Prosas de un amor que perdió sus versos(2): Recitales olvidados.

in spanish •  7 years ago  (edited)

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Creo que la motivación principal es la preservación. No quisiera que me termine alcanzando el bloqueo en el recuerdo y olvide que alguna vez llegué a sentir tu dolor antes que el mío, porque eso, fue genuino. Lo sublime es algo que se vive escasas veces y merece ser siempre recordado. Aún te siento, en ocasiones, cuando el presente no está tan presente y el pasado se cola para ver si hay futuros que no se materializaron.

Era un año de intentar cosas nuevas, al menos para mí. Nos encontramos los cuatro de siempre (probablemente estaba pensando en otra cosa absorto), cuando Miguel terminó de señalar -…será el primer recital de poesía en la escuela- lo miré, estaba emocionado, era la primera vez que esto iba a pasar, no sabía que esperar y le dije que de seguro todo iba a salir perfectamente. Fue en el 2012, en aquel momento pocas cosas me interesaban, había llegado a pensar incluso que no era capaz de sentir demasiado. Estaba algo decepcionado, no tenía más que ideales móviles, que buscaban encarnarse en la primera persona que pareciera interesante (aparentemente), por eso escribí ese primer poema, más que una realidad, era un sueño desesperado. Sí, no lo inspiraste tú, lo inspiró una idea al ver a alguien más, que ni siquiera conocía, pero gracias a ese poema es que te conocí y no cambiaría un solo detalle de toda nuestra historia por eso. Ni siquiera te acordabas de mi nombre-no sabes lo que me molestaba eso- ese día decidí invitarte al recital de poesía, a ti y a varias personas más, yo estaba repartiendo la publicidad (unos panfletos que posiblemente ya ni podrían imprimirse, por su alto costo).

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Eran vísperas universitarias, las cosas no eran tan difíciles, los precios no eran tan altos, la vida no era tan problemática en aquel entonces. Soñar sólo requería de intenciones y un poco de empuje (al menos eso pensaban cuatro pendejos que organizaban espacios de valoración de la expresión, debate crítico y compartir cultural). Yo era uno de esos pendejos, el romántico, el más cursi (así me percibían el resto de los muchachos), el encargado de los recitales de poesía.

Pero esa no fue la primera vez, nuestra historia no empezó precisamente con una victoria, más bien comenzó con un fracaso desventurado. No fue en el recital sino unos 2 o 3 meses antes cuando ya te había observado, recuerdo que me las ingenié para sentarme a tu lado en un momento en el que sorpresivamente (y para mi suerte), no estabas rodeada de personas que pudieran sabotear mi empresa novata. Yo no sabía mucho de roles sociales, interacciones adecuadas o acercamientos seductores, yo era un aprendiz en esas cosas (probablemente lo sigo siendo)- y tú una terrible mentirosa-. “No puedo, es que estoy esperando las notas de una evaluación” dijiste con un toque de tartamudeo y una cara de evasión (digna de ilusionista a la que se le salen los conejos por las mangas) cuando te invité a almorzar, yo sabía que me evadías, era obvio, pero no quise persistir incomodándote y entonces procedí en una eyección apresurada, propia de un piloto derribado. Fui a terminar algunos trámites y luego te vi sentada nuevamente, hablabas con algunos de tus compañeros (no los conocía, no éramos del mismo semestre), me acerqué y te sonreí con mi mejor cara, cuando te dije -Eres un fraude- me miraste y en un intento de sobrevolar lo evidente, de seguir jugando a tu rol de mafiosa inocente replicaste -¿por qué soy un fraude?- seguí sonriendo y te dije antes de marcharme –quizás algún día te lo explique, o no, pero en realidad tú lo sabes- y me marché con mi paracaídas, al menos con la idea de haber malogrado una de las alas de tu nave o eso fue lo que me pareció, cuando te vi a través de la vidriera de la tienda de libros de la escuela. Quizás fue la intriga, o la incertidumbre de desconocer la identidad de quien logró ver más allá de tú evasiva, lo que te hizo mirar en mi dirección cuando te marchabas, pero no podía devolverte la mirada, no lo merecías luego de derribarme, y sólo le dedique mi atención a tu reflejo, mientras te marchabas lentamente caminando a nivel de las Aulas 3 y 4.

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Fuente

Estaba por comenzar el recital, no teníamos micrófonos (decidieron no facilitarlos a último minuto) y estábamos parados en medio de toda la escuela por lo que nos tocó vociferar que ya iba a dar comienzo el evento. Luego de varios participantes que recitaron poemas célebres de Mario Benedetti, Aquiles Nazoa y Julio Cortázar, fue mi turno, estaba asustado pero decidido, expliqué que era un poema de mi autoría y señalé el nombre del mismo “Extraños conocidos”. Me sorprendió un aplauso imprevisto y te noté en el público. Era mi momento, disponíamos de algunas galletas para los espectadores (en eso consistía mi nueva empresa), con la excusa perfecta aproveché para acercarme y te pregunté –¿qué te ha parecido el recital?- me miraste con una sonrisa y replicaste –me ha gustado, me encantó tu poema quiero tenerlo- creo que no tenías idea de que me robaste el pensamiento, la mirada y la intención con esa frase; que para mí, fue como si me hubieras pedido que querías tenerme a mí, porque yo estaba impregnado en cada una de las letras y palabras que constituían los cortos versos de aquella poesía. Nadie nunca me había valorado así, tus palabras fueron muy genuinas. En un intento de astucia te dije que no podía dártelo, que la única forma de que lo tuvieras era si yo te lo recitaba a ti solamente y tú lo anotabas- ahí me encontraba en medio de una proeza de aviación dándome la vuelta y teniéndote en la mira- entonces aceptaste feliz –y tuve mi oportunidad de derribarte.

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Fuente

Ahí comenzó en realidad, comenzaron los poemas y los recitales, ahí de manera espontánea, te estocaba con verdades entre versos, que sólo pretendieron acercarte a mí y que terminaron por amarrarnos juntos, en el más turbulento e intenso viaje que he vivido. Comenzó un baile de dos extraños que parecían hablar dos idiomas diferentes y que se encontraban en la torpeza, de querer amarse mientras se pisaban los pies por ser tan jóvenes, un baile entre lo abstracto de mis intenciones y lo concreto de tus hechos que nos brindó posiblemente los tragos más dulces y amargos de nuestras vidas (o de lo que va de ellas). De alguna manera, los recitales fueron el escenario donde lo abstracto se volvió un hecho concreto y escuchaste mis letras, quizás ese fue el gris para la mujer de las acciones y el hombre de intenciones. Bailaría contigo mil veces nuestra historia, repetiría todos los pasos, te besaría y amaría nuevamente todas las veces. En ocasiones registro los espacios vacíos, desentraño los escombros y analizo el silencio, pero hoy ya no hay mas recitales de poesía.

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Parte 1- Prosas de un amor que perdió sus versos: Antología irónica.

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Grande mi amigo <3

¡Que bella gracias, lo valoro muchísimo viniendo de ti!

o.o muy bueno

¡Muchas gracias por tu valoración @cactusjay! Me alegra mucho que te haya gustado.