Querida alma libre:
Estimo y entiendo tus ganas de volar por el cielo, flotar y alcanzar las nubes con las manos para después sentirlas adentrándose entre tus dedos. Entiendo tus miedos y tus temores más que nadie, quizás de forma superficial, pero me consta que no es así, porque hay una conexión constante que nos mantiene despiertos de alma y de intuición.
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Quizás aún no exteriorizas lo obvio; entiendo tus cansancios, tus etapas, tus drenajes, tus descargues emocionales y todo lo que conlleva a tus acciones. No soy quién para juzgar los porqués, nunca los entendí. Pero afirmo mi compromiso y mi lealtad como ave cantora que vuela en tus cielos, que no quisiera que nunca que el gris tiñera tu mirada.
Esa mirada llena de valor, de fortaleza y de sueños ocultos bajo las sombras de la gente. Esa forma tan peculiar de expresarte, de cuidar, de entender y de fortalecer hasta lo más débil del mundo. Tienes una magia inmensa que se expresa en tus letras, en tu arte, en tus dedos al tocar, en tus labios al sentir, en tu comprensión de un mundo que incluso yo no puedo entender.
A veces es más fácil corear melodías que enfrentar la rigidez de los días sin miel. Conozco de las advertencias, cosas que se sobrentienden en tus ojos llenos de armonía. Ojos que, enfrentan un montón de recuerdos pasajeros y experiencias diarias que los vuelven más fuertes, más marcados. Tus rasgos se convierten en líneas de carácter, de responsabilidades y de disfraces entre sonrisas.
Me gusta cuando cantas y cuando danzas torpemente entre tu espacio bendito. Te siento alma libre y rebelde, con ganas de crear, de ser y de enfrentar al mundo con tus tonterías y tus habilidades. A veces te siento inseguro de lo que eres, siento que a veces no entiendes (o no crees) lo maravilloso que puede ser toparse contigo y aprender de ti de mil cosas que sólo las almas mágicas entienden.
Muchas veces manifestabas entre palabras y miradas acerca de mi magia, de mis poderes y de todo lo que yo soy capaz de hacer. ¿Qué ves tú en ti? Yo veo manifiesto artístico hasta las venas; veo miradas atentas, sensibles, confort entre tus brazos y risas entre tu cuello. Yo veo, alguien, algo que se manifiesta en mis sentidos con tan sólo un pequeño roce o una pequeña sonrisa. Yo veo magia real en ti, y la seguiré viendo. Quiero ayudarte a brillar.
Puede que decaigas un par de veces en la cama azul entre sábanas bañadas en tristeza; pero ni siquiera la melancolía te quita la magia de las palabras que recitan en susurros miles de posibles poesías. Me gusta más cuando despiertas en la brevedad de mis brazos y en la eternidad de los abrazos realmente celestiales, esos que ascienden mil universos y desafían el tiempo-espacio.
Aunque caigas torpemente en la negación o en la indecisión del futuro, aquí te escribe aquel alma cercana que te abraza todas las noches compadeciendo tus dolores. Aquí estoy, abriendo los brazos siempre, decidida a abrazarte y saber cómo cantarte siempre que lo necesites.
-R.