La joven de la sangre de oro (XXVII)

in spanish •  7 years ago 

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Cristina

Debo confesar que estoy asombrada. ¿Quién diría que Gil se emocionara tanto al conocer a una criatura mitológica de gran envergadura y majestuosidad como la que exhibe con cierta coquetería la buena de Febe? Sobre todo cuando esa emoción se transforma en una conexión profunda que probablemente ya estaba presente desde el momento en que ambos nacieron.

Admito, además, que todo esto aún me es extraño. 

Desde que conocí a Ivar aquella noche en París no he parado de pensar que todo esto es un sueño que me deja con sentimientos encontrados. A veces anhelo despertar de él, volver a mi realidad y fingir que nada de esto me ha pasado, pero otras veces me salta el deseo de que continúe durante toda una vida si era posible, pero no sin arriesgar vidas y almas de mis seres queridos. 

-¿En qué piensas?

Me vuelvo hacia Caronte, quien me miraba con curiosidad. Sonreí quedamente y le respondí:

-La última vez que he visto a mi hermano fascinado con un dragón fue cuando compró la saga completa de El Señor de los Anillos. Claro, Smaug es una cosa; ustedes son otra completamente distinta. 

-Técnicamente sí, pero en la práctica no tanto. 

-¿Qué quieres decir?  

-Bueno... Te sorprendería saber que Smaug está basado en un dragón real.

Lo miré con curiosidad. Caronte continuó:

-No sé si tu abuela  te habrá contado al respecto, pero entre nosotros se dicen historias sobre Yggdrassil [1]. 

-¿Yggdrassil? ¿Existe el árbol de los 9 mundos?

-No es un árbol. Es un dragón. El Padre de todos los Dragones. 

Le miré con interés, ¿Yggdrassil es un dragón? ¿O sea que semejante personaje existe? 

-Cuéntame más -le pedí.

Lo que Caronte me contó de inmediato parecía salir de un cuadro mitológico. Yggdrassil era el más grande y poderoso de los dragones que habían sido creados en el cielo por un tal Vdanos Vaeneryon, padre del arcángel Phrometeus Vaeneryon, quien a su vez era el abuelo del principado Mikhel Vaeneryon, San Miguel Arcángel dentro de la mitología cristiana. 

Era primero un huevo, uno del tamaño de un avestruz; Phrometeus cuidó de él como si fuera su hijo hasta que, una mañana soleada, nació en sus manos y le puso aquél nombre. Las razones de aquél nombre se desconocen hasta ahora, pero si había algo cierto era que  Yggdrassil llegó a ser el blanco de las miradas de los ángeles por sus majestuosas escamas tornasol y su ferocidad durante las Guerras Angélicas.

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Aesir

Gruñí de frustración mientras tiraba el papel en la basura. Mirando por la ventana, noté que ya estaba amainando la lluvia torrencial que cayó sobre Helsinki, así que me levanté del sillón y me encaminé hacia la cocina. Abrí el refrigerador en busca de algo para beber; podría beberme toda la botella de vino blanco que estaba recostada, pero tenía ganas de beber una botella completa de vino blanco, pero preferí reservarme ese gusto para la noche. Por ahora solo agarré una lata de cerveza y el pedazo de pizza que estaba en un plato.

Sentándome en la mesa de concreto y losa, mastiqué sin ganas la comida, concentrándome más en la serie de planes que han estado rondando en mi cabeza durante horas. 

Definitivamente acercarme a los dragones de Cécile supone un enorme problema. 

Ivar me conoce, y por lo visto lo suficiente para darse cuenta de mis intenciones, así que convencerlo de que puedo ayudarles va a ser muy difícil a menos que... Que Cécile sea la intermediaria entre ambos.

-No estaría mal -murmuré mientras me levantaba de la mesa.

-¿Pensando en cómo resarcir tu fracaso, primo?

Me volví.

Un hombre de largos cabellos castaños y atavíos oscuros estaba en el umbral de la cocina, con el hombro apoyado en la pared y con una sonrisa que me generaba unas ganas de borrársela.

-Sigricc -siseé.

 El hijo de puta sin duda alguna habrá escuchado de mi humillación, puesto que, al acercarse a la mesa, me comentó:

-Te deseo la mejor de las suertes, Aesir Aeseryon, aunque creo que sería más bien un fracaso que un éxito.

-¿Qué mierda quieres, Sigricc? Y más vale que sea importante y no una pérdida de tiempo.

-¡Hey, relájate! Solo quiero charlar.

-Charla con alguien más, imbécil. No pienso perder mi tiempo contigo -repliqué con sarcasmo.

-¿Ni siquiera sobre la chica?

-¿Qué chica?

El infeliz hizo una mueca de burla antes de reírse. Mi enojo estaba llegando a su límite; con trabajo contuve el impulso de tomar el cuchillo que estaba en el escurridor para clavárselo directamente en el corazón. "Y pensar que somos familia", pensé con disgusto mientras que él, sacando de su saco una carpeta para luego asentármela en la mesa, me respondía:

-Tu amigo George me pidió que te entregara esto. Es el informe que le pediste de una tal Cecilia Bermudez... O Cristina Martínez de la Parra, su verdadero nombre.

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[1] De acuerdo con la mitología nórdica, Yggdra(s)sil es el árbol de la vida en cuyas ramas se encuentran los 9 mundos: Asgard, Midgard, Helheim, Niflheim, Muspellheim, Svartalfheim, Vanaheim, Alfheim, y Jötunheim. Sus raíces son los contenedores del agua cósmica que llena el pozo del conocimiento, custodiado por el dios Mimir. Fuente: Wikipedia.   

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Disponible en Wattpad 

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