Agosto: Mes al Inmaculado Corazón de María
Día 12
El Corazón de la Virgen es el Jardín sagrado de los frutos del Espíritu Santo
![](https://steemitimages.com/DQmTmD3e9e9E6QGKSGD1kpXvHUDd8kCc1nf7tXrtM7dsvBz/corazonmaria.jpg)
Las devociones para este mes:
Rosario en Honor al santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen disponible en esta publicación y este rosario contiene la Salutación Ave, Cor sanctissimum que también se ha publicado por separado aquí.
Letanía (disponemos de 9 letanías, para cada día de la octava, que se rotarán durante los 20 días) en esta publicación está la segunda letanía.
El cántico del Magníficat disponible bilingüe en esta publicación. La obra contiene diversos himnos y cánticos (latín con y sin francés). Sin embargo, san Juan Eudes dedica el Libro X de su obra específicamente a este cántico del Magníficat.
Una meditación (perteneciente a una de las dos octavas de la obra u otras meditaciones contenidas en esta) o un texto extraído de la obra. En este día la séptima de ocho meditaciones de Jean Eudes sobre las excelencias del Corazón de María:
EL CORAZÓN DE LA VIRGEN ES EL JARDIN SAGRADO DE LOS FRUTOS DEL ESPÍRITU SANTO
Punto 1.°
Considerad que el amable Corazón de la Madre de Dios es aquel huerto cerrado de que se hace mención en el capítulo cuarto de El Cantar de los Cantares: Huerto cerrado a la serpiente y a todo lo que desagradaba a Dios, y abierto solamente al Espíritu Santo que produjo en él innumerables frutos. Entre éstos, hay doce principales, que difieren de los dones del Espíritu Santo en que los dones son hábitos santos y virtuosos que disponen a las almas cristianas para seguir prontamente las inspiraciones del Espíritu Santo; los frutos, en cambio, son los actos de esos mismos hábitos y los actos de virtud que practicamos por impulso del Espíritu Santo, con tanta perfección y amor de Dios, que los hacemos con gozo y alegría.
He aquí los doce frutos del Espíritu Santo: caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fe, modestia, continencia y castidad. Consideremos los efectos de los seis primeros frutos en el Corazón de la gloriosa Virgen.
Por la caridad, estaba enteramente desprendido de todo lo que no es Dios y unido intima y únicamente a su divina Majestad. El gozo le llenaba de alegría en todas las cosas que la Madre del amor hacía para el servicio y gloria de Dios. La paz mantenía su generoso Corazón en una tranquilidad profundísima en medio de las borrascas y tempestades que con frecuencia la asaltaban. La paciencia le sostenía en los innumerables sufrimientos que tuvo que soportar. La longanimidad le hacía aguardar con gran valor los grandes dones que esperaba de la divina liberalidad. La bondad incomparable de que estaba lleno, le hacía incapaz de tener la menor intención de dañar a nadie, ni aun a sus crueles enemigos, y le movía continuamente a querer el bien de todos.
Alegraos de ver tan grandes y maravillosas perfecciones en el Corazón de vuestra buenísima Madre. Dad gracias al Espíritu Santo por haberlas infundido en su Corazón, y pedidle que nos haga a todos participes de ellas.
Punto 2.°
Considerad los efectos de los otros seis frutos de] Espíritu Santo en el Corazón de la Reina de los Ángeles.
La benignidad le hacía dulce y afable con todos y le disponía a hacer a cada uno todo el bien que le era posible.
La mansedumbre cerraba las puertas a todo movimiento de acritud y de impaciencia, y suavizaba de leche y Miel todo su interior.
La fé, o más bien la fidelidad, la llenaba de verdad, de sencillez y de franqueza, y la hacía fidelísima y exactísima en el cumplimiento de sus promesas. La modestia no sufría que se percibiera en ella la menor sombra de Fausto y vanidad mundana; pero, esta santa virtud se reflejaba en su semblante y su exterior con tanta perfección, que se la hubiera tomado por un ángel visible y aun por una divinidad, al decir de San Dionisio, si las reglas de la fé no se hubieran opuesto a ello. La continencia reinaba en su Corazón y en todos sus sentidos interiores y exteriores tan absolutamente, que no seguían otro instinto que el del Espíritu Santo. La castidad la revestía de una pureza tan admirable que la hacía digna de ser la Madre del Santo de los Santos y la Reina de los serafines.
¡Oh Madre de m¡ Dios, mi Corazón se extasía de gozo al ver el vuestro tan resplandeciente en toda clase de perfecciones, e incomparablemente más digno de honor y de alabanza que todos los ángeles y santos! ¡Alabanzas eternas sean dadas al Rey de todos los corazones!
Punto 3.°
Adorad el deseo infinito que tiene el Espíritu Santo de imprimir en vuestro corazón una imagen de los frutos que produjo en el Corazón de su divina Esposa. Pedidle perdón por todos los obstáculos que le habéis puesto; tomad una firme resolución de corresponder a los designios de su bondad sobre vosotros, mediante una cuidadosa imitación de las cualidades del amable Corazón de vuestra divina Madre. JACULATORIA: ¡Oh Corazón de Jesús y de María, regla del corazón fiel, reinad eternamente en nuestro corazón!</h4>
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