Agosto: Mes al Inmaculado Corazón de María
Día 13
El Corazón de la Virgen es el Paraíso de las ocho Bienaventuranzas
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Las devociones para este mes:
Rosario en Honor al santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen disponible en esta publicación y este rosario contiene la Salutación Ave, Cor sanctissimum que también se ha publicado por separado aquí.
Letanía (disponemos de 9 letanías, para cada día de la octava, que se rotarán durante los 20 días) en esta publicación está la tercera letanía.
El cántico del Magníficat disponible bilingüe en esta publicación. La obra contiene diversos himnos y cánticos (latín con y sin francés). Sin embargo, san Juan Eudes dedica el Libro X de su obra específicamente a este cántico del Magníficat.
Una meditación (perteneciente a una de las dos octavas de la obra u otras meditaciones contenidas en esta) o un texto extraído de la obra. En este día la octava de ocho meditaciones de Jean Eudes sobre las excelencias del Corazón de María:
EL CORAZÓN DE LA VIRGEN ES EL PARAÍSO DE LAS OCHO BIENAVENTURANZAS
Punto 1.°
Considerad que el Corazón bienaventurado de la Madre del Salvador es el paraíso de delicias de las ocho bienaventuranzas evangélicas, las cuales se asemejan a los frutos del Espíritu Santo en que unos y otras son actos de los hábitos virtuosos infundidos en nuestras almas con la gracia santificante; pero difieren en que las bienaventuranzas son actos perfectos y eminentes de varias virtudes, por las cuales el Espíritu Santo eleva a las almas a una perfección más alta que la de los frutos del Espíritu Santo.
Todas las bienaventuranzas estuvieron en el Corazón de la Madre de Dios, infundidas por el Espíritu Santo, desde el momento de su Inmaculada Concepción, y con una perfección más elevada que la que han tenido jamás en los corazones de los mayores santos. Considerad y honrad en este maravilloso Corazón las cuatro primeras bienaventuranzas, que son:
En primer lugar: ¡Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos! Esta bienaventuranza contiene dos cosas: la humildad y el amor a la pobreza; las cuales estuvieron de modo sublime en el Corazón de la Reina del Cielo; Corazón el más humilde de todos después del de Jesús; Corazón que tuvo tanto amor a la pobreza, que la bienaventurada Virgen reveló a Santa Brígida que había hecho voto de ella; por lo cual, daba a los pobres todo lo que tenía; ganaba el sustento con el trabajo de sus manos; no llevaba más hábito que uno de lana, y de lana sin teñir, como refieren Nicéforo y Cedreno; según San Buenaventura empleó en limosnas los presentes de los Reyes Magos; y ella misma declaró a Santa Brígida, que frecuentemente faltaban las cosas necesarias a su amadísimo Hijo, a San José y a ella. Lo cual es bien fácil de creer, teniendo presentes aquellas palabras del Hijo de Dios: Las zorras tienen madrigueras, y las aves del cielo nidos; mas el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza; porque no hubiera podido decir esto si su Santísima Madre hubiera tenido alguna comodidad.
Segunda Bienaventuranza: ¡Bienaventurados los mansos! ¿Quién podrá expresar la dulzura y mansedumbre de este Corazón benignísimo?
Tercera Bienaventuranza: ¡Bienaventurados los que lloran! ¡Oh Virgen amabilísima! ¿Quién podrá contar todos los dardos de dolor que traspasaron vuestro bendito Corazón? ¡Oh, qué torrentes de lágrimas salieron de vuestros ojos; y lágrimas de sangre, al decir de algunos santos!
Cuarta Bienaventuranza: ¡Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia! La justicia comprende aquí todas las virtudes cristianas y todas las buenas obras con las cuales se puede servir y glorificar a Dios. Para conocer el hambre insaciable y la sed extrema que la Virgen Madre tenía de todos los medios que la podían ayudar a honrar a Dios, sería preciso comprender el grandísimo amor que abrasaba su Corazón hacia su divina Majestad, y el celo ardentísimo que tenía por su gloria.
¡Oh mi buenísima y amabilísima Madre! Os doy mi corazón: unidlo, por favor, con el vuestro, aunque sea infinitamente indigno de ello; grabad en él una imagen perfecta de vuestra caridad, de vuestra humildad, de vuestro amor a la pobreza y de la sed que tuvisteis de todas las virtudes.
Punto 2.°
Contemplad y honrad en el Corazón de la Bienaventurada Virgen las demás bienaventuranzas.
Quinta: ¡Bienaventurados los misericordiosos! Esta bienaventuranza comprende dos clases de personas. Primeramente, aquellas que, por amor de Dios, olvidan fácilmente las injurias que se les hacen. En segundo lugar, aquellas que, llenas de compasión por las miserias corporales y espirituales del prójimo, se esfuerzan en socorrerle según sus posibilidades, ¡Oh Madre de misericordia, esto es lo que vos hicisteis durante toda vuestra vida, con más perfección que todos los santos que han existido y existirán en el mundo; y esto es lo que aún hacéis continuamente, pues no hay criatura alguna en todo el universo que no sienta los efectos de vuestra misericordia.
Sexta Bienaventuranza: ¡Bienaventurados los limpios de corazón! ¡Oh, qué pureza la de vuestro Corazón, Reina de las vírgenes, en el cual jamás pecado alguno, ni original ni actual, tuvo la mínima parte y que fue lleno, desde el instante de vuestra Inmaculada Concepción, con una santidad superior a la de todos los ángeles y santos juntos.
Séptima Bienaventuranza: ¡Bienaventurados los pacíficos! Por vos, oh Reina de la paz, Dos ha sido dado el Dios de paz y de amor, que trajo la paz del cielo a la tierra. Por vos son aniquilados los cismas y herejías que dividen y desgarran la santa túnica de vuestro querido Hijo. Por vuestra mediación se da la verdadera paz a los hombres de buena voluntad, es decir, a aquellos que renuncian de todo corazón a su propia voluntad y no quieren tener otra que la de Dios.
Octava Bienaventuranza: ¡Bienaventurados los que padecen persecución por la justicia! Para conocer las persecuciones que sufrió en este mundo la Madre del Salvador, sería preciso comprender las innumerables e incomprensibles persecuciones que soportó su amadísimo Hijo.
Vuestro Hijo Jesús y vos, su dignísima Madre, habéis sido por nosotros el blanco y objeto de infinitos desprecios, injurias, oprobios, ultrajes, calumnias y crueldades inenarrables. ¡Oh! También nosotros queremos aceptar, por amor vuestro, todas las aflicciones y persecuciones que nos sobrevengan.
¡Gracias infinitas al Espíritu Santo por haber puesto en vuestro Corazón todas las bienaventuranzas! Pedidle, os rogamos, Virgen dulcísima, que nos haga participes de ellas y nos conceda la gracia de poner todo nuestro gozo, nuestra bienaventuranza y nuestro paraíso donde vos lo pusisteis mientras estuvisteis en la tierra, es decir, en servir, amar y glorificar a la Divina Majestad.
JACULATORIA: ¡Oh Corazón de Jesús y de María, tú eres el gozo de nuestro corazón!h4>
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