Un Mes a la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesu-Christo
Oración inicial, oración en honor de la Sangre Preciosa
¡Oh Sangre Preciosa de Jesús!, precio infinito del rescate de la humanidad pecadora, bebida y lavatorio de nuestras almas, que protegéis continuamente la causa de los hombres ante el trono de la suprema Misericordia, os adoro profundamente, y quisiera, en cuanto me fuere posible, resarciros de las injurias y ultrajes que recibís continuamente de los hombres, especialmente de aquellos que se atreven temerariamente a blasfemar contra Vos.
¿Y quién no bendecirá esta Sangre de valor infinito? ¿Quién no se sentirá inflamado de amor a Jesús, que la derrama? ¿Qué sería de mí si no hubiese sido rescatado por esta Sangre Divina? ¿Quién ha sacado de las venas de mi Señor hasta la última gota? ¡Ah! Ha sido ciertamente el amor. ¡Oh, amor inmenso, que nos has dado este tan saludable bálsamo! ¡Oh bálsamo inapreciable, brotado del manantial de un inmenso amor! ¡Ah! Haced que todos los corazones y todas las lenguas os puedan alabar, ensalzar y dar gracias, ahora y por siempre. Amén.
Sermón para la Festividad de la Preciosísima Sangre de Christo - punto 16
Empresa 2. Pelícano
La segunda empresa en que hemos de considerar a Christo vertiendo su Sangre por los hombres es un Pelícano, como lo dijo el mismo Señor por su Profeta: He sido semejante al pelícano de la soledad.
¿Y en qué? Diré (a modo de historia): En que el Pelícano tiene enemistad y antipatía grande con las serpientes y estas con él. Cría en los árboles, y para vengarse de él, las serpientes le dejan salir del nido, y viendo a los polluelos solos, suben al árbol y se los matan, para vengar en aquellas tiernas prendas de su cariño el odio que en los padres no pueden ver ejecutado. Vienen los simplicillos padres a visitar sus tiernos polluelos, y hallando cadáveres míseros, a los que juzgaban alentados pollos, convirtiendo en llano el que venían a celebrar regocijo, lloran los funerales y pueblan el aire de sus ansias. Junta a esas lágrimas el Pelícano el herirse a sí mismo, rompe su pecho, para que rociados con la sangre cálida y amorosa de su mismo corazón, aquellos miembrecillos fríos, tomen calor los artejos, infundiéndose nuevos espíritus vitales en que hallen vida los nuevos vivientes.
Independientemente de esta historia, en realidad el Pelicano apoya su pico contra el pecho para regurgitar la comida para sus crías, y esto torna roja la bolsa gular de donde que se alimentan las crías. Lo cual habría dado la apariencia de que las crías se alimentaban de sangre.
Por esto, el curioso Felipe Piscinelo en su Mundo Symbolico pinta un Pelícano con sus alas extendidas en cruz, herido su pecho, de cuya sangre vivifica sus polluelos, con esta letra: Ex vunere salus (De esta herida dimana la salud).
Así Christo, amante de los hombres, viendo que la serpiente enemiga les había ocasionado la muerte con el pecado que les hizo cometer a nuestros primeros Padres, puesto en el Árbol de la Cruz en la soledad del Monte Calvario, lloró como amante Pelícano nuestra lástima, y rogó al Padre por nosotros. Y juntando a estas lágrimas, el herir su Sangrado Pecho, nos comunicó su Sangre amorosa, para que por ella recibiésemos el calor, y vida, dicho así por el Angélico Doctor Santo Tomas.
Rosario o coronilla de la Sangre Preciosa (publicado aquí),
Septenario o siete ofrecimientos de la Preciosísima Sangre (publicado aquí) y/o
Letanía de la Preciosísima Sangre de nuestro Señor Jesu-Christo (publicada aquí).
Fuente: ver publicaciones anteriores.