Era costumbre, en los domingos de resurrección ir a ver la salida del sol como un recordatorio del día en el cual las mujeres fueron antes del amanecer y descubrieron que la tumba estaba vacía.
Aún es de noche y casi que no nos vemos las caras.
Todavía tenemos a alguien medio dormido por ahí.
Y aun de noche tomamos el camino hacia la loma, allí queremos buscar un buen lugar para tener una posición desde la cual podamos ver la salida sin mayores dificultades.
Aun no ha salido el sol; pero ya su resplandor anticipa el amanecer y nos provee de suficiente luz para establecernos en un lugar alto sobre la loma.
No mucho después ya aparece sobre el horizonte, ascendiendo rápidamente, el majestuoso astro, al cual puso Dios para que "señoreara" sobre el día.
Y así comenzando nuestro culto de adoración a nuestro Señor Jesucristo, no adorando al sol, como hacen muchas culturas paganas, sino recordando que Dios puso al astro, no solo para que señoreara sobre los días y marcara el recorrer del tiempo, sino para que anunciara ese día grande y único, en que alguien mucho más glorioso y esplendoroso venció la muerte y conquistó la vida eterna para su pueblo al levantarse de la tumba y manifestarse resucitado ante una multitud de personas.
No solo celebramos su victoria sobre la muerte, sino que también lo esperamos, sabiendo que siempre a sido fiel a sus promesas y que tal como lo prometió con siglos de antelación, cumplió todas las cosas que de Él estaban escritas. Tenemos todas las razones del mundo para estar confiados y seguros, de que Fiel a lo que ha prometido, regresará a buscar a su iglesia que cada día le espera.
Muchos dicen que no es posible, porque ellos no han visto a nadie que haya resucitado; pero el apóstol Pablo escribió en esa misma época, que más de 500 personas habían visto al Cristo resucitado y que muchas de esas personas estaban vivas todavía. Si esto hubiese sido una fantasía o un engaño perverso, los enemigos (que eran muchos) fácilmente lo habrían desmentido; pero nadie dijo nada. No existe ningún escrito de la época que afirmara que había buscado a esos testigos y que tenía pruebas de que no existían. Si desean saber sobre más evidencias de la realidad histórica de la resurrección de Jesucristo, les recomendamos el libro, "Evidencia que exige un veredicto", de Josh McDowell.
De la misma manera que una nube lo ocultó de la vista de ellos mientras ascendía al cielo, así vendrá en las nubes un día y todo ojo le verá y nosotros aguardamos con ansias ese día especial y glorioso.
Ya el día está claro y nosotros haciendo fiesta a nuestro Dios y Salvador.
La belleza de nuestros montes, creación de nuestro amado Dios.
Ya el astro esplendoroso del día comienza a calentar nuestras cabezas...
Y nosotros, alegres cantamos.
Desde el cielo, las nubes contemplan nuestra fiesta de alabanza y adoración.
Ya el sol calienta duro nuestras cabezas y algunas comienzan a sacar sus sombrillas para protegerse.
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La torre de transmisión de microondas, es como una insignia para nosotros porque la vemos todos los días desde nuestra casa y cuando viajamos y regresamos al pueblo, podemos verla desde la carretera a medida que nos acercamos.
El paisaje cálido y hermoso de nuestra isla nos regala una hermosa mañana de verano.
¡Te esperamos, Señor Jesús! ¡entre las nubes tú regresarás!
La palma real. Estas hermosas y esbeltas plantas crecen de forma natural en nuestro país, están por todas partes adornando nuestros paisajes.
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Llegamos a saludar a los campesinos que son los dueños de esas tierras.
Los campesinos eran muy serviciales.
Fue una mañana inolvidable, como muchas de los días que compartimos en aquellos tiempos.