historia real de un raro, pero hermoso planeta llamado tierra.

Me hicieron con una conformación especial, un recubrimiento del metal Naborio69, descubierto por azar y que viene de una exacta combinación de componentes que dan una dureza inimaginable, haciendo que aquellos productos elaborados con ese elemento sean casi indestructibles.

Con un aspecto humanoide, tecnologías que ya databan de mucho tiempo de desarrollo y además me fue implantado un chip cuyo núcleo contiene el ADN de René Descartes, un hombre sabio, considerado padre del Método Científico y por haber establecido la Duda Metódica, famoso por una frase que se ha mantenido a través de los siglos “pienso, entonces existo”.

Al día siguiente de haber visto la luz por primera vez, se desató un ataque por parte de la flota movilizada enemiga Gamma 3, quienes atacaron el centro de armas Neptu-one y arrasaron con la ciudad espacial Match 26, vecina del satélite Wassup 99, mi lugar de nacimiento.

Esta situación de emergencia motivó mi inmediato traslado vía proto-lector al temido planeta Woodsneis, donde la intensidad de los rayos de los tres soles que iluminan el planeta en un día interminable, es capaz de derretir casi cualquier elemento que sea sometido a ellos, excepto esas raras criaturas ectécticas que lo habitan y que resultan ser descendientes muy lejanos de los habitantes de un área de la tierra denominada Alta Goagira.

La misión consiste en utilizar la tecnología del ojo-dío para tener certezas de sus orígenes y de este modo obtener su mapa genético que permita encontrar la manera de destruirlos en su propio ambiente, sin involucrar mayores riesgos para la clase dominante que me había creado.

Sin una aparente planificación previa y contando con la magia del chip que tenía inserto, mi cuerpo se materializó en el planeta Woodsneis, donde fui de inmediato atacado por fuerzas hostiles, afortunadamente su ataque no hizo mella en mi integridad física, aunque estaba algo desorientado ya que internamente se estaba produciendo un fenómeno con el que los ingenieros del programa de ensamblaje no contaron. El ADN del chip se fusionó de un modo inexplicable otorgándome una inteligencia superior que evolucionaba por segundos.

Esta nueva competencia me permitió una conexión sensorial con los seres ectécticos, a los que les comuniqué mi propósito de establecer una alianza entre dos pueblos que habían sido históricamente enemigos. Ellos estaban maravillados porque había resistido sin un rasguño su ataque inclemente con su mejor artillería y aún más que podía comunicarme, de un modo inequívoco y directo.

Fui llevado ante la sacerdotisa Nacida de la Luz, la más alta representación de este pueblo, para mi sorpresa ella tenía forma humana y tenía su castillo en el núcleo del planeta desde donde reinaba. De inmediato la sometí al escrutinio del ojo-dío revisando sus orígenes más remotos y sorprendentemente pude constatar que era de una pureza exquisita, sin poder evitar sentir simpatía por ella.

Ante la Duda Metódica impuesta por el ADN de Descartes que llevaba internamente decidí revisar con el ojo espectral los orígenes de mi creador Dado Dío y encontré que tal ataque recibido no provenía de este pueblo, sino que era un ardid de Dío para reinar en la galaxia, una vez cumplida mi misión de destrucción. Lo que nunca pensó fue que la fusión del chip con los adelantos de la tecnología hubiera incubado un humanoide capaz de pensar y sentir diferente a lo que para él (el humanoide) había sido planeado.

Habiéndose cumplido una vez más aquella máxima: “pienso, entonces existo”, donde el saberse vivo depende de la facultad de pensar por cuenta propia. De inmediato comenzamos a planear cómo hacer frente a la amenaza real y lograr la paz verdadera para ambos pueblos. La historia del enfrentamiento con Dado Dío y sus narcolásticas fuerzas es tema para otra historia.