Aquella gran madre veía muy orgullosa a su hija y no era para menos, aquella bella flor llegaba a sus quince primaveras pero una gran tristeza inundaba el alma de aquella gran mujer ya que no tenía dinero y no pudo comprarle ningún presente a su hija.
Madre, y esas lagrimas que veo en tus ojos; no me digas que no estás feliz.
Mi amor, como se te ocurre; como no voy a estar feliz si mi gran princesa cumple hoy sus 15 años solo que me hubiera gustado regalarte algo.
Madre, sabes algo; ya Dios me regaló el mejor regalo del mundo hace 15 años y ese invalorable y mas hermoso presente eres TU, gracias MADRE por ser la mejor mamá del mundo.
Aquella gran mujer con las hermosas palabras de su hija se sentía ahora la madre mas millonaria del mundo pues su mas preciado tesoro le iluminó con destellos de oro su tristeza y que mejor regalo a su hija que su extraordinario y sublime amor por ella.