Su voz

Han pasado dos días desde que escuché el sonido de tu voz, pero como siempre mi corazón te está hablando. No sé qué es lo que se ha agitado dentro de mí esta noche, pero siento que algo está mal. La diferencia entre las suposiciones y el miedo es mínima, y en este momento mi corazón está tratando de forzar su camino en la garganta, que me preocupa tanto que podría no volver a escuchar esa voz de nuevo. El mero pensamiento de tal cosa causa mucha desesperación dentro de mí. Te escucho en mi mente; algunas palabras son cosas que me has dicho; y otras que no se han dicho pero se han dado a conocer. Tal vez vi las palabras en tus ojos... Es en esa voz que me habla más directamente, pero con suavidad y pasión; calma mi alma en los peores días y me ilumina en los demás. La voz que dice las palabras que inyectan racionalidad en mis pensamientos y me desarma completamente cuando me equivoco. La voz que ha hablado la razón y ha domesticado a un hombre salvaje. La distancia es tan grande que no puedo proteger físicamente lo que lleva las esperanzas de mi futuro y el potencial de mi felicidad. Como algunas cosas son verdaderamente imposibles, en lo que se confía es en la oración y la precaución, para que una no se pierda con la otra. Apenas parece suficiente en este momento. La vida es frágil, y si desaparecieras, nunca lo sabría. Pero si debes irte, llévame contigo. Llévame al lugar tranquilo donde la eternidad se pasa susurrando entre nosotros lo que los demás nunca deben oír, donde sentiré tu suave aliento en mi oído mientras hablas en voz baja y sólo para mí. Llévame a casa contigo si debes ir.