La figura del abogado es objeto constante de tramas e historias en el cine y la televisión en los últimos años, incluso más que la del médico o policía. Mi hipótesis para esto es que las condiciones de la labor de estos es un reflejo especial o en alguna medida privilegiado de lo que sucede en la sociedad occidental.
Desconozco todo acerca del comic original y las historias que Marvel ha creado para Daredevil, pero no cabe duda que la figura de este héroe da muchos tópicos los cuales analizar. Desde problemas epistemológicos respecto a su ceguera y su particular forma “de ver”, hasta sin duda alguna problemas éticos.
Me conformaré por el momento en decir que el hombre detrás de la máscara es una antítesis del abogado promedio. Insisto en que es del abogado promedio y no de alguna especie de “idealización” de la labor “sana” que debería tener todo abogado. Desde el momento en que su compañero y él rechazan una firma enorme de abogados en la cual harían fortunas a razón de iniciar su propia firma y con ninguna otra motivación que hacer una diferencia y ayudar a quienes no pueden pagar a las firmas, ambos personajes se olvidan completamente del interés monetario, al menos por el momento y al menos en una medida nada despreciable. Incluso vemos como la firma en la que estuvieron a punto de trabajar se presta a defender a grandes empresarios con las clásicas conductas de nepotismo y abandono total de cualquier responsabilidad moral de siquiera mediano alcance.
Aquí encuentro yo la máxima diferencia que tiene Daredevil de otros “verdugos del mal” como Batman. ¿Qué es Bruce Wayne más que otro gran empresario con nexos con las armas y los grandes mercados? ¿Acaso sus enemigos no son otra cosa que perseguidores de ideas más conservadoras? O como Watchmen, la relación de Daredevil con Rorschach, es que ambos a diferencia de Batman y su parecido con Ozymandias, también de Watchmen, vienen de un estrato social bajo. Ambos enmascarados vivieron el maltrato de la pobreza y la desigualdad social, a diferencia de un Bruce Wayne que heredó todo tras la muerte de sus padres. Pero más interesante aun es ver la relación entre el magnate Ozymandias y el rico Bruce Wayne, con la visión progresista-capitalista de búsqueda de soluciones dentro del mismo juego económico. Pero es necesario también analizar la relación que tiene el verdadero héroe de Watchmen: Rorschach, con el “villano” Joker. Daredevil, Joker y Rorschach son idealistas. Por supuesto me refiero al Joker de Nolan, pues el Joker siempre ha sido conocido por ser algo completamente ajeno al idealismo. Pero con Nolan, su anarquismo tiene como finalidad el develar la mentira bajo la cual la sociedad funciona, quitar la máscara de Batman y ver la realidad.
En la película de Nolan, Joker no es más que un “loco” con la completa certidumbre de que la verdad es un valor que debe estar por encima de lo demás. El experimento de los botes no es otra cosa que una exposición (tanto en el universo dentro de la película, como en lo que el espectador percibe) de la verdadera hipocresía moral. ¿No fue acaso un delincuente el que tiró el detonador al mar sin dudar mientras que los “buenos” dudaron hasta el límite? No se nos debe olvidar el simple hecho de que él fue quien hecho fuego a la pila de dólares, mostrando que este no era el interés que perseguía. Pero este “loco” obsesionado con la verdad es algo subversivo y peligroso para el sistema. Al igual que una sociedad impuesta por Bane en la que se enjuicia a quienes, debido a la ley en apariencia inmóvil, pareciera imposible enjuiciar. La batalla de Batman contra Bane o el Guasón, es la batalla del pragmatismo de las sociedades capitalista contra el idealismo conservador o contra los movimientos de izquierda. El nihilismo bajo el cual se pinta la mayoría de las veces a Joker puede ser matizado e incluso encontraremos que siempre persigue un fin universal de la “verdad”.
¿Cómo refleja la profesión del abogado esta parte pragmática de la sociedad y este “inamovilidad” de la ley? Claramente no es un pragmatismo con fines completamente racionales y con gran alcance para el desarrollo humano. Es un pragmatismo que es conducido por fines relacionados a la acumulación de la riqueza y la legitimidad de una clase social sobre otra.
En otra serie de abogados, Suits, podemos ver como el “maestro” exitoso en una firma y con una vida económica llena de lujos, le aconseja a su aprendiz que no se deje llevar por las emociones o sus juicios morales, ya que esto podría poner en riesgo su trabajo, perder el caso y no llevarse la jugosa suma de dólares de las empresas para las que trabajan, y por supuesto, perder un millonario cliente. ¿No es esta conducta la que guía a muchos profesionistas tanto en Estados Unidos como en México? ¿No son las carreras en Derecho de las escuelas públicas en México eficientes trampolines para el círculo político? Y en las universidades privadas ¿No es la idea de la mayoría de egresados tener un despacho y conseguir sumas de dinero? Viendo estas situaciones, cualquiera pediría un mundo en el que todo abogado fuera como el hombre tras la máscara de Daredevil.
Pero el problema no termina con lograr ese sueño. El problema más oscuro es lo separable que es la “justicia” y la ley. Entonces no solo hablamos de que el abogado, para subsistir, tiene que ganar más allá de toda responsabilidad moral, debido a la mercantilización de su trabajo, la mercantilización de la justicia. También hablamos de que incluso trabajando conforme a la ley, esto no le asegura un acercamiento del todo satisfactorio con lo justo. El abogado trabaja con una constitución ya hecha, una ley ya hecha. Pero no se le dan las herramientas necesarias para analizar y cuestionar filosóficamente cómo es que está fundamentada esa ley y esa constitución.
No hay mejor espejo para la sociedad actual que el abogado promedio. Una sociedad que busca el triunfo intelectual mediante la retórica y no mediante la disección de argumentos. Una sociedad que necesita de la comprobación empírica de los hechos (No lo digo como una crítica destructiva, no tenemos más remedio, al menos en juicios, puesto que no podemos oír y averiguarlo todo como Daredevil). Una sociedad que se ve obligada a renunciar a sus principios morales que porta como estandarte, para poder lograr la realización económica, es decir, una sociedad hipócrita. El pragmatismo de llevar a cabo lo necesario para esos fines, la jerga casi en su totalidad retórica no es más que una muestra de pragmatismo, palabras útiles, no impregnadas de verdad. De ahí que la postmodernidad sea casi un sinónimo de la era de la post-verdad.
¿Estoy condenando o atacando injustamente la figura del abogado? No, lo que hago es denunciar las condiciones desfavorables en las que se ven metidos como miembros de un todo mercantil. El abogado tiene que venderse y por eso busca cuidar su aspecto. El abogado ya no es una figura que represente la defensa de todo ser humano agredido en sus derechos, ha sido rebajado a un producto más en el mercado, a una herramienta útil para ganar casos.
Una abogada dice en el capítulo 5 de Daredevil algo parecido a: “la ley siempre está con la justicia”. Creo que aquí se encuentra todo el meollo de las dificultades a las cuales se enfrentan los dos abogados protagonistas de la serie, debido a que en toda la serie se nos muestra todo lo contrario. Es decir, la ley, nunca parece estar cercana o relacionada con la justicia. La ley al igual que los policías puede ser corrompida. La ley sirve para respaldar a las grandes corporaciones, incluso cuando las acciones de éstas tienen consecuencias nocivas. Por eso es que uno de ellos se tiene que poner una máscara y jugar en contra de la ley por las noches, para que durante el día, pueda jugar en el mismo campo de ésta y velar mejor por la idea de justicia que quiere defender.
Es verdad, Daredevil ataca por una parte la idea de que la ley y la verdad o la justicia tienen estrecha cercanía y expone que no siempre seguir la ley es hacer lo más justo. Pero además, ataca a las peligrosas entidades que dan forma y controlan esa ley, figuras como Fisk que es movido por un nacionalismo, o un “amor a su ciudad”, algo sin duda característico de las posturas más reaccionarias de Estados Unidos.
La intro de la serie es una metáfora increíble para la temática de la misma. En este, parece que hay un vacío, algo que no tiene forma, al menos visual (recordemos la ceguera del personaje), pero que de pronto es cubierto por una materia viscosa y repugnante la cual da forma a todo. Vemos a esta materia dando forma al símbolo de justicia, a las instituciones, a la ciudad de Nueva York y a los puentes. Es decir, es lo que da forma a todas las estructuras en las cuales se ven envueltos los individuos. Lo paradójico es cuando esta materia forma al personaje con su disfraz de héroe. De alguna manera se podría dar a entender que durante las horas oscuras (lejos de la luz, lo único que da forma a toda nuestra manera de percibir el cosmos visualmente) el héroe mismo, tiene que impregnarse de esa materia que disfraza la falta de substancia para poder hacer lo correcto y defender lo que defiende. Su postura, supuestamente más cercana a la idealidad de justicia, es también una construcción sin fondo. En otras palabras, si la ley no tiene correspondencia con la idea de justicia, es porque dicha idea en un principio no existe más que como simulacro. Es una conclusión algo pesimista. Al final, y después de todas las diferencias que marqué con Batman, pareciera que en algo terminan coincidiendo: Ninguno de los dos puede funcionar dentro de la luz y sin las mascaras, por eso ambos son héroes de la oscuridad de la noche. Es decir, no pueden trabajar con aquello que conceptualiza y da forma a las instituciones, ya que es una materia corrompida. Pero al final, tiene que vestirse de este líquido para poder derrotarla, es decir, ser pragmáticos. Todo sucede en la incertidumbre de la oscuridad, en lo no-formal. La materia roja puede ser el significante que no cubre nada. Ninguno llega a la idea de justicia como tal, al final tienen que volverse a la traición de sí mismos, tienen que ocultarse en la máscara que es la mentira, la mentira que querían evitar Rorschach y Joker. Lo que no sospechan, es que esa misma creencia en un ideal de justicia, hace que la ley se vea como algo inmóvil. Por más pragmática que sea una sociedad, la idealidad de la ley es una mentira inamovible.
En un debate televisivo entre Michel Foucault y Chomsky, el primero le reprochaba al segundo que la idea de justicia tan solo era algo que se venía heredando en las sociedades y que servía para legitimar a la clase dominante, es decir, empresarios como Fisk. El idealismo de Chomsky empata con el de Daredevil. Mientras que Foucault es desde donde debemos interpretar la intro de la serie: las estructuras, cubiertas de ese líquido rojo, están vacías, no tienen substancia. Así, Darevevil es el ciego, ajeno a lo sensible, que ve con el ojo del alma platónico y puede percibir la forma perfecta de justicia. Pero al igual que él, todo está cubierto con una máscara y es probable que detrás de ella no encontremos nada.
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