─ ¡Hola Tomás! ¿Que edad tenias, cuando te enamoraste por primera vez? ─ me preguntó, curiosamente, una supuesta enamorada mía.
La pregunta me cayó de sorpresa, pues yo nunca me había preguntado tal cosa. Sin embargo, me sentí en la sagrada obligación de responderle.
─ Déjame hacer memoria le dije; y luego de pasado el minuto y con lujo de detalles, le respondí: a mi edad de “11 añitos” estudiaba mi cuarto grado en una escuela campestre que distaba a 5 kilómetros de mi casa. ─ La hacienda donde nací ─ antes de llegar a la escuela debía atravesar un hermoso bosque sembrado con matas de café.
En 10 minutos ya me encontraba al otro lado del bosque, ya que lo atravesaba corriendo para evitar ser victima de ciertos personajes creados en calidad de fantasmas por los habitantes del lugar y que tenían por costumbre comerse a los niños que osaban pasar por el lugar y con sus ruidosos pasos despertar a los fantasmas que en ese momento dormían.
Evitar los ruidosos pasos era un imposible, ya que el camino se encontraba lleno de ramas secas que crujían ruidosamente al ser pisadas por mí; pero toda la desagradable odisea quedaba compensada ya que al llegar al final del camino aparecía ante mis ojos una hermosísima panorámica y ahí estaba ella mi adorada e inolvidable escuela instalada sobre una pequeña colina rodeada de montañas cubiertas con verdes y frondosos arboles.
El problema de los fantasmas lo solucionó mi papá.
─ Llévate a Rin para que te acompañe me dijo y así lo hice─ Rin era mi perro, un hermoso animal de tamaño mediano de color amarillo oxido─ y problema solucionado. Como por arte de magia todos mis miedos desaparecieron.
Me sentía protegido y seguro. Yo sabia que Rin llegaría hasta a dar la vida por mi si un fantasma “come niños” osara hacerme daño. La inteligencia del noble animal era inexplicable, cuando llegábamos al límite del camino justo donde comenzaban los terrenos de la escuela se echaba y ahí permanecía a la espera de mi salida de clases.
Un ruidoso timbre me anunciaba el comienzo del horario de clases y ahí estaba yo, presente frente a mi linda maestra de 15 años que acostumbraba recibirme con un beso en la mejilla.
En ese momento su afrodisíaco perfume invadía hasta el último centímetro de mi cuerpo; pero no todo quedaba ahí, mi maestra no era habitante del lugar, ella venia desde la ciudad. Veíamos clase mañana y tarde. Había una persona encargada de llevarle la comida del medio día. Mi maestra hablo con mis padres para que permitieran que yo le acompañara en las horas del medio día. La cantidad de comida fue aumentada, incluso para Rin.
Hora del medio día, todos los alumnos a sus casas mi maestra y yo a su habitación que contaba con cama, escritorio, baño y silla. Estaba reservada para su descanso y siesta. Al principio todo sucedía bajo la más estricta discreción: yo sentadito en la silla y frente a su cama ella se despojaba de sus superiores ropas y se acostaba a dormir su merecida siesta.
Pero como es natural el tiempo se encarga de ordenar las cosas y en uno de los medio días yo me dormité tanto que por poco me caigo de la silla. Mi maestra preocupada me invitó para que ocupara un lugar en la cama y así lo hice; cinco minutos mas tarde una erección se hizo presente en mí y mi maestra lo notó ─en cuestión de tamaño la naturaleza fue generosa conmigo─ quise volver a mi silla pero ella no me lo permitió al contrario hizo que me acercara más a ella.
Para mi todo aquello estaba entre las reglas naturales entre parejas, en la hacienda escenas como esa estaban a la orden del día entre los hombres con sus mujeres e igualmente sucedía entre los animales.
En las clases religiosas del catecismo ya explicaban que Dios lo permitía era el medio de cumplir con el mandato “multiplicaos” así que nosotros estábamos autorizados por los ejemplos de los adultos y Dios.
Como es de esperar un tierno y sano amor se presentó. Fue así como me enamore por primera vez.
Un año mas tarde mi maestra fue enviada a dar clases en otra escuela y más nunca la volví a ver.
Tomas Flores
jajaja a todos nos ha pasado por lo menos una vez en la vida! muy buena tu historia, saludos.
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Muy linda tu historia y como dicen por allí, a muchos nos paso eso cuando apenas estábamos en esas edades difíciles e inocentes.
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