En otras oportunidades he comentado que soy fanático del fútbol español y su selección mantiene a un jugador muy importante desde el Mundial de 1982, siendo este su décimo de manera consecutiva, ese personaje tan importante nunca ha estado entre los 11 titulares, ni mucho menos, desde las tribunas es pieza clave de la "furia roja", hablo de Manuel Cáceres, más conocido como "Manolo, el del Bombo".
Enérgico, colorido, emotivo, apasionado, entre muchos otros adjetivos sirven para definir a Manolo, su importancia es tal, que la misma Real Federación Española de Fútbol, se encargó de trasladarlo a Sudáfrica para que presenciara la final del Mundial 2010, ya que había tenido que devolverse a su país por temas de salud. Los años, lo han vuelto parte del equipo y un familiar de todos los aficionados.
Su bombo, es historia pura, ha sido espectador de todos los momentos de gloria, sin embargo no todo es positivo, ayer leía que no tenía permitido el acceso con él a los estadios rusos. Entre lágrimas pedía que por favor alguien lo ayudará, ya que hasta los momentos no había podido animar a su equipo como siempre lo hace y después de tantas competiciones vividas, suena absurdo que se lo prohíban
Se que más de uno puede estar pensando en que esto es un tema irrelevante, pero desde mi perspectiva, las tradiciones definen a la cultura de un país y esa es precisamente la esencia de un Mundial; Manolo es una tradición para los españoles, así como son los cantos para Argentina. Si se supone que estos torneos son para generar alegría, ¿por qué quitársela a este señor y a quienes la disfrutan con él? Tomando en cuenta, que hacer ruido con un tambor no es peligroso para los demás.
Yo no soy quien para criticar las decisiones que se toman en cuanto a seguridad en los estadios, pero si considero que las tradiciones deben mantenerse, transmitirse a los más jóvenes, creando así una identidad para el país. Manolo lo ha hecho y en vez de cultivar estas actividades, aplaudimos actitudes indebidas como la de Maradona en el juego contra Nigeria. Sinceramente espero que el bombo regrese a los estadios, no por el fútbol, sino por la alegría que este genera a los aficionados.