La joven de la sangre de oro (XXXV)

in spanish •  7 years ago  (edited)

Ivar no estaba equivocado; aquél hombre que observaba intensamente a Cristina y a su hermana era un arcángel, quizás un enviado de Aesir o de Hvitserk, por lo que tenía que andar con mucho cuidado.

-Creo que sabes qué es lo que quiero de ustedes, dragón -replicó Sigricc con suficiencia.

-Uhmmm... No lo sé. ¿Cooperación, quizás? ¿Matarnos, tal vez? Si es lo primero, te puedo decir lo que quieras mientras me prometas que no le sucederá nada a mis hermanos, a mi drakae y a su familia. Pero si vas a matarnos a todos, me veré obligado a defenderme y a huir.

Sigricc no estaba sorprendido del todo.

Su tío Hvitserk tenía razón: Ivar antepondría las vidas de sus hermanos, de Cristina y de la familia de ésta por encima de la suya propia. La conexión que existe entre ambos era tan profunda que parecía adivinar que Cristina haría lo mismo por ellos; de todos modos, fueron ellos quienes salvaron su vida y la de muchas personas más sin esperar nada a cambio. 

"Y pensar que Aesir los quería torturar", pensó con mofa mientras que, extendiendo su mano, se presentó:

-Me llamo Sigricc Agnarsson. Sobrino de Hvitserk, hijo de Thor y nieto de Odín.

-Ivar Yggdrassil -respondió el dragón mientras le daba un apretón de manos.

-Llevas el nombre del Faderavdrager.

-Y con orgullo.

Sigricc le miró con curiosidad. Ivar, deshaciendo el apretón, añadió:

-No puedo decirte mucho aquí; comprenderás mis razones si te digo que es mejor vernos en un lugar más seguro.

-Por supuesto. ¿En dónde?

-¿Conoces la ciudad de Estambul? Podemos vernos en el Gran Bazar; en la Gran Puerta de Çarşikapi[1]. 

Sigricc asintió, prometiéndole que estaría ahí dentro de tres días en compañía de Hvitserk. Ivar, satisfecho aunque desconfiado, se retiró del tejado mientras que Sigricc, sonriente, levantó vuelo y se marchó por el otro lado. 

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Cristina se peinaba el cabello con esmero. Una serie de pensamientos inundaron su cabeza, todos dirigidos hacia Estambul, la capital de la Turquía moderna, otrora Bizancio y Constantinopla en tiempos antiguos. La ciudad que ha sido fascinación de los viajeros durante siglos, el punto del mundo en donde las naciones se encuentran una y otra vez desde siempre. Una ciudad que ella misma soñaba visitar mas nunca se imaginó que al día siguiente estaría ahí.

Sin embargo, no pudo evitar que la invadiera la incertidumbre.

Ivar le había dicho que aquél joven atractivo que miraba tanto a ella como a Febe con intensidad era un arcángel sobrino de Hvitserk llamado Sigricc; con él negoció los términos de cooperación, entre los que se incluyen su protección y la de su familia ante cualquier amenaza. El arcángel no le aseguró nada excepto que, respetando aquellos términos, iniciarían un diálogo conjunto en Estambul dentro de tres días.

Teresa, quien también había sido informada del movimiento, le reiteró a Ivar que debe andarse con cuidado. Sigricc era primo y rival mortal de Aesir; si éste se enteraba de semejante arreglo, era capaz de prenderle fuego a toda una ciudad con tal de arrebatarle a Sigricc sus avances diplomáticos y adjudicarse a sí mismo una gloria que desesperadamente buscaba alcanzar.

-Eres interesante.

Ella se volvió, sorprendida.

Sentado en los bordes de su cama se encontraba un varón joven de largos cabellos negros recogidos con una cola, ojos castaños claros, nariz perfilada y atavíos oscuros. Su mirada era una mezcla de intriga y curiosidad, como si era la primera vez que veía a una mujer. Una mirada intensa como la que les había dirigido a Febe y a ella en la cafetería, supuso al identificarlo tras una breve observación.

-Sigricc, supongo -murmuró.

-No supones mal -replicó el aludido mientras se levantaba del lecho-. Ese es mi nombre.

Cristina se puso de pie al ver que Sigricc se le acercaba con paso decidido. Desconocía sus intenciones para con ella, y no le apetecía averiguarlo. El arcángel, al percibir su desconfianza, se detuvo.

No podía culparla. Su experiencia con Aesir no fue nada grata y se había ganado el odio completo de éste por el solo hecho de no someterse a sus caprichos. Su odio y su fascinación, porque tenía muy claro que su primo estaba intrigado por la fuerza de su alma. Una fuerza que inmediatamente había percibido cuando entró al territorio ged mientras seguía a Ivar.

Una fuerza que ahora mismo notaba al invadir su espacio y mirarla a los ojos.

Cristina, sintiéndose incómoda ante aquél acercamiento, murmuró:

-¿Qué es lo que quieres de mí? 

-Tus ojos... Son fascinantes. Y muy intrigantes. 

Fuente

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[1]La Gran Puerta de Çarşikapi es una de las múltiples entradas al Gran Bazar, concretamente la entrada al antiguo caravasar de Ali Pasha. Se ubica sobre la calle Aga. Fuente: Wikipedia

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Disponible en Wattpad 

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