La joven de la sangre de oro (XXXI)

in spanish •  7 years ago  (edited)

Fuente

Odín se volvió con furia e incredulidad hacia Aesir. Éste había llegado a la residencia Agnarsson con noticias sobre la intervención de Ondskap en la misión; sin embargo, su furia no se dirigía hacia la figura de Ondskap en particular, sino hacia la indiferencia evidentemente intencional de Aesir al no intervenir en el ataque a Cristina. No quería pensar en cuál pudo haber sido el resultado de aquella lucha frontal; solo rogaba que aquella muchacha estuviera viva y, desde luego, bien resguardada en algún lugar en donde ni siquiera Draugr se atreviera a molestarla.

Arrojando el libro que tenía en mano a la mesa, se encaró con su nieto y le dijo:

-Nunca creí que llegara el día en que sintiera tanta vergüenza.  

Aesir, sorprendido ante aquellas palabras, inquirió:

-¿De qué estás hablando? Abuelo...

-¿Y todavía lo preguntas? -le cortó gélidamente -. Mi propio nieto quedándose ahí, como idiota, observando cómo atacan a la única persona que podía ser una excelente oportunidad para establecer un puente de comunicación entre nosotros y los dragones. ¡Observando y huyendo como un cobarde! 

Aesir, con el orgullo herido, quiso reclamar la injuria, pero Odín se le adelantó:

-Le pediré a Jápeto que te retire de la misión y que ponga en tu lugar a tu tío Hvitserk o a tu tío Thor. 

Pasó de él, dándole la espalda como siempre lo había hecho cuando alguien comete una injusticia irremediable. Aesir, sin embargo, no se quedó callado:

-Estaba en desventaja. No podía atacar a cuatro cronoatas yo solo.

-¡¿En desventaja?! -replicó Odín, mirándolo con mofa - ¿Cómo? ¡Explícame, nieto mío, lo que es estar en desventaja! Porque hasta donde yo recuerde, tu tío Hvitserk también estaba en desventaja, ¡y aún así se alió con uno de los dragones para enfrentarse a Draugr en Londres! Así que déjate de idioteces y excusas patéticas, Aesir Aeseryon, ¡y madura!

Esa vez Aesir no pudo replicar nada. En lugar de ello, desplegó sus alas y se marchó de la residencia. Sigricc, quien había presenciado todo desde una de las columnas de la gran sala, se acercó a su abuelo cautamente. Éste, percibiendo su presencia, se volvió hacia él y le inquirió:

-¿Qué tanto has escuchado?

-Lo suficiente para saber qué errores no debo cometer si me algún día Jápeto me honra con una misión así.

Odín observó detenidamente a su nieto.

Sigricc era como Aesir, excepto que él no era de los que perdía el tiempo tonteando y jugando al asesino a sueldo. Era más analítico y observador; sabía aprovechar las ventajas y desventajas de las situaciones en las que se envolviese, aún cuando está fuera del rango de su experiencia, malicia que Aesir tenía pero que por mero prejuicio no usaba. Pensándolo bien, aquél joven podría ser un magnífico sustituto salvo un detalle: Su rivalidad mutua y el odio discreto pero desmedido de Aesir hacia él.

Bufó por lo bajo. ¿Dónde había visto semejante situación antes?

-Aesir te odiará más si se entera que te sugerí como su sustituto -dijo con vehemencia.

-Iba a decirte que sugirieras mejor al tío Hvitserk. Él ha sido el de los consejos y las ideas. Además, si ya intentó establecer contacto con los dragones, entonces no hay nadie mejor que él para acabar la misión.

Odín sonrió. Sigricc también era juicioso, y eso era una virtud que  compensaba su arrogancia.

.-.-.-.

Degaulle miró atentamente a su amo desde una distancia que consideraba prudente. 

Francamente no entendía esa nueva faceta suya; no hace unos días estuvo a punto de matar a Ondskap enfrente de Cristina y los dragones. Sin embargo, las cosas cambiaron apenas llegando al Metnal; ahí, el general le recordó a Ondskap que tenía una misión qué cumplir, y esa no era matar a una simple humana que trabó amistad a los dragones. De eso, le aseguró, él y otros más se encargarían; Ondskap no estaba del todo convencida al principio, pero luego de dos noches de lujuria en sus aposentos, se retiró tranquila y serena con el convencimiento que lo de Cristina era solo una treta para distraer a Aesir.

 Y cuando Ondskap se ausentó completamente, le ordenó que continuara cuidando de la chica.

-¿Por qué proteger a la chica si es un señuelo de distracción? -se atrevió a preguntar una vez que reunió el valor suficiente para hacerle frente.

Draugr, al escuchar esa pregunta, se volvió hacia él y le replicó:

-¿En serio te creíste ese cuento de que era el foco de atención de ese miserable?

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Disponible en Wattpad 

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Genial, me encanto el regaño al ángel. Gracias por un capítulo más, cada vez se pone más interesante, es bueno saber que Cristina está segura, por ahora.

Al contrario, @marpa, ¡gracias a ti por leer! :) Por cierto, ya subí el capítulo 32 :D

steady..vote me too, mrazi