Pensar en algo que nos genere curiosidad, incomodidad o estrés, sucede a diario.
Abundantes preguntas nos atormentan de tal manera que procuramos controlar todo, queriendo saber la respuesta a cada una; sin darnos cuenta de que la mejor manera de responder a ellas es dejar que todo fluya y, que el destino haga su trabajo.
Ajeno a eso, llegamos a un punto en el que no sabemos qué dirección tomar, qué camino afianzar, hacia donde avanzar o que decisión es mejor según las circunstancias que se nos presentan. Por un momento no sentimos ningún instinto o impulso que nos diga a donde ir. En su mayoría, es útil buscar una brújula en otras voces, otras miradas, en personas que puedan darnos un panorama más claro y, su ayuda para encontrar una dirección por la cual encaminarnos.
Pensamos y pensamos, al punto de colapsarnos, de estresarnos, de querer echar todo por la borda, sin discurrir en buscar solución. Es tanto la ceguera que nos abriga que hasta se llega a un punto de vahído mental, donde nos paralizamos y solo se escuchan quejas. Por qué nos suceden estas cosas? Sabía pregunta, generalmente no se le consigue respuesta y es porque no la tiene, ponerse a pensar en eso es un medio de estrés, es algo que viene de tu cerebro, se podría controlar sí, con fuerza y voluntad. Sin embargo, no todos podemos hacerlo, solo queda relajarse, dejar que todo fluya es la mejor opción, que las cosas sigan el ritmo que ellas ansían y convenga.
Somos humanos, por ese simple hecho eso acarrea dejarnos llevar por emociones y circunstancias que sin querer es así, por más que nos opongamos sucede. Hay una oración que escuche una vez
“vive, déjate llevar, deja que fluya y suelta cuando llegue el momento”
no te aprisiones a cosas, nada es eterno, por eso existe la vida y la muerte.Todo tiene su principio y su fin.