Agosto: Mes al Inmaculado Corazón de María
Día 24
Meditaciones para la Fiesta y Octava del Corazón de maría: 4.ª (el tercer día de la octava)
![](https://steemitimages.com/DQmTmD3e9e9E6QGKSGD1kpXvHUDd8kCc1nf7tXrtM7dsvBz/corazonmaria.jpg)
Las devociones para este mes:
Rosario en Honor al santísimo Corazón de la bienaventurada Virgen disponible en esta publicación y este rosario contiene la Salutación Ave, Cor sanctissimum que también se ha publicado por separado aquí.
Letanía (disponemos de 9 letanías, para cada día de la octava, que se rotarán durante los 20 días) en esta publicación está la cuarta letanía.
El cántico del Magníficat disponible bilingüe en esta publicación. La obra contiene diversos himnos y cánticos (latín con y sin francés). Sin embargo, san Juan Eudes dedica el Libro X de su obra específicamente a este cántico del Magníficat.
Una meditación (perteneciente a una de las dos octavas de la obra u otras meditaciones contenidas en esta) o un texto extraído de la obra. Esta es la meditación para el tercer día de la octava de la fiesta:
Meditación 4. El Corazón de la Virgen es una sola cosa con el Corazón del Eterno Padre; y es el reflejo perfecto del Corazón de Jesús
Punto 1.°
Considerad que el Corazón sagrado de la gloriosa Virgen no sólo es un vivo retrato del Corazón divino del Padre eterno; sino además, que el Corazón de esta preciosísima Virgen no es más que un Corazón con el del Padre de las vírgenes; digo uno, no en unidad de naturaleza, o de esencia, sino en unidad de espíritu, de voluntad, de amor y de afecto. Pues el Corazón de la Madre de Jesús no tuvo jamás otro espíritu ni otra voluntad ni otros afectos que el Corazón del Padre de Jesús. Y ha llegado a esta unión, o más bien a esta unidad, por tres medios:
Por una entera separación de todo pecado.
Por un perfecto desprendimiento del amor propio, del mundo, y de todas las cosas.
Por un amor ardentísimo hacia la divina Voluntad y por una pronta y cordial sumisión y abandono a todos sus designios y a todos sus mandatos.
¡Oh bondadosísima Madre mía, yo me regocijo infinitamente de ver a vuestro bienaventurado Corazón tan unido y transformado en el Corazón adorable del Padre celestial! Le doy por ello gracias infinitas. ¡Oh mi poderosísima Reina, os entrego mi corazón! Imprimid en él algo del odio infinito que sentís hacia el pecado; romped los lazos y desatad las cadenas de este pobre esclavo; desprendedle por completo del mundo, de la voluntad propia y de todo lo que desagrada a Dios. Entregadle a la divina Voluntad, y pedidle establezca en él su reino de un modo absoluto y para siempre, a fin de que, a imitación vuestra, no tenga más que un espíritu, una voluntad y un corazón con mi amabilísimo Padre.
Punto 2.°
Considerad que el Corazón de la Madre del Salvador es como un divino espejo en el que su querido Hijo dibujó y representó de manera excelentísima todas las virtudes que reinan en su divino Corazón. De suerte que quien pudiera ver el Corazón de la Reina de los ángeles como los ángeles le ven, vería en él una imagen viva y perfecta del amor, de la caridad, de la humildad, de la obediencia, de la paciencia, de la pureza, del menosprecio del mundo, del odio al pecado y de todas las demás virtudes del adorabilísimo Corazón de Jesús.
Dadle gracias por ello con todo vuestro corazón. Ofrecédselo a la bienaventurada Virgen y pedidle insistentemente que haga de suerte que así como su Corazón es un vivo retrato del Corazón de su Hijo Jesús, así sea también el vuestro una imagen del suyo. Y por vuestra parte tened un gran deseo de mirar a este Corazón virginal como a un bello espejo en el cual debéis fijar los ojos a menudo para ver las manchas de vuestra alma con el fin de borrarlas, y para imprimir en vuestro corazón, mediante una cuidadosa imitación, todas las virtudes que resplandecen en el Corazón preciosísimo de vuestra divina Madre; en especial la humildad, la obediencia y la caridad. Pues toda la dicha, la perfección, y la gloria de nuestros corazones consiste en obrar de suerte que sean imágenes vivas del sacratísimo Corazón de Jesús y de María.
Punto 3.°
Aunque el Corazón de Jesús sea diferente del de María, y le supere infinitamente en excelencia y santidad, Dios unió tan estrechamente estos dos Corazones que se puede decir con verdad que no son más que un Corazón: Porque estuvieron siempre animados de un mismo espíritu y llenos de los mismos sentimientos y afectos. Si San Bernardo dice que él no tiene más que un corazón con Jesús: es un bien para mí tener un solo corazón con Jesús. Y si se dijo de los primeros cristianos que no tenían más que un solo corazón y una sola alma por la intimísima unión que había entre ellos, ¿con cuánta mayor razón se puede decir que Jesús y María no tienen más que un alma y un corazón por la perfectísima unión y conformidad de espíritu, de voluntad y de sentimientos que hay entre tal Hijo y tal Madre? Cuánto más que Jesús está de tal manera viviendo y reinando en María, que es el alma de su alma, el espíritu de su espíritu y el Corazón de su Corazón. De suerte que bien se puede decir que el Corazón de María es Jesús y así que honrar y glorificar al Corazón de María es honrar y glorificar a Jesús.
¡Oh Jesús, Corazón de María, sed el corazón de mi corazón! ¡Oh María, Madre de Jesús, haced, os suplico, por vuestra intercesión, que no tenga yo más que un corazón con vuestro querido Hijo y con vos.
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