UN REGALO DEL CIELO

in spanish •  7 years ago  (edited)

Se podía decir que a Don Fausto no le faltaba nada en la vida, era el empresario más rico del pueblo de Buena Esperanza, a sus escasos 30 años. Buena gente, le gustaba ayudar a los más humildes, de sus empresas que eran muchas dependían muchas familias y de sus grandes ingresos se mantenían escuelas y hospitales de la región. En su tiempo libre sólo visitaba en el pueblo un único lugar: el gran parque de los niños donde se regocijaba su alma viendo la risa de los pequeños, disfrutaba sus travesuras y muchas veces jugaba con ellos. Lamentablemente Don Fausto enviudó muy joven, su esposa falleció de una extraña enfermedad y desde entonces se dedicó a hacer felices a los demás olvidándose él mismo de su propia felicidad. Tanto dinero no llenaba el gran vacío en su inmensa mansión.

Don Fausto

Una mañana abrió como de costumbre su casa para recoger el periódico, y vio una pequeña canasta en su cuidado jardín, al acercarse vio con total asombro una dulce bebé en su interior con la cara más bella del mundo y una hermosa sonrisa que iluminaba todo el lugar. Don Fausto, totalmente sorprendido miró en todas direcciones para ver quien podría haber dejado abandonada tan hermosa niña, pero no vio a nadie y muy nervioso entró con su pequeño paquete a la casa.

Niña hermosa

Pasaban los días y nadie reclamaba la niña. Don Fausto cada día la adoraba más, y su gran amor hacia ella lo convertía en el más experto del mundo en como atenderla. Corrían los años, la niña crecía sana y hermosa, ya reconocida como hija propia. Don Fausto procuraba no ir mucho por sus empresas, para así dedicarse de lleno a la pequeña y no era para menos, al fin había encontrado el tesoro más hermoso del mundo.

Bebé

La niña era el gran orgullo de su padre, con bellos sentimientos y una bondad infinita hacia los demás, muchos de sus múltiples juguetes los compartía con los demás niños, en la escuela era la primera de su clase pero su mejor tiempo lo ocupaba haciendo feliz a aquel gran hombre.

Una tarde en el jardín se escucha una emotiva conversación:

  • Padre, ¿Como podré pagarte tanto amor y dedicación por mí, por mi culpa no te volviste a casar.
  • No digas eso, hija; soy yo el merecedor de tanta felicidad que tú me has dado, me has llenado e iluminado mi vida.
  • Padre, prométeme que siempre estarás conmigo.
  • Claro que si, mi amor, yo siempre estaré contigo.
  • Gracias por ser el mejor papá del mundo.

Era un gran día, la angelical niña ya era toda una señorita y Don Fausto preparaba una grandiosa fiesta de cumpleaños para su bella y encantadora princesa. La celebración fue apoteósica, la adorable adolescente disfrutó un mundo con su padre y los invitados, hasta que totalmente dormida fue llevada en los brazos de su padre hasta su habitación.

Pero una tarde en que jugaba con su padre, la bella muchacha se desmaya. Don Fausto, preso de pánico la toma en sus brazos notando que la niña no reaccionaba , de inmediato la trasladó a la mejor clínica de la región.
Los médicos determinaron que la muchacha padecía una gran enfermedad coronaria y que de no operarse pronto podía morir en pocos días.

Todo el mundo se derrumbó ante Don Fausto con esta nefasta noticia, de repente le cayeron todos los años del mundo, no podía creer tanta injusticia, su pequeña, su gran tesoro condenada de repente a una muerte segura.

A los días, una dulce muchacha abre sus ojos, el color blanco de la clínica inundaba toda la habitación, de repente se sintió más fuerte que nunca y tocó sobre su pecho una gran venda, su habitación parecía un jardín, parecía que las flores mas bellas del mundo engalanaban el nuevo renacer de la joven.

Entra una enfermera y ella aprovecha de decirle:

  • Señorita, todo está muy bonito pero me hace falta ver a una persona ¿Podría usted avisarle a mi padre que ya desperté de la operación y que venga a verme?

  • Muchacha, alguien dejó esto para tí.

  • Milagros, que así se llamaba la chica tomó en sus manos un sobre y extrayendo la carta comenzó a leer:

  • Te acuerdas, hija aquella tarde en el jardín que te hice una promesa de nunca abandonarte y permanecer siempre contigo, pués eso hice amada hija, necesitabas un corazón sano y fuerte para seguir viviendo y ese fué el mejor regalo que se me ocurrió darte para compensar tanta felicidad que me brindaste. Por favor no llores a pesar del gran dolor que te ocasionan estas lineas, prefiero mas bien que sonrías como siempre, quiero recordarte como la niña alegre que siempre fuiste y que sepas que nunca te abandonaré pues mi corazón y todo mi ser siempre estará contigo. Tu iluminaste y le distes un sentido a mi vida ahora quiero que tu luz siga brillando como de costumbre. Recuerda siempre todos los buenos consejos que te dí, no cambies nunca pues siempre serás mi dulce niña, te enseñé a caminar, ahora caminaremos siempre juntos. Contigo aprendí que la felicidad existe. Sabes una cosa, todas las noches cuando te daba el beso de las buenas noches, te dormías y yo todavía me quedaba un rato en tu habitación dándole gracias al Señor por haberme enviado tan hermoso regalo. Gracias mi niña por todo. Nunca te ordené nada pues no hacía falta,eres tan perfecta que todo lo haces bien pero ahora te ordeno que seas FELIZ, mira que yo siempre estaré dentro de ti para recordartelo.

Al terminar la carta, Milagros de los Ángeles sintió en verdad que alguien muy especial estaba con ella en ese momento y esbozando una dulce sonrisa se le iluminaron los ojos de felicidad.

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