Una vez había una mujer muy atractiva, quizás la más bella de toda la región, deseaba conocer al hombre de sus sueños, no un príncipe azul pues ella le dejaba ese cuento a los cuentos, ni tan azules ni tan perfectos; solo quería conocer a un verdadero caballero que la quisiera más por sus cualidades espirituales más que físicas; ella era a pesar de su físico impresionante muy humilde de corazón y con un alma pura y generosa.
Vivía en el valle, lejos del pueblo Macholandia donde habitaban hombres que en nada valoraban las buenas cualidades de las chicas como personas si no que le daban más importancia al físico y a las medidas 90-60-90 es por esto que una hada madrina defensora de los derechos de las mujeres y que no permitía que las trataran nada mas como si fueran trofeos sexuales echó una maldición sobre el pueblo y lo condenó a que siempre vivieran hombresEs por ello que todos los hombres estaban pendientes siempre si alguna palomita buenamoza de medidas perfectas apareciera por ahí y apostaban quién de aquellos gavilanes supermachos podía conquistarla primero; eso sí, respetarían al ganador y a su premio y los dejarían vivir tranquilos.
Es por ello que Ana Julia pensaba como entrar a ese pueblo y conocer a un hombre bueno, honesto , trabajador y ante todo que sea un caballero que le llamara la atención si al parecer todos los macho men de aquel pueblo eran seres vacíos que veían en la mujer una sola cosa; si estaban buenas o no.
Para ello la preciosa y escultural Ana se ideó un plan que podría funcionar o no pero nada se perdía con probar.
Se vistió con unos harapos horribles, se desmaquilló su perfecta cara, ahora ante el espejo no parecía tan bonita, y su cascada de cabello liso y sedoso ahora parecía un pedazo de alfombra sucio y descuidado, el horrible vestido terminaba en unos pies descalzos sucios y descuidados, en fin, nada quedaba de la mujer perfecta.
Bueno, resulta y acontece que disfrazada de esta forma se presentaría cada noche de luna llena ante la puerta de cada macho man del pueblo con cuerpo de toro pero con mente de mosquito y le pediría comida y alojamiento solo por una noche para estudiar los sentimientos de cada inmaduro de aquellos.
Bueno, el primero que se asustó de ver en una noche oscura y con luna llena fue Juan Gorila que se creía la última coca cola fría del desierto, es más cuando vio aquella espantosa silueta en su puerta , se asustó tanto que le cerró de un portazo.
La segunda puerta fue Tirso León que le gritó:
- Fuera de aquí espanto de mujer antes de que te caiga a tiros y anda a dormir al cementerio, en mi casa no recibo a indigentes.
Nuestra bella disfrazada se desencantaba más y más de la bajeza humana de aquellos monstruos disfrazados de príncipes, con razón estaban solos y condenados a ver puros músculos y pantalones.
Así pasaron muchas noches y muchas lunas llenas y solo le quedaba una sola casa por visitar, ya resignada a recibir el mismo trato tocó la última puerta bajo un torrencial aguacero y para su sorpresa un chico muy joven y apuesto sin grandes músculos pero con un corazón grande al verla parada en la puerta se apresuró en socorrerla y dominando un poco su miedo por aquella figura siniestra le sonrió y con conciliadora voz le dijo:
Señorita, pase Usted y ojalá no se enferme ya que está súper mojada, pase para que coma algo mientras le caliento un té con limón no le vaya a dar una pulmonía.
Gracias joven y le agradezco de corazón sus buenas atenciones; dijo la chica que inmediatamente se sintió atraída por aquel verdadero hombre.
No se preocupe Señorita y ya es muy tarde para que Ud ande por ahí en este pueblo lleno de machos depravados, puede pasar la noche aquí, es más duerma en mi cuarto que yo duermo en este sofá.
Después de escuchar estas palabras ya la chica empezaba a creer que si existían los príncipes azules por lo caballero y buena gente que era aquel joven, es más ya se sentía enamorada de aquel buen hombre.
Igualmente aquel chico pensaba que estaba loco, por alguna extraña razón se sentía atraída por aquella chica sucia y desaliñada o quizás era el tiempo de no ver una fémina y lo mismo le daba ver una mujer que a una escoba.
Mientras Ana se bañaba en la ducha y se ponía unos vestido que el buen samaritano le dio, maquinaba como escapar de esa casa y volver al día siguiente pero ya como era ella y empezar a conocer más a aquel chico a ver si conquistaba su corazón pues ya había conocido al amor de su vida.
Sigilosamente al tratar de pasar por donde el chico dormía, se tropezó y cayó escandalosamente al suelo, tanto fue el alboroto que el chico se despertó y al saltar como un león sobre aquella sombra logrando derribarla al piso y al prender la luz el joven vio en el suelo a la mujer más hermosa que jamás había visto quedando enamorado de aquella Miss Universo ahora tirada en su piso.
Ana no le quedó más remedio que contarle toda la verdad a aquel gran muchacho y que perdonara su gran engaño.
Al día siguiente un verdadero y buen hombre en todo el sentido de la palabra se paseaba con un bombom de mujer pero envuelto en una miel de dulzura y bondad, mientras que los demás ¿Hombres? verdes de rabia los veían pasar.