La joven de la sangre de oro (XXXII)

Fuente

Aesir

Un cobarde. De eso el anciano Agnarsson me acusa: De no haber hecho nada. ¡Como si él no lo hubiera hecho antes! Por supuesto, no soy mi tío Hvitserk ni mi tío Thor; ellos son guerreros experimentados, saben que el prejuicio debe ser dejado de lado cuando la situación les compromete. En mi caso yo no estaba comprometido; simplemente dejé que Ondskap tratara de atrapar a los dragones y rescatara a Cristina de ellos. De ellos y de Draugr, a quien ella se encarga de seducir con tal de obtener información.

Lo que ella descubrió, no obstante, era algo que me dejó intrigado aunque dudoso: Draugr está celoso de mí. Celoso porque soy el foco de atención de Cristina, el amor de su vida. "Vaya patraña", pensé mientras bebía una copa de vino en la terraza de esa cafetería que llamaban Peón Contreras. 

Dudo que Cristina sintiera algún afecto por mí. Me lo ha demostrado muchas veces cuando estuvo bajo mis alas; ella no me dirigía la palabra más que cuando la llamaba. Era más silenciosa, contemplativa, siempre trabajando en cómo escapar de mí. Incluso en París y en el avión me demostró que no le importaba lo que a mí me sucediera. Ella me conocía bien a pesar del poco tiempo que llevábamos conociéndonos; ella sabe que a mí no me importa lo que le sucediera.

Generalmente, salvo una sola excepción: El día que Draugr puso sus ojos en ella. 

.-.-.-.

Draugr

-Ivar.

Me volví hacia ella. Sus manos suaves acariciando su abultado vientre y esbozando una sonrisa serena hacia nuestro hijo no nacido era una escena que me tranquilizaba. La criatura estaba pateando vivamente su vientre,  muestra de que se sentía querida, de que le esperábamos con muchas ansias. ¡Oh, Odín, cuánto deseaba ya tenerla en mis brazos, con sus pequeñas manos agarrando uno de mis dedos, mirándome fijamente con sus ojos inocentes! ¡Cuánto deseaba ya que llegaran las nuevas lunas para unirme a mi amada una vez más!

Un terrible temblor apareció repentinamente en mi cuerpo. Un mal presentimiento me asaltó en el alma. Con trabajo aparté esa sensación de mi corazón y pensé que solo era una treta de Odín para poner a prueba mi fe.

-No, no ahora ni nunca. Ni hoy ni mañana moriré en batalla. Me niego a entrar en el Valhalla sin antes estrechar por última vez a mi hijo y a mi amada.

Abro los ojos. 

Mi mano sostiene el pequeño borrego de madera que había tallado para mi hijo. Una profunda tristeza me invadió cuando recordé, una vez más, lo que había perdido en mi vida mortal. Mi esposa, mi hijo... Los perdí a ambos el día en que  ese maldito jarl[1] los matara en el río congelado, y con ellos mi cordura, mi poca humanidad.

Pero ahora que ella está viva, que está a salvo... Ahora que la tengo nuevamente a mi alcance... Ella será mía otra vez.

Y nadie, ni siquiera Ondskap, podrá impedírmelo.

.-.-.-. 

[1] Jarl: Es el equivalente escandinavo del conde o el duque. En la mitología nórdica, Jarl es el ancestro en común de todos los caudillos pertenecientes a la nobleza escandinava. Fuente: Wikipedia.

.-.-.-.

Capítulo anterior 

Capítulo siguiente 

.-.-.-. 

Disponible en Wattpad 

.-.-.-.