Seas fanático o no del deporte, del fútbol americano, incluso de cualquier deporte que realice un draft, es muy difícil no sentir emoción viendo a esos jóvenes talentosos ponerse la primera franela de un equipo profesional con su nombre. Para quienes no saben de que hablo, los jugadores universitarios en Estados Unidos se inscriben para participar en este evento y así dar el salto a las grandes ligas del país.
Para explicar lo que digo les pediré algo, imaginen que vuelven a tener doce años y sueñan con ser jugadores profesionales, trabajan duro para lograrlo, dejan de ir a las fiestas con esa persona que tanto les gustaba porque al día siguiente deben entrenar, pasan horas sudando y dejando lo mejor de ustedes; crecen y llegan a la universidad, ahí les exigen tener un buen promedio para estar en el equipo, te aprendes cada palabra de los libros, entras por primera vez a ese estadio que confía en ti, unas veces ganaste y otras perdiste, llega tu oportunidad, viajas con tu familia al draft y ves al comisionado salir y decir:
Con la selección número 32, los Philadelphia Eagles escogen a...
Ya está, tu sueño es una realidad, esos momentos valieron la pena, ver a las madres llorando de la emoción, a los seleccionados gritar de euforia, simplemente una energía irrepetible.
Anoche muchos completaron ese recorrido que les decía y mientras los veía, sentía ese momento como mío, es cierto que jamás seré deportista profesional, tampoco deseo serlo, pero todos luchamos por algo
Esos sueños son los que nos dan fuerza para seguir, para hacer nuestro propio entrenamiento y llegar a la meta que has perseguido toda tu vida, ¡ellos pudieron hacerlo, tú también puedes! Sólo debes confiar en ti.