El océano atlántico es la madre mala que separa a Caracas de Barcelona, España. En total son 7 mil 494 kilómetros. La algarabía de 97 mil almas que acudieron al Camp Nou el 8 de enero de 2017 acortaron esa distancia y unieron a la capital venezolana con la ciudad condal. ¿Cómo? El FC Barcelona en 95 minutos sepultó la incertidumbre, el miedo y catapultó los sueños de un joven caraqueño.
Amanecerá y veremos
Bajo el amparo del Ávila y las nubes que cobijan al monumento natural, Miguel despertó tras el rutinario grito de su madre. Una dura jornada escolar lo esperaba con una sonrisa malévola, eso poco le importaba. Con Chemise azul fuera del pantalón abotonada en su totalidad, cabello despeinado y su morral ligero marca Jeansport, salió de su hogar. "Hoy será un gran día. Ojalá el Barcelona gane, no importa si no clasifica a 4tos de la Champions".
Con un huso horario adelantado, Lionel Messi y el resto de jugadores del conjunto blaugrana afrontaban dispersos las horas previas al partido de vuelta contra el PSG; remontar 4 goles era un Everest para cualquier equipo, de eso estaban conscientes en can barça. Una afición acostumbrada a las sinfonías no aceptaría un circo ese día. Pero desde el otro lado del atlántico, había alguien que creía en un resultado favorable.
Con aspecto más desaliñado Miguel salió del liceo. Con una lámina enrollada de papel bond y su mochila Jeansport colgada de un solo hombro, se dirigió a la barbería de su residencia, lugar futbolero por excelencia que pertenece a un italiano y a un colombiano.
-Hola, William y Sandro
-Epa, ya vamos a poner el partido
Corría el minuto 50 y el Barcelona ganaba 3-0. Los fanáticos azulgranas que fueron al estadio gritaban y cantaban, al igual que Miguel, quien demostró que el fútbol unió a las ciudades.
-Vamos que sí pueden clasificar. Vamos! (Decía el pequeño de tez morena mientras todos en el salón sonreían)
Con ese resultado, el Barcelona solamente necesitaba dos goles para clasificar y completar un hito histórico, pues en la historia de la Liga de Campeones, ningún equipo había conseguido superar cuatro goles en contra.
Sin embargo, un tanto de los rivales podía dejar en coma las aspiraciones catalanas y las del niño caraqueño. Ya no tendrían que anotar dos goles sino tres para escapar de los tentáculos de la eliminación
El delantero uruguayo Edinson Cavani hizo realidad ese drama al descontar. Las imágenes de la televisión mostraron a un Camp nou gélido, a una afición muda, sin espíritu. Misma pinta tenía Miguel, que no podía ocultar las lágrimas que estaban por salir. "El fútbol es lo más importante de las cosas menos importantes", reza un adagio. Algunos van más allá.
Corría el cronómetro que era llevado por el árbitro alemán Deniz Aytekin, el balón seguía rodando, Messi luchaba por revertir la situación y Miguel no perdía la esperanza desde la barbería.
Neymar, también jugador estrella del Barcelona, cargó con la mochila de responsabilidades y marcó dos goles más para los locales, que ahora ganaban 5-1.
El feudo culé se mantenía en un estado de resignación, también el lugar de acicalamiento en Caracas.
-Por lo menos ganamos el partido. (Se pudo leer de los labios de un aficionado gracias al director de la transmisión)
Miguel triste pensaba en abandonar el lugar donde estaba viendo la batalla futbolera, pues restaban cuatro minutos para el fin del partido y su equipo necesitaba un gol más, es decir, era poco probable que la gesta se consumara.
-Qué va! me voy para mi casa, tengo que jode tarea
-Quédate Miguel, la pelota es redonda
Así como el Ávila lo abrazó en la mañana, el Barça lo hizo en la tarde.
El Sueño de Miguel y de miles de fanáticos del Barcelona se alcanzó gracias a un héroe que no estaba en el guión. Sergi Roberto, defensor que anotó el sexto gol en el último minuto.
El ruido superó la sinfonía amada por los catalanes, poco les importaba. El equipo de sus amores hizo historia a base de ruido, de pundonor, ensuciándose las manos.
El joven venezolano le gritaba a su padre sin pena a exponer sus lágrimas de felicidad.
-Viste, viste que si podían. Te lo dije!
Foto: Miguel Ruíz
Messi, flamante estrella de los azulgrana, celebraba con el puño al cielo catalán. La escena fue captada por fotógrafos y recreó una postal con olor a historia.
Él mandaba en la ciudad y en el fútbol, ese era el mensaje que transmitía la imagen. Consciente de ello, la directiva del club español, la dispuso en un tamaño gigante en las afueras del estadio con el eslogan: "Bienvenidos al Camp Nou, donde los sueños están para cumplirse".
Los sueños no se cumplieron ese 8 de marzo solamente en el Camp Nou, también en Caracas, especialmente donde vive Miguel, el niño venezolano que creía en una remontada y que sin duda, nunca dejará de soñar.
Nota: Casi todo lo de la historia es real, menos el nombre del niño, su preparación para ir al colegio y los pensamientos de Messi.