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José es un niño que no le gusta ir al colegio, es hijo único y todas las mañanas su mamá prácticamente lo saca de la cama y lo mete al baño para que se despabile de su muy pesado sueño; debido a que viven en una zona rural, las casas e instituciones quedan algo retiradas unas de otras, así que José debe bañarse, vestirse, desayunar y salir muy temprano a la escuela. Como todos los días, su adorable madre le entrega el bolso con los cuadernos y libros, luego con un beso lo despide abrazándolo. El niño es muy querido por su madre quien lo consciente en casi todo, menos en permitirle que no vaya a clases.
El arenoso y empedrado camino que lo lleva a la escuela es el mismo que José toma al medio día para volver a casa, lo ha hecho durante tres años y ya lo conoce muy bien, su mamá siempre le ha dicho que nunca hable con extraños ni tome senderos desconocidos en su trayecto de ida y vuelta a casa, estos consejos José los ha seguido al pie de la letra, sin embargo, cuando camina de regreso a su casa siempre tiene la tentación de desviarse del camino y quedarse a jugar con los niños que ve en los terrenos, ellos juegan béisbol, juego que José sabe jugar muy bien, pero siempre lo ha hecho en solitario dentro de los espacios de su hogar.
Al medio día, sale del colegio y se aproxima a los niños que juegan en esos terrenos, uno de los extraños le dice, - ¿Quieres jugar? -, - Sí -, le responde José a viva voz. El invitado deja el bolso en el suelo y juega con los otros niños que lo reciben sin mucha amabilidad, José aprecia al principio cierta hostilidad, pero ésta poco a poco desaparece, también se da cuenta que varios de ellos están descalzos y sus ropas algo andrajosas, sus uñas están mugrientas y al hablar dicen muchas groserías. José, por algún razón, en medio del juego comienza a sentir empatía por estos niños, las horas pasan y José nota que se ha hecho tarde y decide irse, los otros niños le preguntan por qué se va, y él les dice que su mamá lo debe estar esperando preocupada, todos ellos se ríen a carcajadas y burlándose de él le dicen – Sí, vete de una vez antes que te pegue tu mamá, pao pao –. El niño siente una gran vergüenza, los mira a todos casi llorando por ese sentimiento que lo invade por primera vez, toma su bolso y sale corriendo a su casa.
Al llegar a casa su mamá lo recibe con un gran regaño por haber llegado tarde, pero nota que el niño tiene un gesto en su rostro como queriendo aguantarse las ganas de llorar, le tira el bolso a su madre y se mete de inmediato en el cuarto, - ¿Qué te pasa hijo?, dime, ¿qué te pasó? – Le pregunta su madre preocupada, -¡Nada, mamá. Déjame tranquilo! -, le contesta José casi llorando, su madre lo deja tranquilo y el niño dentro de su cuarto comienza a sentir como una especie de pena o deshonra por parte de aquellos niños, a pesar de su tierna edad José tiene mucho orgullo, piensa que él es algo débil por culpa de su mamá que lo consiente mucho, que ya no es un niñito y que debe crecer y no dejarse intimidar por nadie.
Al siguiente día, al salir del colegio vuelve a pasar por el terreno de juegos de aquellos muchachos, esta vez quiere demostrar que no es ningún niño mimado. Ellos dejan que entre de nuevo al juego y de alguna manera comienza a imitarlos, consigue incluso decir algunas groserías, José siente que está siendo aceptado y mientras juega béisbol comparte risas y bromas con los niños, también descubre que sus nuevos compañeros no van al colegio, comienza de alguna manera a admirarlos, los ve fuertes, decididos e independientes.
Al llegar tarde a su casa, la mamá lo recibe con otro regaño, nota que sus ropas están más sucias que de costumbre y lo interroga sin resultado, José la ignora totalmente, el impetuoso niño tiene nuevos amigos, amigos que son fuertes y que no tienen que pedir permiso a sus padres ni mucho menos ir al colegio, él quiere ser como ellos; pero al amanecer se da cuenta que su mamá lo llevará y traerá a la escuela, ella está preocupada y sabe que algo está pasando, al principio piensa que en el mismo colegio ocurre algo y quiere averiguarlo. José sin poder evitarlo es acompañado por su mamá a la institución, ella habla con los maestros quienes también le hacen saber su preocupación por lo agresivo que se ha vuelto José con sus compañeros, la madre trata de hablar con él pero este hábilmente la manipula y desvía la conversación, -ya se le pasará- piensa su madre. De regreso no le quedó más remedio que irse con su madre que lo fue a buscar, pero al pasar por el terreno de juego logró no ser visto por los niños quienes de soslayo notó que estaban jugando como siempre.
José sabía que los niños del terreno jugaban todo el tiempo, desde la mañana hasta bien entrada la tarde, así que como su mamá no lo dejaba salir por las tardes a lugares muy lejanos, pensó en no ir al colegio, sino detenerse temprano en el terreno para jugar con sus nuevos amigos, y eso fue lo que hizo. En el campo de juego José ganaba reputación, esto lo hacía sentir muy bien y le daba respeto en el grupo, sentía algo especial el saber que no estaba en el colegio, sabía que hacía algo malo, pero esta nueva experiencia lo hacía sentir bien. Luego de varias horas de juego uno de los muchachos que vestía una camisa desabotonada y sucia le dijo que los acompañara a buscar huevos, José parecía algo indeciso, pero los niños al final lo convencieron, empezaron a caminar hacia las afueras del terreno y José notó que nunca antes se había alejado tanto de sus acostumbrados lugares y mucho menos de su hogar.
Llegaron a la casa de una anciana, y entrando sin permiso por un hueco de la cerca, se metieron a un gallinero y se robaron varios huevos. La señora tenía un pequeño perro que estaba tuerto, éste al sentir que algo pasaba en el gallinero comenzó a ladrar ferozmente, los intrusos salieron corriendo entre el cacareo de las gallinas llevándose sus posturas. Mientras José corría sentía algo que nunca antes había sentido, y se desabotonó su camisa como queriéndose parecer a su fuerte amigo. Llegó el medio día y después de tanta aventura se pudo ir sin problemas a la casa, en el camino esta vez José tuvo cuidado de llegar con la ropa limpia, y se lavó las manos y cara para no levantar sospecha alguna de parte de su madre.
En casa, José pensaba en la manera de poder seguir en sus aventuras sin que su mamá se enterase de nada, pero no conseguía la forma; sabía que tarde o temprano se daría cuenta que no estaba asistiendo al colegio, mientras tanto su comportamiento con su madre seguía siendo indiferente y odioso, ella pensaba que eran cosas normales provocadas por las hormonas del crecimiento.
Una mañana yendo a la escuela decidió que tampoco asistiría a clases, llegó al terreno de siempre para encontrarse con sus compañeros, pero se dio cuenta que no estaban, entonces se adentró un poco más en el monte para ver si los veía. En vez de ver a los muchachos vio que a unos cuantos metros caminaba en sentido contrario un hombre muy delgado y alto con un sombrero de paja, éste caminaba mirando hacia abajo y llevaba algo a cuestas, este hombre emitía un extraño silbido, el sonido parecía no provenir de su boca, sino de alguien que estaba muy lejos. José no le prestó atención, pero el hombre se detuvo en su pausado andar y le dijo:
– ¡Hola José! -, el niño paró en seco y miró al hombre que levantando lentamente la cabeza dejaba que el sombrero mostrara su seca y huesuda cara. José se asustó y estuvo a punto de correr, pero el hombre volteó dejando caer su carga en la tierra y se alejó, el atemorizado niño dio unos pasos hacia atrás pero al ver que el extraño se alejaba entre los matorrales se calmó.
José forzaba su mirada para ver qué era lo que había tirado el misterioso hombre, parecía ser una especie de largo cojín o algo parecido, se acercó para ver mejor y se dio cuenta que era un muñeco de trapo y de color gris, más o menos de su tamaño, tenía todas las partes del cuerpo humano: cabeza, tronco, brazos, manos, piernas y pies, pero todo era totalmente liso, sin arrugas ni adornos, carecía de rostro, sólo un botón negro que parecía simular la nariz, este botón no parecía estar cocido al muñeco y sobresalía un poco. José miraba a la extraña cosa desde la cabeza a los pies y una fuerte curiosidad lo embargó, el botón negro incitaba a tocarlo, era una sensación muy fuerte, sin contenerse más el niño tocó el botón presionándole levemente.
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José saltó de asombro cuando vio que tras presionar esa negra nariz, el muñeco sin rostro se había convertido en él, el asustado niño sale corriendo inmediatamente, pero el muñeco lo persigue, en el desespero de su carrera cae al suelo y el muñeco, que ahora parecía ser un humano, le extiende la mano para ayudarlo a levantarse y le dice, - José, no tengas miedo de mí, yo soy tu par- , el asustado niño mira pasmado desde el piso que tiene al frente a un niño idéntico a él, incluso que lleva sus mismas ropas. Totalmente aturdido acepta la mano del otro y se levanta, - ¿Quién eres tú?, y ¿por qué te pareces tanto a mí? - pregunta José con una voz temblorosa, y el otro niño le dice - Ya te lo dije, soy tu par - . Luego de calmarse un poco, José y el niño, que decía que era su par, comienzan a comunicarse más calmadamente, este último le dice a José que él es como una especie de muñeco que se puede convertir en la persona que presiona ese botón negro que hacía de nariz, y que estaba obligado a obedecer todo lo que esa persona dijera, que él era como un esclavo para ella.
El niño par le dice a José que si le toca de nuevo su ahora normal nariz, él volverá a ser el mismo muñeco que había visto antes, cosa que hizo José casi de inmediato, corroborando lo que había dicho su otro yo. El ya muy calmado niño observa que esa figura que ve ahora tirada en el piso es como su juguete, puede hacer con él lo que le venga en gana, y en su mente comienza a pensar en todas las ventajas que tendrá con este otro yo, es decir, con su par. Podría ir a jugar y aventurarse con sus nuevos amigos y dejar al niño par que hiciera todas sus obligaciones como: ir al colegio, hacer sus tareas, quedarse en su casa, hacer sus deberes, y todo lo que se le ocurriese; levantando del suelo al muñeco se lo puso a cuestas y se lo llevó a su casa. José mete a su par en el cuarto sin que su mamá se dé cuenta, toca su botón negro y este se convierte en él, siempre sonriente el niño par le dice – Hola José, dime ahora que quieres que haga y lo haré-, - Quiero que salgas y botes la basura y laves los platos - le ordenó José, inmediatamente el par obedeció e hizo todo lo que le dijo, el pícaro niño observaba con cautela tras la puerta del cuatro que su mamá no sospechaba nada y hasta le hacía caricias a su otro yo, luego el par volvió al cuarto y José riendo lo convirtió de nuevo en muñeco encerrándolo en su closet.
Al amanecer, José se levanta por su cuenta más temprano que nunca, se pone el uniforme del colegio, luego saca el muñeco y lo convierte en su par, le da instrucciones de lo que debe hacer, su otro yo sale del cuarto y José se acuesta muy tranquilo debajo de la cama para esconderse de su mamá y se vuelve a dormir. La madre sorprendida ve por primera vez a José vestido y listo para ir al colegio antes de que ella lo buscase, ella se alegra de este nuevo comportamiento de José, le da el desayuno y lo despide con un beso y un abrazo, notando que esta vez su hijo no fue tan indiferente a sus cariños. Después de haber dormido todo lo que él quería, José a escondidas sale de su cuarto y se va al terreno en busca de sus amigos, estaba feliz, no estaba obligado a hacer nada, era libre de hacer todo lo que quería, y todo gracias a su par.
Al llegar al lugar de juego allí estaban sus amigos esperándolo, éstos lo ven más seguro y decidido que nunca, esta vez no van a jugar, tienen un plan y se lo cuentan a José que sin problema quiere participar. Todos se van a un lugar donde hay una casa de cerca muy grande, los perversos niños tienen como plan entrar y robarse una serie de juguetes y cosas que hay en el patio de esta casa. Trepan un árbol y por una rama gruesa lanzan una cuerda que les servirá para descender, entrar en la propiedad ajena y salen robándose todo lo que encontraban, luego se reúnen en el terreno y se reparten el botín. José se queda con dos balones, una pelota y un bate de béisbol, al principio siente algo de remordimiento pero este desaparece muy rápido al sentir también cierta satisfacción por poseer ahora cosas que no tenía antes, la forma que las obtuvo le causo cierto estrés pero el que todo saliera bien le da un sentimiento agradable, se siente con un poder que nunca antes había sentido.
José lleva todas sus cosas robadas a su cuarto y las esconde allí. El niño par ha hecho todo lo que él le ordenó, lo que más le gusta es que va al colegio por él y hace las tareas. El perverso niño sale desde temprano hasta casi el anochecer, ya no va a jugar, no, va es hacer todas las fechorías posibles con sus compinches, se ha convertido en un niño delincuente.
Un día de fin de semana llega más temprano de sus andanzas en la calle, entra como siempre a escondidas a su casa pero nota por la ventana que su mamá habla muy cariñosamente con su par, José se da cuenta que ella lo acaricia tiernamente, esto provoca un sentimiento de ira y celos muy fuertes en el niño. Espera que entre en el cuarto y le da un golpe en la nariz convirtiéndolo en muñeco; luego sale del cuarto y quiere llamar la atención de su mamá que nota algo extraño en él, -¿Qué pasa, hijo? - le pregunta ella, pero no recibe respuesta del muchacho y se va al cuarto.
Pensamientos de remordimiento, celos, rabia y vergüenza comienzan a azotar la mente de José. Sabe que su mamá lo ama y él a ella, piensa en deshacerse del muñeco, se tira en la cama y comienza a lidiar con sus pensamientos mirando el techo. De repente, comienza a sentir algo en las manos, se las mira y nota que las tiene como estiradas, piensa que es resequedad y se las humedece con saliva, en ese momento escucha que lo llaman desde fuera de su casa, -José, José -, se asoma por la ventana y se da cuenta que son sus compinches, sus amigos de lo que él piensa aún son travesuras algo pasadas de la raya y nada más, se olvida de sus remordimientos y sale del cuarto como siempre a escondidas dejando a su par en casa.
Una vez en la calle, sus amigos le dicen que hoy harán algo que supera a todo lo que han hecho antes, le cuentan que cerca del barranco que colinda con el terreno siempre pasa un señor algo mayor que carga en su muñeca un reloj de oro, que ellos saben que este hombre siempre lleva bastante dinero en su carter. Al escuchar esto, José se preocupa un poco y trata de disuadir a sus amigos que lo que tratan de hacer es muy peligroso, él sabe que quieren robar al señor, pero ellos al notar su indecisión le dicen que es un cobarde, que sabían que tarde o temprano se echaría para atrás, pero José los enfrenta y les dice que no es ningún cobarde, que está dispuesto a ayudarlos en su cometido, - Así se habla - le dice uno de ellos.
A pesar de lo expresado por José, éste no está muy seguro de su decisión e internamente siente un temor diferente al que sentía cuando salían a robar en las casas. Llegan al terreno y se disponen a esperar su objetivo disimulando que juegan pelota, el inquieto José nota que los niños esperan el momento como lo hacen los depredadores que aguardan su presa, con una paciencia que parece sobrenatural; al cabo de un rato ven venir al señor caminando por el borde del barranco totalmente despreocupado, repentinamente uno de los niños grita a los demás - ¡Ahora!-, todos salen corriendo hacia el sorprendido hombre y de un empujón lo arrojan por el despeñadero, todos lo observan desde arriba cómo rueda por la pendiente entre piedras y ramas, y se golpea la cabeza contra un gran madero, José mira atónico la escena que se revela ante él, los niños bajan rápidamente, pero José no puede hacerlo, entra en pánico y corre desesperado hacia su casa.
En plena carrera el niño piensa todo tipo de cosas, siente que ha matado a un hombre. Llega a su casa pero esta vez lo trata de hacer por la puerta principal, quiere contarle a su madre todo lo que ha pasado, pero se siente sin fuerza, cae y nota que la piel de sus manos está muy lisa, no puede apreciar ni siquiera los pliegues y líneas de sus palmas, trata de recuperarse y mira por la ventana donde ve en la mesa del comedor a su par con su mamá comiendo, ella como siempre acariciándolo y este sonriendo, un sentimiento de celos y abandono de apodera de y él trata de gritarle a su madre, pero no puede mover sus labios, siente que los tiene pegados, la mira con una mirada que parece vacía y cae al suelo.
José sale al escuchar un ruido se asoma por la ventana y la mamá le pregunta - ¿Qué fue eso José? - , - Nada mamá es un muñeco que alguien ha tirado -, responde José volviendo a la mesa. Al poco rato un hombre muy delgado y alto con un sombrero de paja recoge al muñeco tirado en el suelo debajo de la ventana, se lo pone acuesta y se retira caminando muy lentamente silbado como si los silbidos viniesen de lejos.
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Fuente de la primera imagen
Fuente de la segunda imagen
Fuente de la tercera imagen
Excelente!.
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Cada uno de tus relatos me atrapa totalmente. Tienes una fiel seguidora jajaja
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Gracias @laizaqc, no sabes cuanto me alegra que te gusten mis relatos. Ésto me motiva a seguir escribiendo. En este relato incluso introduje algunas experiencias de mi infancia, por ejemplo, lo del perro tuerto o el robo de los huevos de las gallinas, pero cuidado, nunca me metí en casas a robar jajajaja. Gracias de nuevo.
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Chamooo que buena hiciste esa analogia entre el "Hombre Par" y la leyenda venezolana, te comento que en estos dias recordaba ese anime que marcó mi niñez!!! Gracias por este admirable trabajo, lo voto y le hago resteem!!!
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Me alegra mucho que te haya gustado, amigo. Yo no me perdía ese anime y la leyenda del silbón se la escuché por primera vez a un hombre que tenía un cuatro y estaba borracho, pero la manera en que la contó me heló la sangre.
Espero poder escribir otras cosas que te agraden, gracias!!!
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