Dos seres que sin conocerse se buscaban, se necesitaban el uno al otro hasta que el destino los unió
Había dejado de llover después de una tormenta copiosa y la calle aun mojada dejaba brillar las luces de los pocos vehículos que a esa hora transitaban. Eran casi las 7 de la noche y Sofía se dirigía a una tienda, la cual visitaba con frecuencia a comprar sus cosas personales.
Caminaba pensativa, pues venia del apartamento de una amiga y sabia que ella estaba pasando un mal momento sentimental. Sofía era una mujer pequeña, de cabello largo y negro y piel blanca, de unos 30 años. Meses atrás había dejado su pueblo natal para irse a vivir a esa ciudad en busca de un mejor porvenir, y huir de su marido y de la vida tormentosa que vivía a su lado.
Había sido una relación llena de conflictos por parte de él, ya que se trataba de un hombre violento y agresivo y su obsesión por los juegos de azar lo había llevado a perder todo lo que tenia incluyéndola a ella, estaba dispuesta a nunca jamás dar marcha atrás, aunque sabía perfectamente que ese hombre no la dejaría en paz, y que sería capaz de perseguirla para hacerle daño sí ella lo abandonaba, por esta razón fue que huyo mientras él se encontraba en el casino, por fortuna no habían tenido hijos.
Lo había pensado muchas veces antes de decidirse a huir y ahora que lo había hecho quería darle un nuevo rumbo a su vida, lejos de esa vida tormentosa a su lado.
Su rostro era hermoso, un lunar cerca de su boca le hacía lucir más atractivos y sexys sus labios carnosos, su cabello suelto le daba un toque más juvenil al moverse al caminar.
Entro a la tienda saludando al dependiente quien ya la conocía y se dirigió hacia el fondo de la tienda en busca de algún perfume con fragancia más acorde al invierno. Estaba entretenida en eso cuando una voz varonil a su espalda le dice:
Me parece que esta fragancia va muy bien con su belleza y su figura
Ella volteó rápidamente sorprendida, pues la había sacado abruptamente de sus pensamientos. Vió a un hombre alto de tez oscura, con una sonrisa en la comisura de sus labios. Sus miradas se encontraron y por un instante ella pensó que eran los ojos que siempre había querido ver. Sintió una sensación extraña en su cuerpo como si aquella mirada la hubiera desnudado y acariciado cada palmo de su piel. Se retrajo tratando de disimular y volver en si al momento que le respondía a modo de pregunta a la vez:
¿Le parece que me sentará bien ese perfume?
Le aseguro que le sentará bien, conozco esa fragancia. Discúlpeme usted, no me he presentado, mi nombre es Sebastian
Le dijo aquel hombre al tiempo que le extendía la mano. Ella le dio su mano y le dijo:
Mi nombre es Sofía
Por segunda vez volvió a experimentar en su cuerpo al contacto de su mano esa sensación tan extraña y subyugante que la embargaba y deseó por un instante que nunca soltara su mano. El pareció adivinarlo, y mantuvo entre su mano fuerte de piel oscura y negra como el ébano aquella manecita blanca como la nieve y suave como la brisa de verano.
Ambos supieron en aquel mismo instante que sus manos nunca más volverían a soltarse, permanecerían unidas para siempre por la flama de un amor que había comenzado a crecer justo cuando sus miradas se cruzaron, cuando pudieron ver a través de sus ojos el alma sedienta de amor que ambos tenían.
Él le propuso un trato, que lo acompañara a comprar en la tienda lo que él necesitaba y él a cambio la acompañaría hasta su casa. Ella le respondió con una sonrisa que él jamás olvidaría, era la primera de muchas sonrisas que ella le daría, había llegado para alegrar su vida, para iluminar su camino.
Compraron juntos lo que iban a comprar y se dispusieron a cancelar. Él muy amablemente sacó su tarjeta y canceló todo incluido lo que Sofía había comprado. Aquel perfume que él le había recomendado y comprado ya significaba mucho para ella y como muestra de ello le dijo que lo usaría desde ahora mismo para celebrar su encuentro.
Salieron a la calle dispuestos a partir, y él instintivamente tomó su mano, ella sintió el calor de su mano varonil en aquella noche fría y sonrió feliz. Entendió que no solo la había tomado de su mano, sino que había tomado su vida y su corazón para siempre, y se dejó llevar.
Por un instante recordó cuantas veces deseó en el pasado que su marido fuese atento y delicado con ella, que tuviera esos detalles, pero volvió en si rápidamente y se dijo que ya eso había quedado atrás, que ya no tenía sentido recordarlo y más aún sabiendo que él nunca iba a cambiar. Caminaron bajo una luna brillante que comenzaba a salir después de aquella lluvia.
Centenares de estrellas encendían sus luces en el firmamento, mientras una suave brisa movía su cabellera negra al caminar. Eran solo dos extraños, pero parecían conocerse desde siempre. Él soltó su mano y la abrazó mientras continuaban caminando. Era un gigante de ébano con su cuerpo atlético, ella por primera vez en muchos años se sentía segura, se sentía protegida.
Había recobrado su sonrisa, el pasado turbulento y triste había quedado atrás, algo en su corazón le decía que el amor de su vida había tocado a su puerta. Sintió deseos de abrazarlo fuertemente y decirle que por mucho tiempo lo había esperado, que sin conocerlo lo buscaba en la mirada de algún extraño, en la sonrisa de alguien que al sonreírle le dijera¡Hola!. Que lo buscaba en su cama cuando entre dormida quería abrazarlo y no lo hallaba. En el frio de la soledad lo buscaba cada día. Quería decirle que la abrazara fuerte, que la rodeara con sus brazos y en su pecho le dijera que nunca más volvería a sentirse sola, que nunca más volvería a sentir miedo.
Lo miró mientras seguían caminando abrazados y el pareció sentir en esa mirada una súplica. Él se detuvo y la miró a los ojos, noto que una lagrima rodaba por su mejilla mientras le decía:
Amor, sin conocerte siempre te esperé, siempre quise ser tuya.
Él acarició su cabello y seco sus lágrimas con su dedo y la besó. La beso como nunca antes la habían besado. La abrazó tan fuerte que sus corazones parecían fundirse en uno solo con un mismo sentimiento. El tiempo pareció detenerse en ese instante, en la soledad de esa calle solo tenían de testigo la luna y las estrellas, y el perfume de invierno que como testigo mudo había presenciado el nacimiento de aquel amor, un amor que solo se da una vez en mil años.
De pronto ella lo ve, estaba ahí, amenazante con un cuchillo en su mano, era su ex marido quien la había estado persiguiendo esa noche. Se abalanzó sobre ella con intención de clavarle el puñal, pero un fuerte puño impactó sobre su rostro lanzándolo al suelo como un trapo.
Se incorporó como pudo, y de nuevo arremetió con furia pero esta vez contra Sebastián, quien lo espero con otro puñetazo en la mandíbula, lanzándolo esta vez inconsciente sobre el suelo. Sofía recuperó la calma y se dejó abrazar de aquellos brazos fuertes que le habían salvado la vida, aquellos brazos que desde ahora la protegerían y que solo estarían ahí para brindarle caricias y amor.
Sintió compasión por su ex marido, ya que en el fondo alguna vez lo amó cuando creyó en sus palabras, y se entregó a la ilusión de un amor que pronto la llevaría a tener la más grande decepción de su vida. Sabía en el fondo que su ex marido era un cobarde, que no intentaría volver a tratar de causarle daño, y menos ahora que tenía quien la protegiera.
Continuaron caminando abrazados hasta su casa para cumplir su promesa de acompañarla. Ya a lo lejos casi no se escuchaban sus voces en la distancia, mientras seguían unidos caminando juntos hacia un nuevo destino, el destino que le deparaba una nueva vida juntos.
La oscuridad de la noche se los fue tragando, de vez en cuando algún destello de luz iluminaba sus siluetas a lo lejos caminando abrazados, pero una cosa sí es seguro; eran felices. Ella ya no tenía los ojos rojos ni la mirada perdida, y sonreía, siempre sonreía.
Frases épicas en tu historia:
...como si aquella mirada la hubiera desnudado y acariciado cada palmo de su piel.
...sintió el calor de su mano varonil en aquella noche fría y sonrió feliz.
Te botaste con esta historia. Good job!
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Gracias @dacamero Es un honor para mi que te haya gustado el relato. Te admiro por tus buenos post y la calidad que le imprimes y por eso es muy apreciado tu comentario. Saludos Dani! Beso...
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Gracias Dani. Lo tendré en cuenta para mi próximo post, si tu me lo recomiendas es porque es bueno entonces. Beso!...
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La vida es tan impredecible que la historia de Sebastian y Sofia esta repitiéndose en algun rincón del mundo. La atracción a primera vista existe y a partir de ella, comenzar una bella historia de amor.
Saludos Samuel.
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Que tal @lucioni Asi es, es una historia que se repite a diario en cualquier parte del mundo. Incluso uno mismo puede vivir una historia similar en nuestra vida, y comenzar una hueva historia de amor. Gracias por tu comentario lucioni. Saludos!...
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La verdad nunca me ha pasado, pero, las posibilidades son infinitas.
Por nada Samuel, Cuídate :)
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