Era la é poca mas bella del año y Don Pancho siempre huraño y con cara de pocos amigos o debemos decir ninguno; tomaba su taza de café mañanero y hasta esta temblaba de miedo ya que aquel hombre con aquella cara agria de facciones duras que hacía temblar hasta las piedras podía en algun momento arrojarla al piso.
Don Pancho, era el millonario de aquel humilde pueblo pero con la gente mas amable del mundo.
Por el frente de su casa; quizás desfilaba todo el pueblo y miles de saludos y buenos deseos llegaban a sus oídos pero él simplemente los ignoraba poniendo su peor cara.
Él veía como la gente decoraba y engalanaba sus casas, las iluminaban con luces multicolores, alegraban el cielo y las estrellas con bellos juegos artificiales; también veía miles de niños jugando y estrenando sus juguetes pero él simplemente estaba preso en su propio mundo de rencor, amargura y sin sabores.
Definitivamente a Don Pancho no le gustaba la NAVIDAD.
Pero ¿ Existiría algo que hiciera feliz a Don Pancho?
Es que ni siquiera sus incontables millones,sus carros que ya no cabían en el garaje ni sus amplios jardines alfombrados de bellas flores, ni su lujosa mansión vigilada con numerosos perros con caras de asesinos en serie que evitaban que cualquier vecino lo visitara lo hacían feliz.
Pero que pasaba con aquel hombre que ni la misma magia de la navidad que envolvía al pueblo podía tocarlo.
Una tarde, nuestro muy ácido limón decide pasear un poco quizás ya asfixiado por tanto encierro en su gran palacio que parecía la famosa cárcel de Alcatráz.
Caminaba y siempre con su cara inmutable ante tanta belleza que solo la Navidad puede brindar que hasta el mismo sol tibio mañanero al verlo se asustó tanto que se escondió en su amiga NUBELUZ.
En el camino, Don Pancho ve con suma extrañeza un humilde ranchito que a pesar de su extrema pobreza estaba adornado con el mas bello nacimiento jamás visto; con un imponente arbol de navidad decorado de tal forma que era difícil pensar que existiera otro igual en el mundo.
A Don Pancho le extrañó sobremanera que la muy humilde morada pero impregnada de una magia especial pudiese albergar tantas maravillas y mucho menos que aquella viejecita; una dulce y bellísima de ojos color cielo y una cascada de rubios cabellos que parecían tener al sol atrapado estuviera sonríendole e invitándole con gran afecto una taza de café.
Don Pancho, con cara de león enjaulado ignora la invitación y decide pasar de largo; pero un impulso misterioso lo detiene y por primera vez en su vida sale un milagro de su boca:
Hola Señora; gracias por su invitación; pero que raro, nunca la había visto por aquí y mucho menos este rancho pero que con tantos adornos y juguetes y una luz maravillosa que irradia pareciera de otro mundo.
Don Pancho, lo entiendo: fíjese me se hasta su nombre y eso que nadie nos ha presentado: simplemente lo vi pasar y me sentía tan sola en este día de navidad que quise compartir este sabroso cafecito con algún vecino de la zona y ¡Que casualidad; era Usted¡
Bueno dulce señora ¡Que extraño, yo hablando así! mire en realidad voy muy apurado a comprarle comida a mis perros.
Si notaba la señora que a Don Pancho se le había congelado la sonrisa en aquella faz dura y áspera.
Bueno estimado Señor, termine su cafecito para que le caliente el cuerpo ya que este frío mañanero está inclemente y que mi Dios bendito me lo acompañe.
Bueno Señora gracias por el café y ahora sigo mi camino, la dulce señora no sabía si en verdad le hablaba a ella o a una piedra, es que aquel hombre no sonría nunca.
Todavía Don Pancho no salía de su asombro de como aquella pobre mujer pudiese tener tanto si él teniéndolo todo muchas veces creía que le faltaba todo.
La dulce anciana lo ve alejarse pero sus bellos ojos azules envolvieron con un brillo especial la figura de aquel hombre muy rico pero a la vez muy pobre pero quedó muy contenta por haberle obsequiado a Don Pancho aquel milagroso café.
Cuando Don Pancho regresaba del pueblo, algo increíble sucedió; por primera vez en su vida compró muchos juguetes y llenó un gran saco y a medida que caminaba iba regalando presentes a todos los niños y vecinos del lugar pero todavía su boca no dibujaba una sonrisa.
Hasta le compró un hermoso presente a aquella dulce anciana pero cuando llegó al lugar increiblemente ni el rancho ni su angelical dueña estaban pero algo lo obligó a elevar sus ojos al cielo plagado de fulgurantes estrellas y Don Pancho observó que una muy especial la mas bella de todas no dejaba de mirarlo.
De repente, Don Pancho sintió como un rayo de luz se desprendía de aquella estrella y le iluminó todo el rostro.
Cuando llega a su gran palacio ya no le parecía tan frío y desolado y hasta los fieros perros parecían inocentes ovejitas y mas cariñosos que nunca.
Pero Dios cuando hace las cosas las hace perfectas y cuando Don Pancho se ve en un gran espejo de marco dorado ve con absoluto asombro como la mas afable y maravillosa sonrisa adornaba su rostro y con lágrimas de emoción y felicidad Don Pancho tuvo que aceptar que le gustaba mas pero infinitamente mas su nueva cara.
Ahora si Don Pancho comprendía todas las cosas extrañas pero maravillosas cosas que le sucedieron desde que se tomó aquel milagroso café con aquel ángel vestido de dulce anciana, ahora su corazón y alma comprendía la felicidad de los niños y vecinos al recibir de él tan hermosos presentes, ahora si comprendía la hermosa estrella enamorada del nuevo ser, ahora Don Pancho si apreciaba la belleza de aquel nacimiento y la magestuosidad y alegría que emanaba de aquel arbol, ahora si comprendía el significado de todos aquellos juguetes en la casa de la viejecita dulce y amable.
Al fin Don Pancho aceptaba con absoluta felicidad que todas esas maravillas juntas eran la Navidad.
También cayó en cuenta que aquel rico café obsequio de aquella dulce mujer fué el mas extraordinario y hermoso presente que ese día 25 de diciembre el niño Dios le dió al devolverle la sonrisa a su cara .
Solo en ese momento se dió cuenta que se le había olvidado la comida de sus perros y lleno de gozo y alegría le dió el día libre a su chofer y ese día prefirió ir a pie y lleno de gozo y alegría empieza a correr antes de que le cerraran la carnicería.
A medida que corría; Don Pancho reía y reía y seguía repartiendo presentes sonrisas regalando FELICIDAD.
Muchos decían: ¿Que le pasa a Don Pancho?. Acaso se volvió loco, no para de reír.
No amable lector, Don Pancho no estaba loco simplemente había descubierto su mejor presente su mejor tesoro de Navidad y era aquella eterna sonrisa en su cara que compartía con los demás en esa fría pero hermosísima noche de una eterna navidad.
CON ESTE HERMOSO CUENTO DE NAVIDAD TE DESEO AMABLE LECTOR POR ADELANTADO UNA MUY FELIZ NAVIDAD Y UN VENTUROSO Y PRODUCTIVO AÑO NUEVO Y SI AL LEER ESTAS LINEAS TE HICE ESBOZAR UNA LINDA SONRISA YA TÚ AMIGO INVISIBLE .ME OBSEQUIASTES EL MEJOR PRESENTE DE NAVIDAD.