Desde los tiempos memorables yo admito que no soy fanática al deporte o la actividad física; cuanto menos corra o esfuerzo físico pueda hacer, mucho mejor para mí. Eso en el pasado, cuando tenía 14, era algo que deseaba quitar de mi naturaleza por lo que me inscribí en un deporte: Karate, sencillamente porque quería una mejor condición y ver que tanto podía aprender para una buena defensa personal, en caso de emergencias, ustedes saben.
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Si me hubieran conocido en ese entonces hubieran quedado como: ¿Reiny en Karate, haciendo una actividad física fuera de su casa?, insólito. realmente me impulsé a esta experiencia algo suicida con mi hermana a pesar de ser una gran sedentaria, una chica que solo está en su casa leyendo o en internet, pero quería experimentar cosas nuevas y ver qué beneficios podría traer a mi vida.
El sensei (profesor) fue increíblemente atento, desde siempre le tendré mucho respeto porque su metodología para enseñar y paciencia (habían muchos niños pequeños) era increíble, algo que seguramente no tendré. Aunque me mataban cada uno de los ejercicios y circuitos que realizábamos en la clase, yo hacia mi mayor esfuerzo para al menos no pasar vergüenza o verme como alguien ‘‘apática’’, porque se supone que fui a dar lo mejor de mí misma y superarme.
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La parte más ‘‘divertida’’ se supone que era en los duelos y era muuuuuuy penosa, han de decir: Poco a poco se aprende, pero realmente creo que no estaba en mi elemento, I love peace jaja, de verdad que me da un poco de pena imaginármelo porque realmente no destacaba, pero en los 3 meses que pasé sí que sentía más confianza y habían unos pequeños frutos que pude observar después de todo.
De la disciplina definitivamente me encantaron los Katas, una serie de movimientos de combate ya practicados y establecidos que se hacían solos o en grupo. No era una sabia pero si disfrutaba verlo y aprender esa parte, ya cuando me sabía por completo el primer Kata (es bastante básico), el profesor nos felicitó (a mi hermana y a mi) porque lo estábamos haciendo muy bien y nos estábamos esforzando, eso sí que fue genial porque el esfuerzo y la dedicación se estaba notando, literalmente pasábamos horas en casa practicando y viendo vídeos de cómo mejorar.
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Ya después de los tres meses que transcurrieron, realmente empecé a sentir desinterés en ello e iba más por obligación que por gusto, por eso decidí dejarlo y seguir con la monotonía habitual. A pesar de que el Karate no es lo mío, sí que fue una linda experiencia que viví, porque de eso se trata la vida, de experimentar lo más que se pueda para no arrepentirnos luego de no haberlo hecho.
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Y aquí mi historia cuando intenté ser una karateca, jaja.
¿Practicaste un deporte alguna vez?
Una historia de Karate a las casi 5 de la mañana, que tierno vale jajajaj, me encorazona tu post <trez
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Aw gracias <3
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