San Teleno, un pueblo con una noche particular

in spanish •  7 years ago  (edited)

Pueblo

Esta es la historia de un pequeño pueblo llamado San Teleno; sometido a una mala suerte, ya que determinada noche de cada año, uno de sus habitantes desaparecía. Según cuentan muchos de sus pobladores, se trataba de una horrible criatura que aparecía de la nada con un gran saco donde metía a su nueva víctima, y se lo llevaba hasta perderse con su carga en los confines de la espesa oscuridad.

Una cálida tarde de otoño está Don Pedro (uno de los pocos millonarios de aquel pueblo) hablando con su único amigo; Bonifacio. Era Don Pedro un tipo arrogante y mujeriego, en cambio Bonifacio era un hombre humilde pero muy generoso, le gustaba tener muchos amigos, lo que para él constituía su mayor riqueza.

Están los dos personajes conversando mientras disfrutaban un sabroso café que milagrosamente había preparado el mismo Don Pedro.

Decía Bonifacio muy preocupado:

  • Pedro tenga cuidao esta noche; acuérdese que estamos en la fecha que esa cosa nos visita pa' llevase a otro cristiano.

  • Bonifacio, a mí esa cosa no me asusta; además, mi casa es la mas segura del pueblo, y por si acaso se aparece por aquí, le saco mi escopeta que hace correr al mismísimo Satanás.

  • De todas maneras Pedro, es bueno que tomes tus precauciones y te encierres bien.

  • No te preocupes Bonifacio, y apúrate a tomarte ese café, no creas que también te voy a dar cena.

  • Tranquilo Pedro; tampoco te la aceptaría y con lo malo que tú eres a lo mejor me envenenas. Replicó muy jocoso Bonifacio.

Así se despidieron los dos amigos. Bonifacio apuró el paso, a fin de llegar lo más pronto posible a su casa a encerrarse bien.

La noche transcurría como de costumbre, pareciendo que se había terminado el terrible maleficio. De pronto, llega la media noche y siendo exactamente las 12:00 am; Bárbara la vecina de Don Pedro toca a su puerta.
Don Pedro desconfiando quién podría estar del otro lado, observa por la mirilla de su puerta, percatándose que se trata de su vecina, y decide abrir.

  • Disculpe vecino; sé que es muy tarde, pero en realidad no he podido dormir. Usted sabe, con el miedo a esa terrible cosa de la que todo el mundo habla, y vengo a ver si es posible me regale una taza de azúcar para hacer un poco de café.

  • ¡Caramba Vecina! no se preocupe; claro que le regalo el azúcar, es más, yo mismo preparo el café para celebrar que al fin se animó a visitarme. Esta noche promete ser larga, así que se puede quedar conversando conmigo, ya que yo tampoco tengo sueño, y así nos conocemos mejor. ¿Qué dice?

  • Está bien, contestó Bárbara.

Entró a la casa, vestida para la ocasión con un insinuante vestido, no había duda que era una mujer muy hermosa, se sentó en el lujoso sofá de la sala no sin antes cruzar sus bellas piernas intencionalmente y con aire provocativo.

Don Pedro se dirigió muy emocionado a la cocina a preparar el café, y pensando en voz alta: Bueno Pedro, después de todo la noche no pinta tan mal, y se pone cada vez más interesante.

Mientras nuestro simpático personaje estaba emocionado haciendo el café más sabroso de su vida, no se dio cuenta que una sombra descomunal echaba sobre su cabeza un gran saco, amenazando con meter toda su gruesa humanidad dentro de el.

Don Pedro, con un pánico indescriptible luchaba con todas sus fuerzas para liberarse de la mortal envoltura y al medio visualizar al dueño de aquella terrible mortaja, pudo ver la cosa más horrorosa que alguien se pueda imaginar.

Criatura

Don Pedro se resistía como podía a ser engullido totalmente por el saco pero la fuerza descomunal de aquel engendro se lo impedía una y otra vez, hasta que la asfixia paralizó totalmente sus pulmones quedando el pobre Pedro inerte dentro del saco. La espantosa sombra se echa al hombro su gran saco y salió de la casa sigilosamente con una demoníaca cara de satisfacción hasta perderse en la negra oscuridad de la fatídica noche.

A la mañana siguiente, una bella mujer toca la puerta de Don Pedro portando una pequeña taza vacía pero nadie le abrió.

Bella mujer

Desencantada se da media vuelta, y al disponerse a caminar ve a un hombre sentado el la acera que se encontraba justo al frente de la casa del finado Don Pedro. Él mismo parecía estar muy triste; era su fiel amigo Bonifacio, quién al ver a la vecina de Don Pedro le dice:

  • Señorita, disculpe usted, me llamo Bonifacio, la vi tocando esa puerta pero nadie le abrió porque a su vecino y gran amigo mío anoche se lo llevó una cosa espantosa. Claro Usted es nueva por aquí y nadie le ha mentado esta maldición que pesa sobre este pueblo.

  • Algo he oído buen hombre pero que pena con mi vecino, y yo que venía a molestarlo por una tacita de azúcar y así aprovechaba de conocerlo.

  • Bueno Señorita; si usted quiere yo le regalo el azúcar y así le hablo un poco del pueblo y hasta le puedo dar un recorrido, para que lo conozca un poco mejor.

  • Gracias Señor, mucho se lo agradecería y en verdad me encantaría mucho acompañarlo, ya que me ha caído muy bien.

  • Para mi es un placer señorita de poder ayudarla y por cierto ¿Cuál es su nombre?

  • Disculpe, gentil señor, por no haberme presentado, mi nombre es Bárbara.

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