Desde ese día no volví a ver la cocacola de la misma manera…
Era uno de mis clientes más frecuentes, mi favorito de hecho, cada vez que lo veía entrar por la puerta y solicitar mi compañía la piel se me erizaba y sentía como me humedecía. Madame Roxe siempre nos advertía, que no debíamos mezclar los sentimientos con el trabajo, pero cuando el llegaba lo deseaba completamente, sentía como la pasión me aceleraba la sangre bombeaba, estaba dispuesta a darle siempre lo mejor de mí.
Me encontraba aburrida de la rutina del trabajo, era relativamente sencillo, algunos solo pedían compañía para alguna cena de negocios, seguido de un polvo de 20 minutos, otros buscaban servicios que fueran directo al grano de esos que solo duraban por lo máximo 15 minutos. No me esforzaba mucho realmente, esto se me daba particularmente natural, siempre lograba mi cometido sin mezclar emociones, todo era netamente sexual. Hasta que lo conocí a él. Sentía cierta química cada vez que se paseaba por el negocio, la primera vez que lo detalle, me imaginé todas mis especialidades en acción, estaba loca porque me eligiera. Me solicitó servicios especiales, eso significaba que era un cliente dispuesto a pagar lo que sea.
Estaba intrigada por las dulces y excitantes sorpresas que me podía traer este cliente, solo con observar su entre pierna y ver sus buenos dotes sabía que la noche sería bastante peculiar, definitivamente necesitaba más emoción. Me monté en su carro, pensaba en el lujoso hotel que pagaría ya que parecía ser adinerado. Lucía un traje de etiqueta con zapatos finamente lustrados, una barba bastante cuidada y su aroma en definitiva era 212 Carolina Herrera, hipnotizante.
Para mi sorpresa primero me llevó a un restaurante bastante ostentoso, comimos y entablamos una conversación bastante interesante, no podía dejar de pensar como un hombre tan exitoso, caballeroso apasionado y físicamente atractivo podría seguir soltero. Era todo lo que una chica pudiera desear, algo no encajaba pero no puedo opinar, para él solo soy su dama de compañía, mi trabajo era sonreír y lucir sensualmente perfecta en todo momento, dentro y fuera de la cama. Pasaron las horas hasta que finalmente pidió la cuenta. Ya estaba preparada para volver al trabajo serio.
Llegamos al hotel más costoso de la ciudad, al parecer ya lo conocían por el trato especial, en mi vida un cliente me había llenado de tantos lujos. Al llegar a la habitación el ambiente se tornó completamente sexual. El aroma era de rosas, la habitación estaba completamente alfombrada con terciopelo rojo, la luz era tenue, bastante sensual, había un tubo del pole dance en todo el centro , en la mesa de noche habían dos botellas de cocacola, recuerdo en nuestra conversación mientras cenábamos que mencionó que era adicto a esa gaseosa.
Colocó una música incitante, lo senté en una silla y empecé a demostrar mis dotes de bailarina exótica, movía mis glúteos rozando su entrepierna al son de la música, sentí su divertida erección, movía mis caderas cual serpiente acechando a su próxima víctima, lo miraba con deseo, me desprendía con su ayuda de mi vestido rojo para mostrarle la fina lencería que llevaba para su deleite, encaje negro combinado con ligeros rojos, sabía que lo estaba volviendo loco. Me monté elegante y salvajemente en el tubo de pole dance, suavemente abría y cerraba mis piernas rozando mi sexo con la fría textura del metal, ya sentía como la situación me humedecía, me encantaba sentirme la atracción principal en todo momento, me devolví a jugar sentándome de frente a el cual amazona, lo tocaba y le bailaba suavemente, no evitamos besarnos profundamente, se retiro rápidamente sus ropas y comenzó nuestro salvaje encuentro.
Me lanzó sobre la cama de forma desgarradora y acechante sosteniendo mis muñecas, no tenía escapatoria, me besaba todo el cuerpo acompañado de curiosas mordidas, me despojó de mi encaje con sus dientes cual lobo feroz, me sentía única en su vida. Me pose sobre él como vaquera en su caballo, sentía su agitada erección rozando las paredes de mi feminidad, mientras que con sus manos acariciaba perdidamente mis senos. Luego de agitadas y excitantes posiciones decidió jugar un poco, me parecía curioso que tomara las riendas del asunto siendo él mi cliente, sin embargo me dejé llevar.
Me propuso jugar un poco, su juego era diferente, nunca antes había visto algo así. Me pidió que hiciéramos una competencia tomando cocacola, el que ingiriera más rápido la bebida tenía derecho de hacerle al otro lo que quisiera. Me sorprendía hasta donde podría llegar conmigo así que accedí a jugar con él, destapamos la botella al mismo tiempo y tomamos la gaseosa. Tenía todas la de perder él adoraba ese refresco y me tocaba hacer lo que pidiera sin chistar.
Me tapó los ojos con una fina seda, todo estaba oscuro, ató mis manos con una corbata y me pidió que me sentara frente a él con las piernas abiertas, accedí a cada uno de sus caprichos, empezó a jugar con cada pliegue de mi capullo, sentía sus dedos rozar mi clítoris, luego sentí un frío cautivador, parecía un cubo de hielo, alternaba el frío y el calor de manera mágica, de pronto sentí una embestida feroz dentro de mi, algo totalmente diferente, era helado y prominente, gemí, grité como nunca, debo admitir que sentí una mezcla de inmeso dolor e insaciable placer, jugaba con el objeto introduciéndolo y sacándolo repetidas veces, de pronto me descubrió los ojos, y observé que me había introducido una botella de cocacola, me parecía una locura pero la sensación era fascinante, me pidió de una manera ruda que tratara de no hacer ruido, me tapó la boca con sus manos, alternaba la botella, el hielo y sus calientes dedos, una mezcla de sensaciones, temperaturas y texturas que me volvían loca, se me dificultaba no emitir sonido alguno, me retorcía del placer, mi piel se erizaba, estaba ardiendo. Luego retiró el objeto y jugueteaba con su lengua por toda mi humedad, yo no podía contenerme más, estaba atrapada en el orgasmo, y él en su descontrolado y chorreante excitación mientras me observaba. Ambos quedamos extasiados del lujurioso acto .
Por un momento olvidé que era una dama nocturna, la magia terminó cuando luego de lo ocurrido, se volvió a vestir dando la señal de que debíamos partir, me coloque mi ropaje, pagó mis servicios y abandonamos el sitio bajo un frío silencio. Ocasionalmente Josh visita el local y yo sigo siendo su chica preferida…
excelente relato @vicokiwi muy emocionante y sensual
saludos
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Muchas gracias por su comentario un saludo :) @oroncio
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